Mi sombra sueña mucho, tiene su cabeza llena de humo y no hace más que pensar en que la vida que arrastra tras de mi no llena lo más mínimo sus expectativas, pues siempre ha aspirado ser la sombra trepidante de una persona llena de actividad, en lugar de languidecer unida a mi. Tanta quietud, tanto sofá, tanto estar pegado a un libro como me gusta a mi, a ella le provoca ansias de salir corriendo y ser una sombra libre.
Cuando salgo a dar un paseo por la orilla del mar y me paro a contemplar como las olas rompen mansamente siento leves tirones en los dedos de los pies, como si mi sombra intentase despegarse de mi cuerpo, echarse a correr por entre las dunas. Planto los pies firmes sobre la arena e intento razonar con ella, le explico que nadie puede elegir su destino, que a ella le tocó ser prolongación de una persona reposada en lugar de estar pegada al cuerpo de un Indiana Jones pero noto que no me comprende o, lo que es aún peor, que no quiere entenderlo y veo por momentos como mi sombra se hace más densa y oscura, como si negros nubarrones de tormenta se fuesen cargando a mis pies.
Y que hacer con una sombra cabreada ?. Nada, no se puede hacer nada pues ella y yo hemos nacido juntos y seguiremos unidos hasta el final. Es jodido que a uno le salga una sombra contestataria, que quiera ir por libre o cambiar de destino.
A veces me despierto a medianoche con una sensación extraña, como si saliese de un sueño que no es mío y cuando enciendo la luz de la mesilla y me incorporo me parece como si mi sobra se regocijase con algo que solo ella sabe. Por otra parte, ¿ donde se ha visto que la sombra no sea negra y que pretenda tener los colores del arco iris ?, ¿ o que se vaya ella sola de vacaciones porque necesita estímulos para salir de la monotonía ?. ¿ Y como explicarle a nadie que tengo una sombra que ríe y llora, que sueña y tiene sentimientos ?. El otro día, tumbado en el diván del psiquiatra, noté que este dejaba escapar un bostezo tal vez cansado de que le vaya con estas historias y no sé bien si me da la razón porque pago religiosamente todas las consultas, o porque no sabe que responderme.
Así que he tomado una determinación. He pensado, con ayuda de un bisturí bien afilado en separar mi cuerpo de mi sombra para dejar a esta libre y que se vaya una temporada de vacaciones a su aire, para que compruebe que no dan duros a cuatro pesetas por ahí fuera. Pero, cuando vuelva contrita y arrepentida, no sé si la dejaré conmigo o le diré que se vaya al carajo.
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