domingo, marzo 12, 2017

17 días en Sicilia. IV y final. De Taormina a las Islas Eolias

Día 14
Salimos en dirección a la zona de Taormina a primera hora de la mañana. La primera parada fue en Aci Castello en el que se alza imponente su castillo, que parece la proa de una barco negro de piedra y que fue construido por Roger de Lauria. Muy cerca está la famosa costa Ciclópea con sus escollos de lava negra. La siguiente parada fue en Acireale para ver su catedral normanda con un interior que parece un puro decorado teatral lleno de barroquismo.










Llegamos a Giardino di Naxos donde habíamos contratado el apartamento para las tres últimas noches. Desechamos Taormina por sus precios disparatados.  El B&B " Stella de Naxos " ocupa dos casas adosadas a las afueras del pueblo, decorado en el más puro estilo Ikea pero el personal es muy amable, el desayuno es bueno y hay mucha limpieza. Vistas al Etna y 160 euros por tres noches, todo un lujo para los precios de esta zona.







Nos acercamos a Taormina y, en un primer intento, quisimos llegar con el coche a la ciudad, pero se hizo imposible. Así que lo dejamos en un aparcamiento disuasorio ( 10 euros ),  tomamos el teleférico ( 6 euros ida y vuelta por persona para un trayecto de un par de minutos ) y llegamos a la ciudad. Una inmensa multitud de turistas pululábamos por las calles atestadas de tiendas y, para mi, fue la ciudad con menos encanto de todas las que visitamos, aunque pueda parecer una herejía. El teatro griego, el Duomo y poco más. De todo el día lo que más me gustó fue la Naumaquia tal vez porque, dado que es un sitio recóndito y poco turístico, lo pudimos visitar tranquilamente pues no había había gente. 6 euros una caña ó 4 un botellín de agua, o la comida más cara y más anodina de la isla, dan idea de como se las gastan con los turistas.



Si vuelvo a Sicilia tengo claro que pasaré de largo por Taormina y me dedicaré a visitar la costa, que es magnífica. Cenamos frente al mar en el Giardino de Naxos.

Día 15
Por la mañana fuimos a Messina por la carretera de la costa, en lugar de usar la autovía. 48 Km y dos horas de duración, por un itinerario lleno de belleza, cuando las feas poblaciones costeras permitían disfrutarlo. Tráfico lento y vehículos que salen de los lugares más inverosímiles. A llegar a Messina nos dirigimos a la vía della Libertá que discurre paralela al mar hasta el final. Allí hay un amplio parking disuasorio y gratuito donde dejamos el coche.



Cruzamos la avenida para entrar en el museo. 8 euros por persona sin ningún tipo de descuentos, pero sus dos Caravaggios merecen todo. Son dos obras tardías " La resurrección de Lázaro " y " La adoración de los pastores ", dos cuadros de gran formato que son de una belleza sublime, por lo que estuvimos un gran rato disfrutando de ellos. No había más visitantes, al parecer, por lo que tuvimos a todos los celadores del museo controlándonos. Por lo que dedujimos, solo turistas que van a tiro hecho, se pierden por aquí.




Cruzamos de nuevo la avenida y sacamos un abono para el tranvía. 2,70 euros por todo el día. Bajamos en la parada del Municipio. Muy cerca está la plaza del Duomo con la fuente de Orión y la bella torre del Reloj con un gran carillón, cuyas figuras se mueven a las doce del mediodía.
A pocos pasos está la bella iglesia de los catalanes de estilo normando, con líneas muy sencillas y depuradas y frente a ella está el monumento a don Juan de Austria. Volvimos en el tranvía para recoger el coche.
Por autopista fuimos a Milazzo para informarnos sobre la posibilidad de ir a las islas Lipari, pues no todos los días salen los mismos circuitos. Nosotros miramos la posibilidad de uno a Strómboli pero este solo salía los jueves, así que optamos por otro que sale a diario con dirección a Lipari y Vulcano. 32,50 por persona, con la empresa Tarnav.
Pasamos el resto de la tarde en una playa muy tranquila en Tindaris y volvimos a Giardino di Naxos donde cenamos en  " La spelonca " con cocina siciliana correcta, sin más.



Día 16

Madrugamos para ir a Milazzo, esta vez por la autopista, pues había que llegar antes de las nueve de la mañana que era la hora de embarque. Desde el barco disfrutamos del espectáculo que había en los muelles donde diversos guías, banderita en mano, llevaban de acá para allá a los rebaños de turistas en un baile caótico. Embarcaban todos en un navío para bajar de nuevo y subir a otro, pero ese no era...cuatro o cinco excursiones con su abanderado al frente, evolucionaban ante nosotros mientras los empleados de las navieras se partían de risa.







Navegamos hacia  Lipari, la capital de estas islas y allí estuvimos unas horas. Es una ciudad muy hermosa que nos recordó mucho a las poblaciones de las islas griegas. Callejeamos muy a gusto hasta llegar al Duomo en el que hay un muy hermoso claustro normando.
De allí fuimos a Vulcano, una isla agreste y bella. Como no andábamos muy sobrados de tiempo paseamos un poco y nos sentamos a comer una pizza. Había la posibilidad de tomar un baño en agua sulfurosas, pero no nos sedujo la idea. Después nos dieron un recorrido costeando las islas para ver con atención los puntos más interesantes. Y vuelta a Milazzo disfrutando de la puesta de sol desde el barco. Vuelta a casa por autovía ( 3,20 euros por 50 km ). En Giardino di Naxos repetimos cena en el mismo restaurante de ayer, con música típica en vivo. Y a la cama que mañana toca madrugar.









Día 17

Salimos muy temprano de Giardino en dirección a Palermo, via Mesina. 13 euros por recorrer
250 km de una autovía llena de zonas en reparación, que llevan así al menos desde hace docenas de años. En Palermo el tráfico era el de costumbre, así que tardamos más de una hora en atravesar la ciudad y llegar a la autopista del aeropuerto.
Entregamos el coche de nuestras correrías en la oficina de Goldcar. 2500 km en estas dos semanas, sin el menor problema, multa aparte. Por cierto, cuidado con las gasolineras pues, aparte de que el combustible es más caro que en España, en la inmensa mayoría de ellas pagar con tarjeta es una odisea.






El vuelo con la misma compañía. Los viajeros formando inmensas colas durante un par de horas ante la puerta de embarque para, de pronto, anunciar por megafonía que se embarcaba en otra. La gente a la carrera tirando de sus maletitas para ocupar los primeros puestos ante una nueva zona de embarque. Esta misma jugada la repitieron en dos ocasiones más con las mismas carreras alocadas ...y nadie se amotinó. Bendita idea de pagar el suplemento para tener sitio asegurado. Y vuelta a casa.
Regresamos enamorados de Sicilia y de los sicilianos.
Es un destino que recomendaré a ojos cerrados.

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