domingo, noviembre 29, 2015

Todo es gris. Un relato al estilo de Carver

El hombre gris, envuelto en una ajada gabardina gris llega al gris vestíbulo de la vieja estación de un pueblo perdido en medio de la llanura gris. Deja su maltrecha maleta gris en el suelo de la sala y se quita el sombrero gris que cubre sus sienes plateadas, pasando su mano por la cara grisácea, como si buscase borrar todos los grises recuerdos que afloran a su memoria. A lo lejos se oye el melancólico silbido de un tren que acaba de partir.





Es tarde ya, la luz mortecina de la sala desdibuja el contorno grisáceo de los muebles. Gira la mirada en su rededor y comprueba que está solo. Las ventanillas del mostrador están cerradas y las luces que iluminan los tablones con los horarios están apagadas. Con el sombrero en una mano y la maleta en la otra se acerca a un banco, arrastrando los pies como si hubiese perdido todas las fuerzas.
Las cosas le han ido rematadamente mal en este pueblo, aunque es algo a lo que está acostumbrado desde antiguo. No recuerda cuando ha tenido un buen momento. Pero ahora, huyendo de este pueblo, tal llegue a un destino donde las cosas le sean favorables. Lastima haber perdido el tren, ahora tendrá que esperar al siguiente para intentar que su situación pueda cambiar.





Las horas pasan lentamente. El hombre gris dormita en el banco con el sombrero sobre la cara, la vieja maleta sujeta entre las piernas, no sea que alguien se lleve todo lo que le queda. De repente, se espabila al creer oír un pitido lejano. Nada, es una falsa alarma. La sala sigue vacía, las ventanillas cerradas parecen rechazarlo. Mira la hora en el gran reloj y observa como la luz grisácea del amanecer se cuela por los sucios cristales de la estación.
El hombre gris sigue esperando con paciencia la llegada de un nuevo tren. El hombre gris no sabe que el de anoche fue el último convoy que saldrá de la estación. Los gerifaltes de la la línea férrea, arrellanados en sus butacones en su despacho de la gran ciudad la han clausurado porque nadie viaja desde o hasta este pueblo gris.
Y el hombre gris sigue su gris espera.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

El hombre gris no sabe lo que se pierde al no poder leer tu relato, por no poder disfrutar de tu forma de describir pequeñas situaciones o momentos.
Un saludo.

cal_2 dijo...

gracias, pero me temo que mi hombre gris ya ha perdido todo. Un salud. Y gracias por tu comentario