martes, diciembre 07, 2010

Once perros y algunos gatos. 3ª parte



EL LEDO
Como es lógico estuvimos poco tiempo sin perros. Nos llamó Mariano, el amigo veterinario que nos ha sacado de tantos apuros con nuestros animales sin cobrarnos nunca un duro, para decir que al hacer la ronda por los pueblos de la provincia había visto una camada de mastines muy bonitos y que nos podían regalar alguno de los cachorros.

A la mañana siguiente fuimos a en su busca. Era uno de esos días de invierno burgalés con el cielo de un tono gris plomizo con la niebla muy baja, lo que daba una aire fantasmagórica a la carretera que va desde Castrojeriz a Melgar de Fernamental, una larga recta bordeada de chopos envueltos en jirones de niebla. Buscamos la dirección que nos habían dado, un destartalado almacén de piensos y en el que una mujer nos llevó hasta el lugar donde estaba la camada. De inmediato nos prendamos de un cachorrillo, una bola peluda de color blanco y que todavía tenía colgando el cordón umbilical y nos volvimos con él a casa.
Le pusimos " Ledo " de nombre que quiere decir alegre, contento. Siempre me ha gustado mucho la palabra " ledicia ", alegría en gallego y pensamos que ese nombre significaba lo que esperábamos de él, que nos llenara la casa de alegría. " Ledo " fue un cachorro tan como mandan los cánones, alegre, glotón y juguetón que lo mismo corría por el jardín persiguiendo a la gata, que dormía la siesta con ella enroscada contra su tripa. Al crecer, fue ganando cuerpo y serenidad hasta convertirse en una gran mastín pausado y mansurrón.





LA PUCK
Pronto se le acabó la calma. Se nos ocurrió comprar otro perro y encargamos a un amigo que nos consiguiese un cachorro de basset hound, un macho como es lógico, para evitar problemas con el " Ledo ". Y por un servicio de mensajería llegó " Puck ", ya sabeis el nombre del geniecillo juguetón y revoltoso que todo lo lía en la obra de Shakespeare. Nos costó un pastón y traía los papeles de su pedigree, nada menos que heredero de una afamada raza de perros ingleses y entre sus antepasados había hasta una Lady Elisabeth. El nombre estaba pensado para un macho....pero resultó ser una hembra, lo que no resultó un incoveniente para mantener el nombre elegido y convertirse pronto en la reina de la casa, en gran medida por su caracter independientey su inteligencia superior a todos los perros que la habían precedido en casa.
A medida que iba creciendo, el pobre " Ledo " cada vez tenía menos tranquilidad y nos pasaba con ellos lo mismo que en una familia que cuando hay bronca entre hermanos siempre se castiga al mayor por el hecho de que no debe abusar del pequeño. Por eso cuando " Puck " comenzaba a gemir y a quejarse, castigábamos al otro perro hasta que descubrimos la verdad. Resulta que " Puck " como era muy ágil, se divertía mordiendo las patas al mastín y cuando este quería defenderse, la perra comenzaba a llorar como si fuese la agredida, por lo que siempre cobraba el grande.



EL SIETE
Y como no era bueno que la perra estuviese sola nos planteamos buscarle una pareja en el afán de cruzarlos y tener perritos para regalar a los amigos. Por eso compramos un macho de la misma raza " El siete " de familia igual de ilustre que la perra, pero este de criadores valencianos, de la Llomaina. El pobre se convirtió en un esclavo de su novia y desde el primer momento iba a su zaga, siempre expuesto a los caprichos o al malhumor de la perra. Y entre los dos se encargaron de martirizar más al pobre mastín, que intentaba dormitar cachazudo en algún rincón del jardín.
Cada vez que la perra entraba en celo, empezaban los problemas pues se le producían unas tremendas infecciones en el útero, lo que al final llevó a que nuestro sufrido veterinario nos aconsejara operarla con el fin de evitar su muerte. Y con la operación se fueron al taste nustros sueños de cruzarla y tener cachorros. Como solo le quitaron el útero pero respetaron los ovarios, la perra seguía teniendo su celo, con la consiguiente desesperación del " Siete " que intentaba montarla de todas las formas posibles, pero su peso y la poca estabilidad hacían que desistiese al primer intento, con gran rabia de la perra que muchas veces intentaba montarlo, imagino que para decirle como tenía que hacerse.

LA LUCRECIA
" Lucrecia " fué una gata callejera negra, arisca y con un genio endiablado que vivía a pensión en casa de la que entraba y salía a su antojo, sin llegar nunca a formar parte de la unidad familiar. Una noche de invierno la dejaron abandonada frente a la puerta del jardín y estuvo todo el tiempo maullando sin parar. Al hacerse el día y abrir la puerta de casa, se coló de rondón y nos adoptó como proveedores pero poco más, pues nunca hubo forma de que fuese minimanente sociable. Comenzó a parir y llenar la casa de gatitos pero gracias a ese tema del equilibrio de las especies, los dos perros descubrieron su deporte favorito: la caza y muerte de los gatos.
A fuerza de enfrentarse con ellos, " Lucrecia " dejó de entrar en casa y solo venía con la camada de turno a comer en el tejadillo que había tras nuestros dormitorio. Cuatro, cinco cahorrillos y la madre se peleaban por la comida que les poníamos, pero el numero fluctuaba en función de los que pudiesen cazar los perros que, mientras comían los gatos, no apraban de ladrar y dar botes en el suelo con la esperana de que algún gato resbalase.
Un día se produjo una batalla campal. Entre los dos perros acorralaron a " Lucrecia " y empezaron a tirar uno por cada lado hasta hacerla estirar casi un palmo. Le arrancaron la piel del lomo y a la gata la dimos por muerta. Pero eso de las siete vidas ha de ser verdad porque al cabo de un mes reapareció con una pata renca, tuerta de un ojo y un costurón en el lomo, pero dispuesta a dar guerra. Siguió pariendo más camadas que nos traía a comer y cuando dejamos la casa de Burgos todavía seguía con vida. No sabemos que habrá sido de ella.

Por aquella época nos compramos un apartamento en Cantabria, frente a la desembocadura del Pas y desde el primer momento acostumbramos a viajar con nosotros a los dos basset. Y con nosotros iban el día que se reventó una rueda del coche bajando las Hoces y en el que no nos fuimos por un precipicio gracias a la serenidad de Alfonso que consiguió girar y girar el Volvo en redondo hasta que se paró. Cuando abrimos el maletero salieron los dos perros como borrachines y mi madre, que siempre viajaba con una imagen de san Antonio en la mano, se apeó apretando el santo con tanta fuerza, que este tenía la lengua fuera.
Nos gustaba dar largos paseos por la hermosísima playa de Liencres y la perra, en cuanto nos creía despistados, se comenzaba a alejar con disimulo, hasta que echaba a correr como una posesa seguida de su fiel enamorado sin hacer caso a nuestros gritos o a las voces de Félix. Creo que al final se dejaba atrapar porque le dábamos pena y siempre se ganaba un azotazo de nuestro amigo en las nalgas que la hacía avanzar un par de metros a trompicones.



" Puck " y " Siete " nos dieron muchos problemas y nosotros mucha guerra con ellos a los veterianarios pero siempre, hasta el final, estuvo cerca nuestro amigo Félix para sacarnos de apuros. Me doy cuenta de que estas historietas acaban convertidas en una crónica fúnebre pero está claro que los perros se van, dejando hueco a otros nuevos. Tenía planeado describir como desaparecieron, pero ya me canso de contar penas. Por eso, la próxima y última entrega tratará de los que viven ahora con nosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

de estos me acuerdo de todos yademas que fotos mas entrañables con nieve no como ahora todo secano

El oso blandito dijo...

pues yo quiero saber como se llaman los actuales!! NO tardes que tengo mono