lunes, diciembre 15, 2025

cuento de navidad


Este año se ha producido una revolución: las reinas magas se han hartado de que sus maridos se vayan todos los años de viaje por esos mundos con la excusa de ir a adorar a un niño ,Dios sabe donde, y se han plantado. Tantos años de pasar meses y meses solas, haciéndose cargo de todo y esperando la vuelta de sus maridos y estos, a su vuelta, alegar que estaban agotados y ellas seguían enfrentándose a todas las tareas mientras ellos se recuperaban. Y cansancio ¿ de que ? si iban sentados todo el viaje y con una nube de sirvientes que se ocupaban de que no les faltase nada.

Así que ya se acabó, están hartitas de soportar y han decidido las tres que este año serán ellas las que se vayan de viaje y ellos que se queden cuidando haciendas y rebaño. Gaspara, la más enérgica y decidida, fue la que tuvo la idea y se puso en contacto con Melchora y Baltasara a través del servicio de palomas mensajeras y de pajes que llevaban mensaje de una a otra a uña de caballo, hasta que llegaron al acuerdo de ser ellas tres las que este año hicieran el viaje para adorar al Niño y llevarle sus presentes como todas las navidades. Gritos, discusiones, poner a dieta en mesa y cama a sus maridos, todo ello fue necesario hasta que consiguieron su propósito.




Gaspara fue la primera en ponerse en marcha desee la lejana Persépolis y quedó a mitad de camino con Baltasara que llegaba desde tierras africanas. Después las caravanas de las dos siguieron viaje hasta Amman donde habían proyectado unirse a la caravana de Melchora que venía desde el norte de Europa.   Una vez juntas las tres reinas magas ultimaron los planes para seguir viaje. Fueron días de mucho ajetreo pues todo era una novedad para ellas. Probarse las ropas y las barbas postizas para dar mayor empaque a su comitiva. Y hacer ejercicios de voz para adoptar un tono más grave y majestuoso, a lo que las ayudó Fatima , una esclava transexual que antes fue un príncipe hindú llamado Ganesh y que llegó a manos de Melchor tras alguna batallita que se había montado para no estar siempre en casa.





Por fin todo estuvo en orden y las tres reinas magas, de acuerdo a la tradición, continuaron viaje siguiendo a la estrella fugaz, que se impacientaba en el cielo porque el tiempo se les echaba encima y veía que iban a llegar con retraso a Belén. Subieron montes, bajaron colinas y atravesaron valles mientras la caravana serpenteaba por los caminos hasta llegar al palacio del rey Herodes que les contó no sé que milonga de que le avisasen de donde estaba ese Niño que lo iba a destronar. le dieron buenas palabras, pero con la intención de no hacerle ni caso y al fin llegaron a Belén.




 E hicieron lo acostumbrado año tras año: pasaron majestuosamente por entre los pastores que se apostaban ante la casucha, se postraron a los pies del Niño luciendo todo su esplendor y dejaron los regalos y, aunque a Baltasara se le escapó más de un gallo porque le costaba poner voz de macho, comprobaron que todo había salido bien de acuerdo a la tradición. Se despidieron con todo el poderío e iniciaron la retirada para volver a sus destinos. Pero en la última reunión entre las tres reinas magas antes de su despedida, llegaron a la conclusión de que el viaje no era para tanto y que se estaba mucho mejor cada una en su palacio y libres de aguantar a sus maridos durante meses. Como en casita, ni hablar. 



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