domingo, junio 11, 2017

El camino de los medicamentos

Alguna vez, mientras preparo el " costo " de pastillas para la semana o contemplo la fila de pastillas que tengo al lado del plato, esperando a tener la tripa un poco llena antes de engullirlas, me paro a pensar: ¿ cada una de estas que me voy a tomar, como sabe a donde tiene que ir para cumplir su cometido?.





Una para que el corazón bombee más lento, que ya no está para muchos trotes, otra para que el riñón no retenga los líquidos,  la tercera para que el colesterol malo se vaya al carajo y una cuarta para proteger al estómago de tanta agresión. Y así con todas las demás, que si para controlar el ácido úrico, o para que la sangre no sea densa o el exceso de azúcar no dañe nuestro maltrecho organismo ¿ Pero como los medicamentos saben a donde ir ?. Me las imagino cuando se despeñan esófago abajo a través de ese conducto tan angustioso y estrecho, para atravesar el cardias como un buque a través del estrecho de Corinto y se precipiten en caída libre al mar proceloso del estómago, navegando entre oleadas líquidas y restos náufragos de todo aquello que entra por nuestra boca.




Llega el momento de atravesar el píloro superando su angostura hasta desaparecer en el abismo del intestino, verdadero laberinto sin fin, en busca del hígado, monstruoso peñasco rojizo donde acaban por desaparecer.
Les llegará el momento de desintegrarse para liberar lo verdaderamente importante para nuestro correcto funcionar, dejando a un lado lo superfluo que sigue su camino. Tu, "seguril ", anda a ver si le metes un poco de caña a esos riñones que andan bien perezosos. " Y tu, " paracetamol " tira para arriba, a ver si consigues eliminar ese jodido dolor de cabeza.....y así todos los demás, van navegando por los ríos de la circulación en busca de su destino.
O el tema de los inyectables. Porque un enema lo tiene fácil, simplemente entra por el ano, llena la tripa y sale abriendo paso a todo lo que no quiere salir, pero cuando nos pinchan sucede lo mismo que con las pastillas. El líquido llega al torrente circulatorio y, de modo muy disciplinado, busca a donde aplicar su cometido.









¿ Pero si un día se equivocasen y llegasen a un destino no deseado?. Que el laxante llegue a las neuronas provocando una tormenta de estímulos y nuestro cuerpo se estremezca como si hubiésemos caído en un termitero. O que el anti coagulante llegue a nuestros riñones para originar una orina tan densa como la miel que no haya modo de eliminar.  O el somnífero que llegue al área genital, sumiéndola en el más apacible de los sueños. Y así con todo lo demás.

Por eso, bendita sea la naturaleza bien ordenada. No quiero ni pensar, si un día deciden rebelarse.
Y perdona que te haya hecho perder el tiempo con esta tontería.

2 comentarios:

Cele dijo...

Cuantas veces me habré hecho esa misma pregunta Carlos! Ahora, lo que nunca he pensado es en la rebelión! Tengo miedooo!

cal_2 dijo...

si, pero seguro que las cosas están bien controladas.... o así lo espero jejeje