domingo, abril 17, 2016

Dos semanas en italia. IV. De Bolonia a Ferrara

Día 2 de octubre
Salimos de Ferrara a través de carreteras secundarias a través de las llanuras del Po, atravesando pequeños pueblos situados en medio de campos muy verdes. Nuestro destino era Verona.
Aparcamos en un parking cercano a la Arena, que solo vimos por fuera, un poco cansados de los circos romanos. La primera parada, breve por cierto, fue en la supuesta casa de Julieta, en la que un enjambre de personas, sobre todo jóvenes, se peleaban por tocar las tetas de bronce de la estatua de Julieta y hacerse la foto a su lado.





Nota: las fotografías correspondientes puedes verlas en mi página de fotografía  


Muy cerca se encuentra la iglesia de San Fermo. Con la tarjeta correspondiente ( 5 euros para visitar cuatro templos ) iniciamos la visita. la iglesia es maravillosa, con dos alturas. En la superior hay unas muy bellas pinturas, pero la sorpresa es visitar el nivel inferior, una belleza románica.
De allí al Duomo, con una hermosa fachada y un interior interesante. Hicimos una parada para reponer fuerza con unos panini en un café enfrente al templo. Verona es una ciudad muy hermosa: la plaza  delle Erbe llena de puestos de venta que casi ocultan a la fuente con la Madonna Verona y la torre dei Laberti en un ángulo. Contigua está la plaza de los señores y las hermosísimas tumbas góticas de los Scaligieri y muy cerca se encuentra la iglesia de santa Anastasia, otro templo que merece una visita muy detallada. Para la siguiente visita hay que salir del cogollo antiguo y dar un buen paseo por los márgenes del Adigio hasta llegar al impresionante san Zeno, tal vez el templo más bello de Verona, aunque es difícil decidirse por alguno. Su fachada románica de piedra rosada y su torre a franjas son de una gran belleza. En su interior hay tres niveles: el inferior es la cripta, la iglesia central y, por unas escaleras laterales se accede al superior, el prebisterio. Un políptico de Mantegna y la imagen de un san Zeno sonriente merecen especial atención. Muy cerca y a orillas del río se alza la mole de ladrillo del castillo, A partir de entonces comienza a llover, cada vez con más intensidad.
En el museo de la ópera vimos un par de exposiciones sobre Támara de Lampika y otra muy curiosa de pinturas transgresoras de Dario Fó. La entrada un poco cara ( 15 euros persona ) y la obligación de dejar la mochila en una taquilla. Metemos el euro y aquí no es como en Mercadona: se lo traga. Como habíamos coincido ese día con unos amigos alicantinos que estaban en la feria de la ciudad, quedamos con ellos para cenar...pero la espera se hizo eterna. Nos sentamos en el " Filipini " en la plaza delle Erbe a esperarlos cuando, según el whasap, estaban a cinco minutos de distancia. Los cinco minutos se hicieron más de dos horas, los camareros ya se hartaron de preguntar que cuando íbamos a cenar, la lluvia arreciaba y el hambre otro tanto. Al final llegaron, nos sirvieron una cena muy rica con bastantes malos modos ( comprensibles por cierto ) ante el enfado y la sorpresa de nuestros amigos. La lluvia arreciaba cuando volvimos en busca del coche, el parking no aparecía y hubo momento pánico. Al final llegamos pingando a Ferrara. pero contentos.

Día 3 de octubre
La autopista de Ferrara a Bolonia es un hervidero de coches. Y en Bolonia no hay un solo aparcamiento, toda la ciudad es una pura zona azul y a precios abusivos ( unos 3 euros la hora ). Después de muchas vueltas conseguimos un hueco lejos del cogollo de la ciudad.
Bolonia es la ciudad del ladrillo y de los soportales, da la impresión de estar como apolillada y la circulación es caótica. Pero la primera parada en la basílica de san Stéfano, una maravilla que nos sacó el mal sabor de boca. El día era espléndido y nos dedicamos a callejear. Las casi 500 escaleras para subir a lo alto de la famosa torre nos echó para atrás. La plaza Mayor era un hervidero de gente festiva. La catedral de san Petronilo no es de las mejores que hemos visto. Comimos en " Le sette chiesse " frente a san Stéfano: un sitio encantador, una comida infame, un personal grosero y unos precios abusivos. Una vez más, en estos sitios se siente uno como un limón estrujado hasta la saciedad. Por la tarde fuimos hasta la Pinacoteca donde hay unos muy interesantes murales rescatados de iglesias.
Terminamos el día visitando la cercana ciudad de Módena. Las calles desbordaban de gente y da una imagen mucho más amable. Visitamos su catedral y el palacio ducal.
Cenamos en Ferrara, cerca de casa, en una pizzería de barrio " La sosta ". Nos sacó el mal recuerdo de la comida, pues aquí la comida fue francamente buena, el servicio encantador y mucho más barato que la comida.

Día 4 de octubre
Iniciamos el recorrido por la vecina ciudad de Parma. Hay un gran aparcamiento cerca del centro y comenzamos a pasear la ciudad, una hermosa mañana de domingo. El Teatro Reggio era un hervidero de gente y frente a él esta una iglesia que parece un verdadero teatro. La misma sensación produce su catedral, que parece salida de un decorado de ópera, con un interior muy bello y, sobre todo, con su baptisterio que es de una gran belleza, una de las más hermosas sorpresas de este viaje.
Seguimos por una carretera comarcal, a través de un paisaje salpicado de pueblecitos en medio de la campiña verde, hasta llegar a Sabbioneta que es el prototipo modélico de pueblo renacentista, con sus calles cuadriculadas, las iglesias teatrales, plazas amplias y todo el conjunto rodeado de murallas de ladrillo.
Llegamos a Mantua y allí cometimos el error de ir a comer antes de nada. La comida fue deliciosa y muy buen de precio en un sitio encantador a la orilla del parque " Pizza al cuadrato ". Se estaba muy a gusto, así que prolongamos la sobremesa. Cuando iniciamos el recorrido por el palacio ducal nos encontramos con la desagradable sorpresa de que la visita que a la " Cámara de los esposos " de Mantegna no era posible por haberse cubierto el cupo de visitantes del día. Lástima no haber empezado el día por Mantua...
La vista al espectacular palacio ducal era gratuita, así que el gentío estaba asegurado. Pero mereció la pena. Después recorrimos las iglesias de la ciudad para rematar con su catedral, de gran espectacularidad y en cuyo centro está el monumento donde se conserva la tierra impregnada de la sangre de Cristo que el legionario Longinos se trajo desde Palestina......
Pasamos ante la supuesta casa de Rigoletto y dimos un paseo al atardecer por las orillas del río Mincio que abraza a la ciudad. Y vuelta a casa.

Día 5 de octubre
No nos quedaba más que visitar Ferrara. La dejamos para el final por tenerla cerca de casa. Hay un parking enorme y barato en las inmediaciones de la ciudad monumental.  Ferrara es una ciudad amurallada. El problema de una visita turística en lunes es que la mayoría de los museos y sitios públicos suele estar cerrado. Eso nos pasó al intentan visitar el castillo Estense, una mole impresionante en medio de la ciudad. Comenzamos la visita por su catedral, cuya impresionante fachada románica está flanqueada por una serie de arcadas que recorren todo el flanco derecho. Su interior es románico, de una gran belleza. Enfrente está el palacio municipal que cierra una amplia plaza.
Callejeamos en una mañana soleada, cuidando de evitar los miles de bicicletas que recorren la ciudad en todos los sentidos. La calle Corso Ercole I que conduce hasta el hermosísimo palacio de los Diamantes, está llena a ambos lados de palacios y casonas. Después viramos el rumbo hasta la casa Romei, un edificio gótico de unos prósperos comerciantes de Ferrara, con un bello claustro y salas con murales desvaidos por el tiempo. El Palacio Schinafoia en el que hay unos hermosos frescos estaba cerrado. Pero no así el pequeño museo Riminaldi, cuyo personal es encantador. Pasamos por una serie de iglesias totalmente prescindibles hasta llegar al convento de san Antonio. Allí una monja muy anciana  traslúcida como una hoja de marfil nos dejó admirar unos frescos de Giotto sublimes.
Para completar el día nos acercamos a Comacchio, en la costa adriática, llamada la Venecia de los pobres. Es la ciudad de las anguilas y de los canales y su hermoso puente de acceso tiene forma triangular. Caía la tarde, las casas adquirían un bello tono rojizo.....y los mosquitos salieron en tropel.
Volvimos a Ferrara para la cena de despedida. La pasta y el guiso de anguila que me comí rozaba lo sublime.
Y para casa, a recoger todo.

Día 5 de octubre
Salimos temprano de Ferrara en medio de una intensa lluvia. Autopista hasta Bolonia, entrega del coche que tan bien nos sirvió y vuelo de vuelta a casa. Sin comentarios, era con Ryanair.



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