lunes, febrero 15, 2010

ALFONSO. Y III


" Me cago en lo más sagrado, me cago en la madre que me parió, como pille al hijoputa que me ha robado el duro, le voy a sacar la piel a tiras ". El abuelo brama en mitad de la cocina, la cara del mismo color el tinto que trasiega a menudo y con mañas de rabia aporrea la mesa de la cocina. Es sábado por la mañana, la luz entra debilmente desde el patio y un coro de vecinas se asoma curiosa por la puerta de la cocina, porque hay vientos de tragedia en la casa y con un poco de suerte pueden disfrutar de un espectáculo gratuito.
El abuelo después de lavarse en mitad del patio con el agua de la palangana que se ha estado calentando al sol a lo largo de la mañana, se ha afeitado la barba de toda la semana mirándose en un trozo de espejo apoyado en el alféizar del ventanuco del retrete. Se ha puesto el tabardo y se ha calado la gorra para salir a fundir la propina en la taberna del Emilio. Al echar la mano a la cartera se ha dado cuenta de que le falta el duro de papel que había sisado anoche, cuando le entrego el sobre con la paga a la abuela. Adios vino y adios tabaco para toda la semana. Esta seguro de que anoche lo guardó entre el carnet de identidad y el del sindicato y ahora no está allí.
La abuela no hace caso, ya está acostumbrada a las zapatiestas del marido. Sentada en una silla baja cerca del fogón, separa con parsimonia las piedrecillas que están entre las lentejas y piensa en como hará para comprar unas alpargatas nuevas al diablillo de su nieto, que las perdió en la playa de Las Moreras, mientras va formando montoncitos con la grava que ponen entre la legumbre para que pese más.
El abuelo da un último porrazo sobre la mesa y sale la patio arrollando en su camino a las curiosas. Allí, desnudo de cintura para arriba, uno de sus hijos se lava en la palangana, metiendo la cabeza para sacarla chorreando agua, que se escurre en hilitos por el cuello y el pecho. El abuelo se le encara y le acusa de haberle quitado el dinero, pero su hijo no hace caso a sus gritos y se da la vuelta para encarar el espejo y peinar con chulería el tupé negro como el carbón que acarrea cada día en la estación.
Mientras escampa la tormenta, sentado en un rincón de la cocina, procurando pasar inadvertido, Alfonso cuenta los vales que ha ido almacenando en la catequesis de los " Koskas " y se recrea pensando en que mañana domingo, en lugar de ver alguna españolada en blanco y negro en el cine de los curas, podrá ir como un señorito al Lope de Vega para ver " Ben-Hur " con el duro del abuelo. Y hasta le sobrará para una gaseosa y un paquete de pipas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

esto del duro me acordaba yo de habermelo contado la pilarina pero que mala hostia tenia el felix genio y figura hastra la sepultura

cal_2 dijo...

si, es que los felix teneis vuestro aquel jajaja....aunque tu mas que mala leche, tienes una pacienciaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Anónimo dijo...

je je je