jueves, junio 05, 2014

Como angeles del cielo


Pedro no entiende lo que pasa a su alrededor. Todos los mayores están excitados, el teléfono no para de sonar y continuamente le dicen que se aparte del medio, que no estorbe o, de repente, aparece su madre con cara asustada mirando por los rincones para ver donde se encuentra. Que no se acerque a la escalera, que no abra las ventanas, que no toque nada, que mire para los dibujos de la tele y se quede quietecito.

Poco a poco va atando cabos e hilvana lo que ha sucedido de los retazos de conversaciones que oye a su madre, a las dos vecinas que han entrado en su casa gritando como locas, de lo que escucha cuando suena el móvil. La nena, su prima Laurita, al parecer se ha caído desde el balcón a la calle y ahora está en el hospital. Una ambulancia ha venido a recogerla, la ha visto pasar por delante de la ventana de la cocina, con la sirena chillando como una posesa mientras gira esa luz roja tan chula que lleva encima.

" Están haciéndole pruebas, parece que la ecografía no tiene nada, a ver si sale algo con las placas ", " ¿ pero no se ha dado en la cabeza, no se ha roto ningún hueso ? ", " Virgencita, que todo salga bien ", " ha sido un milagro, te lo juro, un milagro que esté viva....".
Suena por enésima vez el teléfono. " " Callaos, que es del hospital. Todo biennnnnnn. Parece un milagro del cielo. La van a dejar en observación, pero solo tiene un golpe en el codo. "
Abrazos de las vecinas, gritos de alegría. Pedro sigue asistiendo a todo como si estuviese viendo una peli en el televisor. Come a toda prisa y su madre le dice que se apure, que está su padre esperando en el coche para subir al hospital a ver a la nena. Y no puede pasar, es muy pequeño y se ha de quedar en la calle con su padre, aburrido, mirando a los que entran y salen. Juega con los cochecitos sobre la hierba, deja que se deshaga el polo de fresa, por fin sale su madre tan contenta.
" Nadie se lo cree, está como una rosa y tiene la cama abarrotada de juguetes. No para de dar brincos y mañana la mandan a casa ".



Vuelta al coche, cena y a la cama. No puede dormirse de la excitación. Está ansioso por ver a su prima con todo el montón de regalos. Llega la hora de la visita y arrastra a su madre de la mano para llegar cuanto antes, se le hacen interminables las dos calles de distancia. Sube corriendo las escaleras y entra como una tromba en la habitación de Laurita. " Fuera, no toques nada, todo eso me lo han regalado a mi ". " Vale, no toco, pero déjame aquí ".
Toda la tarde entra gente, cada una con su paquetito de chuches o de juguetes. Laurita acapara todo y a veces, como una reina altiva, le alarga un chupachups o le deja tocar una Barbie. Está muy cansada del ajetreo, hay que dejarla descansar, Pedro tiene que volver a casa con sus padres. Moja con desganas las galletas en el vaso de leche y se mete en la cama, pero no puede dormir. Parece mentira la cantidad de cosas que puede regalar la gente.





A la mañana temprano, se levanta decidido, se pone la capa de Superman del disfraz de Carnavales y abre la ventana de su dormitorio. Arrastra la silla y se sube al alféizar, se sienta a horcajadas sobre él y mira a la calle, que pequeños parecen los coches. Piensa que si a Laurita le han regalado tantas cosas por caerse desde un primero, ni se imagina cuantas le darán a él que vive en un tercero.
Se sienta con las piernas colgando hacia la cale, extiende los brazos sujetando los picos de la capa con los dedos y vuela......

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