Cuando era pequeño, en casa siempre se hablaba del pinar de la Abuela como si fuese poco menos que El Dorado. Mi madre y su hermana, que por aquellas épocas andaban a la cuarta pregunta, no paraban de tramar para que algún allegado se encargase de darle una tala con el que sacar unas pesetas para tapar los agujeros existentes en la economía doméstica, más numerosos que canas en cabeza de viejo. Y con este fin incordadiaban a un hermano o a un sobrino voluntarioso que estuviese dispuesto a subir un día hasta el pueblo en busca de un vecino que quisiera comprar una tala y recuerdo al menos un par de ocasiones en las que consiguieron su propósito
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Verdaderamente nunca llegué hasta el pinar por estar muy lejos de casa pero, por lo que oía decir, la finca se encontraba en la ladera de un monte por encima de la aldea de Outarelo y tenía una gran extensión ocupada casi toda por pinos y enormes castaños crecidos a lo largo de los años, pero sus lindes no estaban bien definidas porque se entremezclaban con los de otros vecinos que, según no se cansaban de repetir madre y tía, se aprovechan de nuestra asucencia para hacer deshacer en nuestra heredad.
El pinar era el último resto de la herencia de los abuelos, las últimas escurriduras del granpatrimonio familiar formadas por fincas, viñas y huertas dispersas a lo largo del valle y que se fueron comiendo sus hijos poco a poco, pues el abuelo tuvo la mala idea de irse joven de este valle de lágrimas y dejar sola a la abuela rodeada de una caterva de hijos que, pasado el tiempo se dedicaron a lo mismo, procrear con afición, sin esforzarse mucho por trabajar.
Pasaron los años, nacieron unos, murieron otros y ya apenas sabíamos donde estaba el pinar y quien era su verdadero dueño. Unos decían que se había vendido pero otros, entre ellos mi madre, sostenían que seguía siendo nuestro porque dado el gran número de herederos había sido imposible conseguir la firma de todos para formalizar la venta y mi madre añadía que bien administrado nos podría sacar de apuros a todos. Y con esa idea en la cabeza se fué de este mundo, no sin recomendarme la última o penúltima noche que pasó en su casa, que no me olvidase de buscar las escrituras de la propiedad para compartirla con toda la caterva de primos.
2 comentarios:
je je ya me contaras que es eso de la cuarta pregunta
muy facil nene.....estar sin un duro
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