domingo, noviembre 09, 2014

El gregario



Lehar está harto de esperar sentado en su silla hasta que llega el momento de enfrentar las dos hojas de los platillos y hacerlos entrechocar con fuerza. Los de la sección de cuerda están todo el rato dale que dale, los de la del metal soplan sin parar y él se pasa las horas muertas esperando que el director se digne hacerle una leve indicación para que haga chocar su instrumento. Con el agravante de que no puede pensar en sus cosas pues ha de estar atento a que no se pase su fugaz instante de actuación y así concierto tras concierto, los demás luciéndose y él haciendo ruido apenas durante breves instantes. Para eso se pasó tantos años en el conservatorio, para hacer tachín, tachín de vez en cuando. Y encima pocas veces. Nunca podrá olvidar el día que oyó a su madre hablando con una amiga: " Ojalá estudiase piano en lugar de eso que hace porque si un dia se cansa del conservatorio, un piano siempre decora en una casa, pero tu me dirás que hago yo con los platillos ". Y cuando tras un concierto exitoso el director hace saludar al primer violín o al arpista o al del fagot en la vida le hace una seña a él para que se levante.



De cualquier modo Lehar se siente músico por encima de todo y sigue atento a la partitura y al desarrollo de la obra. Cuando se acerca su momento se levanta muy solemne, sujeta las dos hojas de los platilos con sumo cuidado y cuando el director da la entrada hace sonar su nota correctamente. Un día se va a cansar de ser un don nadie en la orquesta, piensa mientras se vuelve a sentar y no va a tocar cuando le corresponda o lo que es peor va a aporrear los platillos hasta que se harte y lo echen del escenario. Mientras suenan los aplusos una y otra vez, el director saluda, los solistas saludan y Lehar mete su instrumento en su caja. El día que se harte, verán.

2 comentarios:

redondeado dijo...

Buenas... Curiosamente hace tiempo fui a un concierto con un amigo que es músico y le planteé la misma duda: Qué aburrimiento ser el de los platillos, ¿no? Por lo que me comentó en respuesta a esto, los percusionistas saben tocar casi todos los instrumentos de su área y se van rotando para que el trabajo sea más variado. Al menos eso es lo que me dijo y yo le creí.

Una solución que podría aliviar un poco a Lehar sería que su orquesta interpretase más obras de Luis Cobos, con lo que el chim-pun chim-pun continuo estaría asegurado y no se aburriría tanto.

Dicho esto, puedo imaginarme a Lehar en el momento de estallar de rabia y liarse a platillazo limpio con toda la orquesta, persiguiéndolos uno a uno mientras suena la música de Benny Hill xD

cal_2 dijo...

1. yo tampoco sabia eso que dices pero agradezco conocerlo. Yo me imaginaba al percusionista en una orquestina de jazz desquitandose a tope o en algun grupo de rock.
2. en cuanto al final a todo ruido que dices es una de las dos ideas que barajé para completar este relatillo pero veo que tu lo has hecho perfectamente.