jueves, septiembre 18, 2014

Fabula de la hormiga concienciada


Una interminable hilera de hormigas desciende cachazudamente por la ladera de la colina , sorteando todo tipo de obstáculos que encuentan a lo largo del camino. Sortean charcas, salvan palitroques, suben por piedrecillas que son como montañas para ellas, con su presa bien agarrada, camino todas del hormiguero sin detenerse ni para tomar un respiro. A la entrada se produce un revuelo pues todas quieren llegar a la vez al almacén donde la Contable Mayor asienta en la ficha de cada una la carga del día. Se rumorea que esta noche podría coronarse a la hormiga más activa y productora de la comunidad y todas están locas de nerviosismo para ser la agraciada. Entre las filas desorganizadas de las hormigas corre el rumor de que la ganadora pasará una noche loca de pasión con Jhon MacHormix, el ídolo de todas las hormigas marchosas.


 
 
Se escucha un rebumbio a lo largo de la colmena. Son las contables menores que baten con fuerza sus patitas contra el suelo para que se aquieten las obreras y depositen de una vez toda la carga. Una vez aliviadas del peso y contabilizado este, resudadas, renegridas, reunidas todas las hormiguitas se espatarran a lo largo del hormiguero, abanicandose con las patitas en el vano empeño de que un poco de aire fresco llegue hasta ellas.
Se oyen cuchicheos que las encargadas de mantener el orden intentan acallar, pero es como un trueno suavecito que sube del fondo de la tierra, todas las hormigas murmuran pensando en quien puede ser la ganadora. De pronto, allá en el túmulo donde se aposenta la Contable Mayor se ve un resplandor, las hormigas milicianas agitan alas de libélulas recién acarreadas y lanzan gritos que hacen silenciar  a todo el hormiguero.



 

Con toda la pompa hace su entrada la Reina montada en el lomo de una oruga y se sienta con elegante desmayo en el sitial que le han preparado, rodeada de su corte de aduladores. Avanza muy ceremoniosamente la Contable Mayor, se inclina ante la Reina para solicitar su venia y después se gira muy lentamente hacia la espectante concurrencia. Tras exponer datos y más datos macroeconómicos sobre la actividad del hormiguero hace una pausa prolongada que hace subir la expectación hasta límites enormes. " La ganadora es....", una larga pausa, un suspiro hondo sale del tórax de todas las hormigas...." La ganadora es Hor-brera 455559 ". Se forma un revuelo tremendo, todas las hormigas se agachan para comprobar su matrícula y ver si se trata de la agraciada.
De pronto, en un rincón alejado se oye una vocecita, a la que cuesta oír en medio del pandemónium desatado ...." Soy yo, soy la que ha dicho ustéd , ese es mi número de control".



" Acércate mi hija, para que todas te aplaudan y puedas disfrutar del premio ", le dice la Contable con el tono más paternal y melifluo que puede expresar para que la pobrecita pierda el miedo, mientras a sus espaldas Mac Hormix luce musculatura que hace estremecer de deseo a las obreras más cercanas.
" No, no quiero el premio, dijo ella. Mi única satisfacción es el trabajo bien hecho, el aportar toda mi fuerza a la comunidad. Solo pretendo entregar mi vida al bienestar común para que todos seamos más felices ".
" Horror, se ha colado una libertaria en la comunidad ", gritó con indignación la Contable Mayor, mientras la Reina se desmayaba con gran alharaca. " Que la lleven lejos de aquí, fuera de nuestro hormiguero, no queremos que esas ideas disolutas puedan estropear las humildes mentes de nuestras inocentes obrerillas ".




A empellones fué sacada al exterior del hormiguero, sin hacer caso a sus lágrimas ni a sus protestas, reiterando entre sollozos que era una simple obrera que solo queria trabajar sin buscar premio alguno a cambio.
No hubo clemencia. Las puertas del hormiguero se cerraron con estrépito a sus espaldas y la pobre se dejó caer sollozando amargamente. Pero pronto volvió a sentir el ímpetu trabajador y se fijó en una enorme grosella madura e intentó volver con ella sobre su lomo hacia el hormiguero, pero una barrera de patitas le imopidió la entrada. Dejo caer la grosella, cabizbaja y triste, pensando que tal vez en una colmena las abejas serían más comprensivas y le dejarían un hueco en su cadena productiva.
A la tonta de ella no se le ocurrió que, de saber cantar, mejor habría sido buscar la compañía de las cigarras e irse de farra con ellas.

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