viernes, julio 12, 2019

18 días en el sur de italia. Cuarta parte

Día 14
Después del desayuno pagamos el alojamiento ( 210 euros por tres noches con un desayuno frugal y monótono ) emprendimos la visita a Ercolano. Tan hermoso como Pompeya pero de un recorrido más reducido. Eso, unido a que no había aglomeración de visitantes, nos permitió disfrutarlo bien a pesar de que el sol pegaba fuerte.














Nos dirigimos al cercano aeropuerto de Nápoles para entregar el coche en el que hemos hecho el recorrido hasta ahora. Buscamos un taxi que nos llevase a nuestro alojamiento en Nápoles y allí disfrutamos de una excelente escena de película italiana. El taxista no sabía bien donde dirigirse, no parecía dispuesto a usar su navegador, con lo que se montó un debate con una docena de taxistas que pujaban por explicarle por donde nos tenía que llevar. El trayecto a la ciudad es corto y barato ( 25 euros ) y llegamos sin titubeos a nuestro destino.
El apartamento elegido para Nápoles fue todo un acierto, por situación, por comodidad y amplitud del alojamiento, pero en especial por la amabilidad de la encargada de B&B Alchimia Napoletana que nos dió información muy útil para movernos y comer bien en la ciudad. Salimos a una toma de contacto con la ciudad y vimos que se ajustaba a la idea que teníamos de ella donde el caos de tráfico es asombroso. Las personas cruzan por donde quieren, las motos zigzaguean entre ellas y los coches parece que van a arrollarte pero nunca pasa nada, nadie chilla y nadie se altera.
Nos sentamos a tomar un helado y un delicioso " babá " en " Scaturchio " en la plaza de santo Domingo Mayor. Cerca de nosotros un grupo de japonesitos se dedicaban a recoger la basura que sembraba el suelo, entre niños que jugaban al lado de los abuelos. Fuimos a cenar a la pizzeria " Sorbilllo " pero la cola era tan enorme que nos fuimos a otra de la zona. Puro turisteo. Pizza inmensa y pesada como si estuviese hecha con restos de Ponpeya.












Día 15
Tomamos el bus 604 que asciende renqueante hasta el museo de Capodimonte. Al oirnos hablar en español, pronto una señora se ofreció solícita a darnos información de cual era la mejor parada para bajarnos y pronto se entabló un amplio diálogo entre los demás ocupantes todos ellos disputando por informarnos lo mejor posible.













El museo está en medio de un inmenso y muy bien cuidado parque y la entrada cuesta 12 euros. Se ve en dos fases con un descanso entre una y otra de al menos una hora. El motivo no lo sabemos pero tal vez no hay personal suficiente y lo reparten así. La colección de pintura es magnífica y disfrutamos enormemente de ella. La cafetería del patio es tranquila, sirven un excelente café y creo que es el primer museo que visitamos en que los precios son más baratos que en la calle.
A mediodía decidimos bajar la cuesta para visitar la basílica de san Genaro pero estaba cerrada por obras y pasamos de ver el museo de exvotos del santo. El tráfico es inenarrable pero, sorprendentemente, no vimos accidentes ni nada parecido. Cruzas una calle y las motos te van sorteando por todas partes pero nadie chilla ni se pone nervioso. Llegamos al centro de la ciudad y nos dedicamos a callejear por el dédalo de calles que son un verdadero monumento en sí. Las calles y las personas.








Fuimos a cenar en un local que nos recomendó la dueña del apartamento. La Pescaderia Azurra durante el día expone en la calle todos los pescados del mar , frescos a más no poder y a media tarde se ponen las mesas en la calle para que la gente se siente a comer. El pescado esta buenísimo, la pasta es deliciosa y el vino blanco te lo sirven en vasos de plástico unos camareros que parece que acaben de llegar de descargar pescado en los muelles. Una cena de primera y a un precio mínimo.

Dia 16
 Volvimos a tomar el bus 604 hasta la parada del Museo Arqueológico. La entrada también son 12 euros y se puede visitar con calma pues, aunque hay mucho turista, las salas son muy amplias, las obras están bien dispuestas y no hay sensación de agobio. El contenido del museo es una maravilla con la Colección Farnesio, o los mosaicos y murales de Pompeya que son a cada cual más bello o el gabinete Secreto que ahora se puede visitar libremente y donde vas oyendo las risitas contenidas de alguno/a al ver los penes y demás muestras del arte erótico.







De allí nos fuimos al maravilloso Museo Diocesano situado en Donna regina. la entrada son 7 euros y no permiten fotografiar pero su contenido es una gozada. Recorrimos las dos iglesias disfrutando de sus obras sin cruzarnos con nadie.







Muy cerca está el Duomo que merece una visita detallada y donde se encuentra la capilla de san Genaro donde hay una locura de piezas de plata de todos los tamaños y formas. A pocos minutos está la iglesia de Pío Monte de la Misericordia. La entrada son 5 euros y merece la pena por disfrutar del maravillo Caravaggio que preside el altar mayor. El resto de la obra es totalmente prescindible. Nos sentamos frente al cuadro disfrutando de " Las siete obras de misericordia " hasta cansarnos. La iglesia de los Dominicos merece una visita de médico, a toda carrera. El templo del Jesús es inmenso y frío como otros templos jesuíticos.






Cenamos en otro lugar recomendado por nuestra anfitriona. " Nennela " está en una de las callejuelas del barrio español. Tuvimos que hacer cola en la calle esperando a que nos dejasen entrar, y entonces comenzó un jaleo que parece caótico pero que está bien organizado. Te largan el menú, te lo sirven rápido entre una música atronadora y el griterío de los camareros, pero la pasta es fresca y rica y la cena muy buena...y pagamos 42 euros por cena con dos platos, postre y vino para tres.








Día 17
Entramos en el metro de Nápoles y parece que estuviésemos en otro mundo. Moderno, con arquitectura vanguardista y original, muy limpio y con un silencio sepulcral en los andenes...hasta entrar en un vagón donde se nos echa encima todo el griterío de los napolitanos
.

Nos dirigimos hacia la Cartuja situada en lo alto de una colina al lado del Castillo Nuevo. Después de dejar el metro nos tocó ascender un bue trecho por un barrio más elegante y tranquilo que la parte antigua. La entrada son 6 euros y la visita es cómoda. Destaca sobre todo la hermosa virgen de Bellini y las magníficas vistas sobre la bahía y el Vesubio al fondo, con una neblina que cubría todo dando un color especial al panorama.









Frente a la cartuja está la escalera que lleva al centro de la ciudad. Mira que bien, como es cuesta abajo, podemos bajar cómodamente disfrutando del paisaje. Craso error. La escalera la forman amplios escalones de unos tres metros de fondo cada uno, con lo que el descenso se hace fatigoso en extremo, pero ya no había más opción que seguir. A medio camino está el funicular. Menos mal.En el vestíbulo está una máquina expendedora de billetes que no funciona y una taquilla con un trabajador que no despacha billetes pero que nos informa que hemos de ir a comprarlos a un bar que está a unos 200 metros. Sin comentarios.










Fuimos a visitar el convento de santa Clara. Su iglesia, impresionante, la visitamos brevemente pues acababa de haber una boda y nos echaron con cajas destempladas. La entrada al claustro y al museo cuesta 7 euros pero merece la pena. Después nos acercamos a san Lorenzo con otro claustro muy hermoso y un interesante recorrido por la Nápoles subterránea. Como broche del día nos acercamo a la capilla Sansevero, La Piatella, para visitar su mausoleo. No se pueden hacer fotos y cuesta 9 euros pero ver de cerca " El cristo velado " de Giuseppe Sanmartino los merece cuyo cuerpo esta cubierto y abrazado por las veladuras de mármol. Eso y el resto de obras que atestan este templo masónico, en especial las " máquinas anatómicas " del sótano, dos cuerpos totalmente descarnados en los que se representa con absoluta fidelidad la circulación del cuerpo humano.











Volvimos a la " Pescadería Azurra " para la cena de despedida. Es una delicia acercarse a los mostradores y elegir el pescado fresco que vas a cenar. Tres platos de pasta fresca con media langosta, dos doradas salvajes y un calamar a la plancha, una fuente de fritura de pescados y dos botellas de vino blanco por 95 euros. Felices a la cama.





Día 18
Las últimas horas en Nápoles las dedicamos a recorrer la plaza del Plebiscito. Primero recorrimos y tomamos un café en las Galerías Umberto I muy similares a las de Milán. Pasamos frente al teatro de la ópera de san Carlos y entramos en la inmensa y fría Basílica de san Francisco de Paula, un inmenso mamotreto neoclásico. Cerca está el castillo del Huevo y el mar. Pero el tiempo apremiaba para hacer la última visita en el palacio Zevallos en plena vía Toledo. Ahora es la sede de una banca y la entrada de 5 euros la tuvimos que pagar con tarjeta porque en la taquilla no tenían cambios de moneda... Vimos y disfrutamos de la maravillosa obra de Caravaggio, su última obra, " El martirio de santa Úrsula ", un verdadero sueño.











Recogimos el equipaje que habíamos dejado en el apartamento y cogimos un taxi al aeropuerto. 24 euros el trayecto. Cuando el taxista supo que habíamos bajado andando el día anterior por las escaleras del castillo nos preguntó si estábamos locos. Vuelo de vuelta con escala de tres horas en el sobrecargado aeropuerto de Bérgamo cuya sala de espera se hacía más irrespirable a medida que pasaba el tiempo y llegada a Alicante. En casa 





No hay comentarios: