lunes, abril 15, 2019

18 días en el Sur de italia. Segunda parte


Día 6.
Empezamos mal el dia. El alojamiento en el B&B Il girasole nos costó 162 euros por dos noches por una habitación que fue moderna en los años 70 del pasado siglo, con una buena terraza y con un desayuno muy deficiente. Lo peor fue que, al abonar la estancia, el dueño, de malos modos y antes las personas que desayunaban en el hall de la casa, nos dijo que si pensábamos irnos sin pagar el vino que nos había ofrecido a nuestra llegada. El desconcierto fue grande pues, según rezaba su oferta en Booking " se ofrece vino y un regalo de bienvenida ". Abonamos los 16 euros por las dos medias botellas, nos quedamos sin regalo y este hombre le dió orden a la mujer que subiese inmediatamente a ver si habíamos dejado mal la habitación, ante la mirada curiosa de los otros huéspedes. Un verdadero modelo de como gestionar mal un negocio.














La jornada la dedicamos a recorrer el valle de Itria.  Salimos a hacer la primera parada del día en Polignano a mare, un hermoso pueblo costero muy limpio y con unas impresionantes vistas de acantilados sobre el mar. Calles blancas, casas de piedra, una muy hermosa playa, rincones muy bellos y la estatua de Domenico Modugno, oriundo de aquí,  en el paseo marítimo.




De allí nos fuimos al interior, a Alberobello, el pueblo famoso por los " trulli ", edificaciones de mampostería de piedra sin mortero y cubiertas por un tejado de forma cónica. Todo el pueblo está lleno de estas características construcciones de las más diversas formas y las casas están enjalbegadas. En la plaza mayor se celebraba la fiesta patronal por lo que se hizo imposible acercarse a ver la iglesia, acordonada por los municipales para evitar el paso.





La carretera hacia la próxima parada, Locorotondo, transcurre entre olivares y " trulli " sembrados como si fueran setas por todas partes. La parte antigua de Locorotondo está en lo alto de una empinada colina y es otro pueblo más donde callejear por sus calles empedradas. Desde el parque hay una vista impresionante sobre el mar de olivos que se extiende a sus pies. 










Paramos por casualidad en la cercana ciudad de Martina Franca y fue todo un acierto. No me explico como en las guías no la nombran. La ciudad es una borrachera de palacios e iglesias barrocas, que recuerdan a las ciudades del sur de Sicilia. Un grandioso palacio ducal a la entrada de la parte antigua e iglesias y palacios barrocos por todas partes, destacando la muy bella basílica de san Martino con una hermosa fachada barroca y un interior espléndido. 




Cisternino se encuentra cerca y es tal vez la más sencilla de las ciudades del día de hoy pero la impresionante vista sobre el campo de olivos salpicado de las manchas blancas y grises de los " trulli "merece una parada. Su catedral es sencilla y las calles son estrechas y hermosas como las de  todos los lugares que vamos recorriendo.




La última visita fue a Ostuni. Impresiona la vista de la ciudad desde la lejanía, con su catedral  encaramada en lo alto de una montaña y rodeada de casas amuralladas de color blanquecino. Como llegamos al atardecer, las calles hervían de gente. Desde la plaza de la Libertad donde está la iglesia de san Francisco se asciende por calles serpenteantes hasta la catedral, pero con montones de sitios donde parar y disparar la cámara. La catedral, con su hermosa fachada barroca dorada por el sol es digna de ver, aunque el interior de la misma defrauda un poco.





Llegamos a Lecce al final de la tarde de un fin de semana, con lo cual no voy a describir el caos de tráfico, máxime que para buscar nuestro alojamiento tuvimos que pasar por calles en obras, con lo que volvimos loco al navegador del coche. Pero al fin llegamos al B&B " Il giardino dei sogni ", el mejor alojamiento que hemos encontrado a lo largo de todos nuestros viajes por Italia. Situado en la planta baja del un palazzo del XVIII y rodeado de un hermoso jardín, merece la pena por encima de cualquier otra consideración. 180 euros por dos noches de alojamiento con aparcamiento y un desayuno increible, alojados en un apartamento privado de no menos de 80 metros cuadrados. Aunque lo mejor son sus dueños, una pareja de argentina y milanés que miman a sus huéspedes y que se desviven por hacer la estancia agradable.
Salimos a un primer contacto con la ciudad y cenamos en la " Locanda dei ragioneri ", a base de pescados frescos y verduras de la zona, muy bien en cuanto a calidad y precio. Y a la cama.
   




 Día 7
Dedicado íntegro a Lecce. Tras un estupendo desayuno en el jardín del alojamiento con repostería y pasta preparada por la dueña comenzamos el recorrido de esta maravillosa ciudad, donde cada rincón tiene su encanto y cada calle por la que pasas sorprende más que la anterior. Docenas de iglesias en las que perderse, en algunas con un sacristán un tanto avinagrado que no te quita ojo por si quieres hacer fotografías. Fachadas de palacios barrocos llenos de encanto. En el centro está la enorme plaza del Duomo está la basílica de la Santa Croce con una bella fachada a la que está adosada un campanario muy alto. Su interior es puro barroquismo y la cripta es muy bella. En esta misma plaza está el museo diocesano. La guia del Trotamundos le adjudica " dos paseantes "`por su interés pero, tras la visita, creo que puede decirse que el museo cojea por lo que recomiendo que se evite la entrada para dedicar el tiempo a cosas más bellas.





En verdad es que toda la ciudad en sí es un museo con palacios, iglesias, patios, rincones de gran belleza, edificados con la piedra leccese que tiene tonalidades de miel. Lo que sí fue una sorpresa es el Museo Faggiano. El propietario del edificio, con vocación de arqueólogo se dedicó a desentrañar todos los secretos del mismo y es como un compendio de la historia de la ciudad. Es muy curioso y lleno de encanto.





Llama la atención una artesanía local: las figuras de pasta de papel " cartapesta " con las que, con ayuda del fuego, se dan forma a imágenes de santos o figuras de belen o imágenes populares de gran belleza.
Y si hay un lugar que es pecado perderse en Lecce es " Natale ", una pastelería fastuosa con los helados, pasteles y chocolates más deliciosos del mundo. Parada obligatoria.
Terminamos el día cenando en " Alle due conti " en medio de la ciudad antigua, donde hay una cocina tradicional maravillosa servida por un personal cuanto menos curioso. Sabores mediterráneos, caseros y deliciosos. La vuelta a casa por las calles silenciosas, con la piedra brillando por la luz de las lámparas fue la corona de un día espléndido.






Día 8
Después de un estupendo desayuno servidos por esta pareja maravillosa, propietarios del B & B, el polo opuesto al impresentable de Bari,  seguimos ruta hasta la cercana ciudad de Otranto. Otro ejemplo de hermosa ciudad frente al mar. Se accede a través de la puerta de la muralla a la ciudad antigua y por callejuelas muy hermosas se llega a la basílica, en cuyo interior destaca una magnífica cripta y, en especial, un inmenso mosaico que cubre todo el piso del templo. " El árbol de la vida " presenta todas las imágenes bíblicas , como si un inmenso " comic " se abriese ante nuestros ojos.














Tuvimos la fortuna de que ese día se había terminado una celebración lo que nos permitió disfrutar de su contemplación hasta que la aparición de un cura malhumorado acabó con el deleite. Muy cerca está el castillo de Otranto, una enorme fortaleza aragonesa y que me recordó la novela gótica de Walpole.
De allí nos acercamos a la cercana ciudad de Galatina, otro ejemplo de ciudad en el que el barroco y el románico se entremezclan con hermosas casonas y palacios. Pero la joya es la basílica de santa Caterina en la que una hermosa fachada románica da paso a un interior barroco cuyas paredes y techos están cubiertos por unos magníficos frescos llenos de belleza y colorido. pero un diabólico sacristán persigue a los turistas que, como es mi caso, tienen el " síndrome del dedo tonto " y desean fotografiar todo. Así que me dedique a tolerarlo y robar las fotos que pude. Contiguo al templo hay un sencillo claustro pero que tiene unos frescos que, de puro ingenuos, son muy bellos con imágenes del más puro cine " gore "... Y aquí no está el sacristán.









Seguimos hasta Nardò a pesar de que la guía apenas si le presta atención. Y la sorpresa fue magnífica pues fue una de las ciudades más bellas de todo el recorrido. En el centro de la ciudad antigua está la plaza Salandró cuya sola visita justifica la parada. Palacios barrocos con hermosas arcadas, el obelisco barroco en el centro y las fachadas de los templos que dan a ella, todo ello forma un conjunto muy bello. Nos dedicamos a recorrer las calles y entrar en los múltiples templos que encontramos a nuestro paso.



De pronto, en cuestión de segundos, se puso el cielo todo negro y se desató la tormenta. Se abrieron los cielos y comenzó un aguacero tan tremendo que no nos dió tiempo a refugiarnos en ningún sitio y nos guarecimos bajo una marquesina. El agua corría por la calzada como un río y me tuve que subir a un poyete para no meterme en el agua. Y llovía cada vez más. De pronto llegó un coche a la plazoleta, se bajó una mujer y me dijo que si me quería refugiar en su casa y como le dije que no, apareció al momento con un paraguas para que me protegiese, intento inútil ante tal aguacero. Se despidió recordándome que su casa estaba abierta para lo que quisiera. Poco a poco se fue aplacando el temporal y chapoteando pudimos volver al coche para seguir viaje hasta Taranto.




Esta es una ciudad un tanto complicada para circular. Nos alojamos en un B&B en la zona nueva. Una casa moderna, una habitación amplia en un piso compartido pero por 80 euros con un buen desayuno a la mañana siguiente en el comedor de la familia, muy amable.
Salimos a cenar en " L´orologio ", un lugar muy peculiar situado en la zona limitrofe con el puerto y al ciudad antigua. Servicio rápido y amable y platos de pasta y pescado a dos euros. Cenamos de maravilla con dos frascas de vino blanco para los tres...y pagamos 44 euros.
Un día completo.






Día 9 
Por la mañana recorrimos Taranto. Hay que aparcar fuera de la ciudad antigua y esta parece un decorado de una película de guerra: es un contraste grande con los otros pueblos visitados donde resplandecen los colores vivos. Aquí predomina el gris y los edificios están derruidos como si los hubiesen bombardeado recientemente, en las calles apenas se ven personas y hay que tener cuidado pues aparecen repentinamente vehículos circulando a pleno gas. Una patina verdosa recubre las casas y se nota humedad en todas partes. La ciudad ha sufrido mucho la contaminación pero todo tiene una belleza extraña. Callejeando entramos en algunos templos hermosos, destacando la basílica de san Cataldo.



Hay que tener presente que en esta zona la mayoría de los templos cierran de 12 a 16 horas, por lo que conviene planificar las visitas para evitar encontrárselas cerradas.
La siguiente parada fue todo lo contrario. Altamura es una ciudad luminosa, famosa por el delicioso pan que se hace aquí. Y como siempre: callejear y visitar todos los templos, destacando la hermosa catedral con una fachada barroca en el centro de una plaza donde una cerveza helada en una de las terrazas de la misma sabe a gloria bendita. De allí nos acercamos al Pulo de Altamura, una inmensa hondonada como un embudo situada en medio del campo.







Llegamos a Matera, la capital de la Basilicata. El gran acierto fue el B&B elegido para esa noche. " El giardinetto " está situado en la planta baja de  un edificio moderno situado a dos pasos de la ciudad antigua. Tiene parking privada y su dueña fue la más amable que encontramos en todo el viaje. Un apartamento muy amplio, un buen desayuno y permiso para aparcar el tiempo que nos dio la gana al día siguiente, todo por 70 euros.


Matera es una ciudad idónea como escenario de películas. Allí Pasolini rodó " El evangelio según san Mateo " y, más recientemente el " Ben Hur ".
Salimos a recorrer la ciudad.A pesar de haber leído mucho sobre ella, verla en vivo no tiene nada de comparación. Era la hora del atardecer, caía una lluvia muy fina y la imagen de los " sassi " vistos desde los miradores con la piedra dorada por los últimos rayos del sol y brillante por el agua y las primeras luces encendidas por ese laberintos de escaleras y callejuelas  nos produjo una enorme impresión. Recorrimos toda la parte alta del la ciudad, el barrio Civita, como todas pero en mayor número de templos, casonas, palacios, rincones...la catedral en lo alto es muy hermosa. Cenamos muy bien en " Nadi " en una casa antigua en medio de los " sassi "con un excelente vino de la zona. Y allí nos dejamos abandonado el paraguas que me habían regalado en Nardò pero, por no volver a bajar y subir esas escaleras tan empinadas, lo dejamos estar.












Día 10.
 Madrugamos para hacer el recorrido más completo posible por los " sassi "de
Matera. Son dos zonas diferentes, aunque se entremezclan y en ambas es un conglomerados de callejas, escaleras en todas las direcciones, como si no se dejase un rincón libre. El sasso Barisano y el sasso Caveoso tienen rincones llenos de belleza y tuvimos la suerte de que, a causa del mal tiempo, no había excesiva gente dando vueltas como nosotros. A las diez de la mañana se abren las iglesias rupestres que es imprescindible visitar: la pena es que la fotografía está prohibida en el interior, pero es tanta la belleza de las pinturas murales, su simplicidad y colorido que no importa no hacer fotografías.














Santa Lucía alle malve, Santa maría de Idris, san Pedro Caveoso... y el convento abandonado de san Agustín tallado en la roca. Finalmente llegamos a la iglesia de san Agustín que, en principio parecía una iglesia sin más, hasta que descubrimos la iglesia rupestre oculta a la izquierda del altar mayor. Por cinco minutos nos perdimos de visitar el Palombero  y sus cisternas subterráneas. Y en las afueras de Matera hay otra maravillosa iglesia rupestre para la que es preciso concertar cita.





Nos dirigimos hacia el oeste a través de carreteras de montaña que, de no saber que estábamos en el sur de Italia, parecerían paisajes del norte de nuestro país. Bosques, arboledas, pueblecitos colgados de las faldas de la montaña. Llegamos al bello valle del Diano en cuyo centro se encuentra Teggiano, colgado en lo alto de la montaña con unas vistas espectaculares. la tarde era lluviosa y los cielos gris azulados. Dormimos en el hotel "Antichi feudi ", creo que éramos los únicos huéspedes esa noche. Cien euros por una habitación muy sencilla en un establecimiento un tanto pretencioso y con una recepcionista bastante " borde ". Vimos atardecer desde el mirador de la plaza con unas bellísimas imágenes del valle y las montañas lejanas. Cenamos bien en el hotel con un excelente vino de la zona.











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