viernes, diciembre 06, 2013

LINEA 4. ALGUNA VEZ TE CONTE. VIII

Este escrito lo subí al blog en abril del 2.006 y he pensado en darle una nueva oportunidad.

La idea de este viaje surgió un día de risas en el Metro de Madrid acompañado de mis amigos Alfonso y Félix el del " realismo mágico de Gumiel ". A este le debo el inicio del recorrido y la localización del plano del Metro. Y la idea de la última estación es de mi amigo Alex, de quién he parasitado por completo la idea. Gracias por todo a los tres.

Acababa de llegar a Novelda y me animaron a participar en un concurso de Novela Corta. La primera y única vez que lo he hecho. Y obtuve el premio al autor local. Siempre he sospechado que no se presentó nadie más.
















ARGUELLES
Me resisto a bajar las escaleras de la boca del metro ante la belleza de las nubes que se arraciman sobre mi cabeza. La gente del barrio dice que a esta hora de la tarde, si miras con fijeza hacia el cielo, tienes la sensación de ver un mar encrespado, pero en lugar de los graznidos de las gaviotas o del suspiro del aire, oyes el clamor de los coches, las bocinas desaforadas y los gritos de las pandillas de chicos que pasan a tu lado. Y no hay olor a algas secas o salitre, sino a asfalto recalentado suavizado por un tenue aroma a rosas que viene del jardín cercano.

Maldigo la idea de tomar el metro, de empezar la línea cuatro pero alguna vez he de hacerlo. Miro por ultima vez hacia el cielo, bajo lentamente las escaleras y de pronto me invaden los aromas fuertes, acres de los pasillos del metro, esa locura de subir y bajar escaleras, con la gente que pasa veloz a tu lado como sin sentido, como si se les fuese la vida en encontrar su pasillo correspondiente. Miles de vidas que se entrecruzan , de las que solo te queda el rastro fugaz de un rostro, de una mano que sostiene una bolsa de la compra o el libro que acompaña en todos esos minutos muertos que se pasan dentro de los vagones.
Llega mi tren. Carreras, apretones en busca de un asiento libre. Se pone en marcha y vez más rostros que son solo impresiones fugaces, un ciego sentado en un banco con un san Bernardo echado a sus pies y, de pronto, la oscuridad del túnel.




SAN BERNARDO
San Bernardo de Claraval....que hace un visionario del siglo XII en mitad de la línea de Metro de Madrid. Un hombre que tocado de la fe divina consigue arrastrar tras de si a la vida conventual a padre, hermanos y todo aquel que se acercaba a un tiro de piedra de su palabra. Y menos mal que no existía internet ni la tele o, en caso contrario, los conventos tendrían que ser como estadios de futbol.
Pero creo que voy a recordar a otro Bernardo más cercano a mi. De sus andanzas sé por aquellas cosas que se oyeron de siempre en casa. Es uno de los hijos menores de esas familias dilatadas de principio de siglo. El padre muere joven y la madre ha de lidiar con los restos de la hacienda y toda la caterva de crios que hay que sacar adelante. Pero Bernardo, siguiendo el ejemplo de los hermanos mayores, es un señorito de los que usan pajarita, bastón de caña y toma café en el casino mientras el señor Esteva aporrea mazurcas en el viejo piano. Estudios no tiene porque nunca le gustaron los libros. Y oficio manuel es impensable en él, que es hijo de buena familia. No va a rebajarse a vender clavos a peso o somieres de metal en la ferreteria de su casa. Paseos por la plaza, miradas a todas las chicas jovenes, pellizcos en las nalgas a la Elvira mientras hace las camas o a la cocinera que se afana amasando la harina para hacer una espanada de zorza .....Y rumores de hijos secretos, desperdigados por las casas de los arrabales de san Roque. De pronto sienta cabeza y decide fundar una familia....tal vez porque hay mucha prisa. Ella es muy guapa, joven, con una tez tan blanca como la puede tener una señorita, pero su familia es de un nivel muy inferior pues andan de feriantes y esas cosas siempre se han mirado mal en el pueblo. Los hermanos mayores, tan señoritos como él, ponen el grito en el cielo.La madre, pequeña y con la carita como una manzanita de San Juán, siempre vestida de negro, se estruja las manos y pide consejo al párroco. Pero no queda más remedio que aceptarlo, pues hay algo o alguién que viene empujando con fuerza. Años de vegetar en una triste oficina a la sombra de la madre que siempre protege hasta que, empujado por su mujer, deciden romper con esa vida y emigrar.....a fin de cuentas eso en Galicia es tan natural como el respirar.
Y un día de los años 60 llegan a Bilbao para partir de cero y comenzar a vivir.


BILBAO
Siempre que pienso en Bilbao me viene a la cabeza el color gris plomizo de su cielo, esa luz del sol siempre atrapada entre nubes. Es posible que por caminos que ignoramos se produzca una comunicación de la linea cuatro del metro de Madrid a la estación que abre su boca en el Casco Viejo. Me viene a la cabeza ese relato del tren que un día, sin saber como, desapareció en las brumas de lo inverosimil en una línea de metro de Nueva York y pienso que tal vez haya unos hilos invisibles que comuniquen los metros de todas las ciudades del mundo.
Y, de este modo, sacas un billete en Madrid, te subes al vagón, abres tu novela, empiezas a dar cabezadas y te paseas por todos los subterráneos del mundo sin darte cuenta. De pronto sientes una sacudida, se para el tren y te fijas en los letreros de la estación que están escritos en un idioma totalmente desconocido.
En muchos de los pueblos del cinturón industrial de Bilbao también se ha producido una cosa similar....han desaparecido generaciones enteras de jovenes de treinta a cuarenta años por el veneno del caballo o de la coca.....chicos y chicas que a los veintipocos años se han metido en el tunel de la jeringuilla y se han volatilizado llenando los cementerios de adolescentes, pueblos donde los padres son en realidad los abuelos, donde falta esa generación intermedia. Una tumba medio abandonada con un jarrón lleno de crisantemos azules de plástico comidos por el sol y la lluvia y un retrato en sepia de un chico con perilla: Manuel Alonso Martinez 9/3/69 - 14/12/93. Tus padres y hermanos no te olvidan.


ALONSO MARTINEZ
Manuel Alonso Martinez dicen que nació con primer día dell año de 1827 en la ciudad de Burgos en un chamizo al pié de las murallas, cerca de lo que hoy es el paseo de los Cubos. En principio le llamaban " eh, tú " o " Manuel el expósito " hijo de una lavandera y de padre desconocido, tal vez alguno de los soldados que pasaron por la ciudad. Estudios no tuvo y pronto empezó a zacanear por una taberna donde iba a comprar al fiado vino para su madre. Tantos paseos dieron ella y su madre que, al final, consiguió padre y apellido.
Se sabe que sirvió al rey por tierras de Murcia y a su vuelta no tenía oficio ni beneficio. Su madre, que lavaba la ropa en una casa de buena familia, los Alonso, cuyo hijo era diputado y prometía mucho, consiguió para él la plaza de ayudante del verdugo de la ciudad. Dinero no era mucho, pero le dieron vivienda en una casucha cercana al penal, apartada de todo el mundo pues, para los vecinos, era poco menos que un apestado. Su vida se limitaba a vegetar, cuidar su huerta y hacer cada dia varias visitas a un chamizo cercano donde se despachaba vino y fritangas. Y a esperar las condenas a muerte.
Por eso, nadie podría entender jamás el mimo con el que les ponía el dogal al cuello, el orgullo con el que ajusticiaba a los condenados por la rúbrica de su protector, Don Manuel Alonso Martínez, Ministro de Gracia y Justicia de su Real Majestad. Se sentía parte de la cadena que protegía al Estado desde su tocayo el ministro hasta él, y aunque estaba siempre solo, la compañia de una jarra de vino tinto le hacía feliz mientras manoseaba un viejo libro con las páginas medio rotas y llenas de manchas de grasa, en la que se veía a Colón en su regreso a España después de su segundo viaje a las Indias cuando fué recibido por los Reyes Católicos en la casa del Cordón.


COLON
Colón Napoleón Rockefeller nacío en una cabaña a las orillas del lago Enriquillo, en la República Dominicana, antigua isla de La Española. Su padre, a falta de capital o tierras que pasarle, lo inscribió en el Registro con esa retahila de nombres de triunfadores, con la idea de que podían ayudarle a ser alguien importante en la vida. Pero a la vista de la situación actual, solo se quedo en eso, en buenos propósitos. Harto de malvivir llevando turistas americanos hasta la desembocadura de Los Borbollones para que pudiesen fotografiar rastros de iguanas o ver crías de cocodrilos, agarro un dia sus cuatro cosas y la guitarra que había sido del abuelo Práxedes y se busco la vida para llegar hasta Santo Domingo. A base de mil trabajos, mucha hambre y más de un robo a los turistas gringos consiguió el dinero para el pasaje y aterrizó en Madrid un día de Difuntos cuando más soplaba el cortante aire del Guadarrama.
Y aqui está como cada día, tocando su guitarra en uno de los túneles de la linea cuatro cerca de la boca de metro que lleva su nombre mientras ve pasar a ese reguero de gente que ni le ve, ni le oye y, lo que es peor, ni le echa unas monedas en la manta que tiene a sus piés. De vez en cuando se sienta en el suelo, saca de una vieja bolsa de Loewe de la calle Serrano un catálogo de viajes en las que se ven fotos de su isla, cierra los ojos y sueña con los aromas a café, a frijoles con cerdo y platano frito y una triste nostalgia le sube lentamente desde el corazón a la cabeza.


SERRANO
Se ve que estas líneas del centro son más provechosas para todos aquellos que pretenden vivir a cuenta de la caridad de los demás. Y yo pienso que es al revés, donde más pueden saber del sufrimiento y del dinero escaso para lleggar a final de mes, es en las estaciones del extrarradio. Al llegar a Serrano, se para el vagón y sale una riada de personas guiadas por el rumano que antes estuvo aporreando su acordeón para sacar apenas unas monedas. Con la nueva remesa de gente, entra un hombre de mediana edad, con una niña agarrada de la mano izuierda. En la derecha lleva un papel oficial todo mugriento en el que nos deja entreveer un membrete con muchos sellos ya borrosos y empieza su retahila, esa que no oye ni él mismo, pues el ruido del tren apaga su voz. Además, nadie quiere escuchar. Unos se refugian en su libro o en su revista de crucigramas, otros parapetados tras los auriculares de su ipod no escuchan, el resto miramos al techo o por la ventanilla. La miseria de los demás no nos conmueve si está cercana. Otra cosa seria si la vemos aseptica y distante a través de la tele, en alguno de esos paises abandonados de las manos de Dios y del tio Bush.
De pronto siento que me tiran del pantalón, miro hacia abajo y veo unos ojos inmensos que me sonrien tras una mano extendida. Sacudo la pernera, miro hacia otro lado y siento que una rabia triste y chiquita se aloja entre mi corazon y mi monedero. Quiero reaccionar, pero ya estamos en Velázquez y padre e hija salen rápidos hacia otro vagón para empezar la misma letanía, mientras yo me quedo rumiando mi miseria.


VELAZQUEZ
Yola taconea rápido camino de la boca de metro de Velazquez para que esas inoportunas gotas de lluvia no estropeen su peinado, con un paquetito de sándwiches de " Rodilla " en una mano y la revista " Glamour " en la otra.Baja con cuidado las escaleras para no manchar los inverosímiles tacones de aguja de sus zapatos nuevos, que son muy parecidos a los que llevaba la Infanta en algun bautizo de esos principescos que ha visto en el " Hola ". Una vez a salvo de la lluvia, se relaja y toma la desviación hacia Canillas, pues se muere de ganas de llegar a su casa. Por suerte llega pronto un tren y, para colmo de dicha, puede elegir asiento. Se pone comoda, pasa revista a su bolso, a sus zapatos, a su gafas de sol, todo ello de diseño, de " marca ".....bueno, en realidad todo ello de imitación, pero de primera imiticación, nada de esas cosas de tres al cuarto que venden los chinos a la entrada.
Está muy cansada, han sido muchas horas de pié atendiendo a clientas pesadas y gordas como focas que pretenden que su culo XXXL entre en unos vaqueros de la talla 34, poniendo cara amable como si atendiese a su cháchara que no le dice nada de nada.
Y un día más piensa en su más profundo deseo: conseguir el dinero suficiente para poder operarse y tener unos pechos llamativos como los que tiene la Berrocal o alguna de esas que salen vociferando en los programas del " corazon ". Operarse, conocer a un chico guapo que se haya acostado con la ex-mujer de algún tenista arruinado a la que este abandonó porque se volvió loco con un mulatito que servía cervezas en un pub de Chueca. Y de este modo entrar en la rueda de la fortuna, ponerse un nombre exótico que suene a puta fina, salir en las revistas y en los programas de la " tele " dando voces y cobrando millonadas por las exclusivas de sus hazañas sexuales.
Pero al llegar aquí siempre le asalta el mismo temor: cuando esto suceda y la vean las vecinas de su Merida natal recordarán entre risas que " esa de la tele es Gregoria, la Goya, la hija de la panadera del mercado ".


GOYA
Dios mio, a quien se le ocurre meterse en el metro un viernes a ultima hora de
la tarde de un sábado y pretender que no le aprieten a una, no sentirse zarandeada con cada sacudida del vagón o, lo que es peor, aprisionada entre el culo de esa gorda que pelea con su niña y ese tipo con cara de enterrador. Y es que ya no hay educación, ni civismo, ni nada de decencia. Ahi va ella de pié, una señora mayor apoyada en su bastón, mientras la fila de asientos contiguos está ocupada por una panda de jovenes chillones que no hacen más que dar voces y reirse de todo, pero sin tener el minimo detalle de cederle un sitio, tampoco hace falta mucho, pues se ve que es menuda como un pajaro.
Y es que está muy cansada. Se pasó toda la mañana trasteando por casa, limpiando lo ya relimpio, planchando su ropa de la semana y preparando la comida. Después un pequeño paseo para hacer algunas compras y pasear a " Kika " una terrier casi tan vieja y desmadejada como ellas, alguna parada con las vecinas para hablar de pequeñeces. Después de comer se tomó la manzanilla mirando a la tele, sin prestar atención pues todos los programas eran lo mismo...o sea, nada. Ante la posibilidad de pasarse toda la tarde vegetando, se arma de valor, se arregla, agrarra su bastón y sale a la calle. A esas horas el metro todavía está vacío y da gusto. se baja en Sevilla y camina despacio, acarciada por el sol hasta la iglesia de los capuchinos.
Hoy es viernes y quiere besar al Cristo de Medinaceli. Claro que esa misma idea la han tenido muchisimas personas y le toca hacer cola más de dos horas, charlando con las personas de su alrededor, espiando a esa bruja que quiere colarse, sientiendo esas malditas varices que la tienen asfixiadita. Pero todo eso merece la pena y cuando puede besar la imegen del Nazareno siente como si una esponja borrarse todos sus pesares, aunque dura poco esa sensación, pues hay mucha gente todavía detrás y no puede entretenerse tanto como quisiera. Se sienta en un banco y recuerda cuando era una niña preciosa, con la cabeza llena de rizos y su vestido de organdí y hacía la misma visita con sus padres.
Y ahora, de vuelta a casa, sola entre tanta gente, pasa revista a su día y piensa en la lista de cosas que tendrá que comprar mañana sin falta.


LISTA
Lista o inteligente. Nunca sé muy bien como clasificarla, pero Araceli es una chica distinta a los demás. Su aspecto es el de una quinceañera más, hermosa y desmañanada como cualquier cría de su edad, llena de colorido y de vitalidad. Está sentada en el vagón del metro frente a mi, de vuelta del colegio como cada tarde, pero parece estar a mil leguas de todos los que la rodeamos. En su cara hay una sonrisa vaga y parece perderse en su mundo interior donde todo está cuadriculado, tal vez esté recordando el puesto 23 de los " 40 principales " de hace dos semanas o cual es el resultado de multilicar 12.544 por 4.567..... La sonrío para ver como se encuentra, pero ella no entiende mi gesto, no reacciona ante mi intento de acercarme a ella. Su mundo está lleno de rituales, toda su vida ha de estar pautada y cualquier cosa que salga de lo normal le produce una gran alteración. Una parada brusca del vagón, una sacudida, una disminución de la intensidad de la luz habitual, pone en un cara un gesto de alarma.
Se nos acerca un hombre viejo buscando un hueco donde sentarse, se dirije a su lado, noto como el cuerpo de Araceli se crispa, como su garganta se tensa para chillar, le sujeto las manos, intento serenarla y de pronto llegamos a la estación de Diego de León....la arrastro con suavidad, la sujeto por los hombros mientras le hablo dulcemente y nos dirijimos a la salida, hacia el piso tutelado donde convive con otras chicas que padecen un Asperger.


DIEGO DE LEON
Sonia baja tan enfurecida las escaleras del metro que casi atropella a una pareja que sale del andén, una joven que lleva entre sus brazos a otra, apenas una niña, con aspecto despavorido. Van tan alterada que parece llevar en volandas los dos inmensos bolsones de lona donde guarda todas sus cosas. La culpa de todo la ha tenido ella por ser tan confiada. Justo hace un mes, mientras desayunaba en un bar de la zona, vió pegado en la pared un anuncio: " Estudiantes jóvenes buscan compañera para compartir piso. Habitacion independiente, 2 baños, telefono y aire acondicionado. 300 euros al mes ". Le pareció un auténtico chollo, así que cortó uno de los flecos donde estaba anunciado un movil y llamó cuanto antes para no perder la ocasión. Esa misma mañana concertaron la cita y acudió a un piso que, nada más entrar, le llamó la atención porque era una mezcla de modernidad y chabacanería. Pero las dos compañeras eran muy simpáticas y esa misma tarde se instaló. Mientras colocaba su ropa en los cajones, las dos no apraban de revolotear a su alrededor curioseando todo y haciendo mil preguntas sobre como se maquillaba o que ropa interior usaba. Los primeros días todo eran risas, aunque no entendía como siempre se quedaban en la cama cuando ella salía a trabajar. Anoche le dijeron que para celebrar su estancia en la casa, iban a preparar una cena especial. Al llegar del trabajo le pidieron que se pusiese guapa mientras ellas cocían la pasta y ultimaban la mesa. La cena fue deliciosa y bebieron mucho Lambrusco frio. Se sentía medio mareada cuando sonó el timbre. Rápidamente, Kati saltó del sofá y se fue a abrir la puerta. En el umbral dos hombres mayores, bien trajeados y con aspecto de ejecutivos buscando juerga.... El resto es facilmente imaginable. Metió de cualquier modo sus cosas en las bolsas, mientras esquivaba los sobeteos de los dos babosos, ciega de ira y de humillación, salió taconeando con fuerza, dejo caer los 300 euros al pasar por la sala, mientras Kati y América la llamaban " piojosa ", " comemierdas " y se lanzó calle adelante hasta meterse en la boca del Metro.


AVDA. DE AMERICA
Pedro camina muy despacito con una caja de cartón entre las manos en la que lleva su trabajo del día anterior y con el que espera sacar las cuatro perras necesarias para sobrevivir. Gracias a Dios que tiene pocas necesidades, pero esos condenados canarios comen mucho alpiste y no los puede dejar morir de hambre. Baja con cuidado las escaleras de la estación de Avda. de América y se dirige hacia el pasillo de la línea 4 que lo llevará a Serrano. Estamos cerca de las navidades y la gente compra sin control , asi que no le será muy dificil vender todo y regresar pronto a su buhardilla. Sale de la boca de metro y va pasito a pasito hasta su sitio habitual, un banco del paseo en el que a esas horas todavía da el sol de invierno que tanto se agradece. Que diferente es este cielo invernal del que recuerda en su niñez, allá por San Andrés de Teixido, donde aprendió de su tia Eulalia a hacer figuras con miga de pan y que cuece en el horno de su casa para pintarlas al final con colores vivos y alegres. Saca un mantelito bordado de uno de los bolsillos, lo extiende con cuidado, quitando todas las arrugas con primor y expone los belenes de miga que ha hecho anoche. Pronto se acercan niños a curiosear y ha de tener mil ojos para que no le roben alguna figura o que, como el jueves pasado, un criajo, les dé un puñetazo y las deje hechas miguitas....Pero se está bien ahi, rodeado de gente, con el sol sobre su cogote y pensando en que podrá comprarse otra apreja más de canarios si esta tarde tiene buena venta. Y para que necesita más prosperidad que esa....


PROSPERIDAD
Como su abuelo Onofre era tan redicho hizo que fuese bautizado como Pedro Prosperidad y su hermana como Maria Buenafortuna pues si no se tenía capital de herencia, al menos que nombre no les faltase. Y la verdad es que a su abuelo podían haberle comido las manos los cochinos, porque como adivino no había dado una en su vida. Y desde siempre se había quedado con el mote de Prosper, tanto en la mili que, de acuerdo con su buena fortuna, le tocó en Melilla, como en los años que se pasó destazando cerdos en una matadero de Hamburgo. Pero poco a poco reunió las perras necesarias para volver de Alemania y conseguir el traspaso de un puesto de chucherias en una de las entradas de la estación. Desde entonces su vida transcurre en los escasos metros cuadrados donde se amontonan revistas, cromos, golosinass, tabaco, etc... sin ver apenas la luz del sol, pero feliz de sentir tierra bajo sus piés mientras la gente pasa siempre corriendo, siempre buscando no se sabe que. Y ahora, mientras calienta sus alubias estofadas en el hornillo de campingas, ojea con cuidado una revista para no mancharla. Resulta que ahora, al cabo de los años, un señor ha conseguido que los tribunales digan que es hijo de Alfonso XIII y pueda considerarse primo del Rey....Algunos, aunque tarde, consiguen la prosperidad.


ALFONSO XIII
Alfonso XIII tenía fama de juerguista y de campechano, pero dudo mucho que bajase a la boca de Metro para algo más que para hacerse una foto en las inaguraciones al lado de la reina o de su tía, la " Chata " y de todas las autoridades bien empaquetadas en sus galas. Claro que a lo mejor, más de una vez, disfrazado de cajista chulapo, hizo algún viaje para visitar a alguna de las chicas que buscaban con tanto anhelo la pulga en escenarios de poca monta y que, en sus ratos libres, se dejaban mantener por señoritos bien acomodados y mejor adinerados en esa época en la que no había internet para ligar.
Charito trabajaba de planchadora por Cuatro Caminos, pero todos los sábados al atardecer se ponía sus cuatro trapitos más lucidos, se pintaba bien los labios de bermellón y se perfumaba la sobaquera con " Maderas de Oriente" para sentarse muy modosita en un andén en cualquiera de las estaciones del centro con la esperanza de ver aparecer al rey de incógnito o, cuanto menos, a alguno de los marquesones que le hacían de intermediarios. En cuanto veía aparecer a alguien con aspecto de señorón, se ponía toda tiesa, toda fina y miraba como al desgaire, mientras mordisqueaba las puntas de su pañuelo de seda. Mirada va, suspiro viene.....no había forma de que ninguno de ellos se sentase a su lado para enhebrar cuatro palabritas tontas. Y así iban pasando los sábados, semana tras semana hasta que un día, cuando bajaba las escaleras del Metro oyo vocear a un chico.... " Extra del ABC: la familia real emprende el exilio al proclamarse la República ". Se da la vuelta, sube de nuevo las pocas escaleras y se va medio hipando para casa pero contenta porque, al menos, evitó pagar el billete y se dijo que mejor tener la fiesta en paz y buscarse algun concejal de los que han ganado....


AVENIDA DE LA PAZ
Heliodoro sacude sus piés para comprobar que la bolsa del trabajo está bajo el asiento, una sacudida del tren lo ha despertado de su modorra y a su lado estaban sentados dos tíos con muy mala pinta, no sea que se la hayan ventilado. Coge un periódico medio arrugado que está en el asiento de delante y comienza a hojearlo distraido: " No hay alto el fuego y no lo habrá en Oriente medio ". " El Consejo de Seguridad de la ONU amenaza a Irán con sanciones si no deja de enriquecer el uranio ". " Un cayuco con 100 subsaharianos en mal estado general llega a una playa de Canarias " " La muerte de una anciana en Cataluña eleva a 14 los muertos por la ola de calor " " Mas de 60 personas, en su mayoría niños, muertos al bombardear Israel una vivienda al sur del Líbano "......Dios¡¡, esto no hay quien pueda leerlo. De pronto el tren se detiene en la estación: Avenida de la Paz........Joder si esto es la paz, mejor sigo hasta Arturo Soria.......




ARTURO SORIA
Luis intenta aclarar el batiburrillo de ideas que se agolpan en su cabeza. En la escuela de Arquitectura ayer les hablaron del sueño utópico de Arturo Soria que, iluso de él, pensó en su momento que podría convertir a Madrid en una ciudad humana y que, si todo se hacía de acuerdo a sus proyectos conseguir
una inmesa Ciudad Lineal que, desde Cadíz, podía llegar a los confines de Rusia, atravesanto todo el continente. Esta cansado después de haberse pateado el barrio para no encontrar mas que algunos vestigios de lo soñado, lo más alejado posible de los ideales de un espacio cómodo para vivir. Casi deja los dientes contra una de las innumerables zanjas con las que el Ayuntamiento intenta ayudar a que sobrevivan traumatólogos y tiendas de ortopedia, pero eso de los espacios libres no existen ni en el recuerdo. Y lo que es peor todavía, no hay la más mínima esperanza de que la especulación suelte su presa que le permita convertir espacios vacíos en figuras estelares para dar cuatro patadas al balón en el Bernabeu.......y que este tiemble tambien, que se le acabe la esperanza de que su verde pradera no se convierta en una selva de pisos de lujo.




ESPERANZA
" Esperanza, esperanza, tu no sabes bailar chachachá ....". Milagritos parece como ausente en su asiento del Metro. Con los auriculares puestos, una vaga sonrisa en su carita de mono asustado y los ojos medio cerrados piensa en los días que acaba de pasar en Santiago de Cuba. Harta de viajar siempre sola, este año se inventó una pandilla de amigos con los que se irse de vacaciones a Cuba, para que se chinchasen sus compañeras de trabajo, que siempre estaban presumiendo de novios en la cafetería del Ministerio. Los dos primeros días fueron muy aburridos: piscina, bufet, musica.....ver como las demás chicas se divertían con su parejas mientras ella ponía cara de diva ofendida que no necesitaba a nadie a su lado.
La mañana del tercer día salió del hotel a callejear por la ciudad vieja y pronto se dió cuenta de que un gavilán tenía fijos los ojos en su nuca. Se sentó en un banco en la plaza de la Catedral y pronto tuvo a su lado a una sonrisa muy blanca coronada por una mata de rizos. Se dejó envolver, ya sabía por sus compañeras que mujeres como ella eran presa facil para los vividores, pero decidió que por una vez en la vida podía hacer lo que le apeteciese.
Y de pronto sintió como si de sus dedos manase una fuente de dolares. Valdemar ya no se despegó de ella ni un instante y tras Valdemar toda su familia. En los ocho dias siguientes se pegaron a ella como un percebe a la roca: comidas, gasolina para un Ford desvencijado del 57, excursiones a las playas, calzado para sus niños.... todo salió de su cartera y al final, en la despedida, dejaron su maleta medio vacía.
Y ahora piensa en esos días, en la promesa de intentar traerse a Valdemar con ella a Madrid y, tras él, la mujer y los niños....Mira sus piés, ve como tiemblan sus canillas, del mismo modo que ha temblado su VISA y piensa en lo que van a rabiar todas cuando saque las fotos en la cafeteria del Ministerio


CANILLAS
Manuel Canillas Canillas, oriundo de Canillas del Río Tuerto, vive en el Barrio de Canillas, por los alrededores del Palacio de Hielo y toda su ilusión en la vida es ser guardameta del ACD Canillas pero cada vez que lo ha intentado lo han echado para atrás. Con ese cuerpo tan enclenque y con esas patitas de conejo no hay forma de que lo tomen en serio. " Tienes unas canillas que parecen de alambre " le acaban de decir hace un rato y se ha tenido que tragar toda la rabia y la decepción, agarrar su caja de aprendiz de fontanero y bajar de dos en dos las escaleras del Metro de Canillas para ir a repararle la tuberia de la cocina a una jodia vieja que vive por Arturo Soria y que no hace más que darle la matraca a su padre, pero este ha de cambiar todas las canillas de una vivienda contigua al taller pues todas las que pusieron de obra eran de mantequilla, que se rompían al tercer intento. Esta noche sin falta se meterá en Internet para buscar gimnasios de esos donde ponerse cachas, aunque tenga que llenar de anabolizantes hasta las cachas y después, cuando logre su sueño de saltar al cesped del Bernabeú, se imagina las caras de rabia de los que ahora le han dicho que sus patitas parecen hechas de cristal.



MAR DE CRISTAL
En Mar de Cristal, Felipe lanza el anzuelo de su caña de plata que se hunde suave entre las aguas de hielo buscando la boca ávida de un pescadito de coral que oscila lentamente, agitando su cola con majestuosa alegria. Y cierra el libro que ha tomado en préstamo en la biblioteca del Metro para abrir rápido otro en el que el mar de cristal se transforma en noche de fuego llena de estrellas fugaces, una cálida noche de San Lorenzo en la cual las luminarias guiñan sus ojos al caer raudas hacia los railes del andén para ofrecerle el cumplimiento de sus deseos. Y de este modo puede olvidar la maldita silla de ruedas en la que se pasa clavado la mayoría de sus horas y sueña con ser la más hermosa de ls estrellas que se hunden en un mar de crsital una noche de San Lorenzo.



SAN LORENZO
Mi abuela María la Buena ( porque también tuve otra abuela Maria la Menos Buena ) nos decía cuando éramos pequeños que no se nos ocurriese jamás echar las cáscaras de huevo a la lumbre, para quemar porque eran sagradas ya que con eso mismo habían preparado la cama de brasas en la que los paganos quemaron al pobre San Lorenzo, el que alcanzó la palma del martirio asado como un churrasco.
La abuela María la Buena era como una patatita, con una cara sonrosada y fresca y un cuello sin arrugas, con el pelo muy tirante y coronada por un moñito poco mayor que una castaña. Vestida siempre con batas de percal, en sus bolsillos llevaba algún caramelo y trozos de pan que cogía a escondidas de la despensa porque mi madre no dejaba que comiese nada a causa de la tensión alta. A veces la pillaba infraganti escondida en la despensa con un trozo de chorizo o un chicharrón en la mano y la reñia como a un niña pequeña, mientras la pobrecita hacía pucheros y decía que la quería matar de hambre.
De ella aprendí que la noche de San Juan había que llenar un barreno de agua y pétalos de rosa, dejarlo al relente y a la mañana, sin hacer nada, meter la cara dentro para purificarnos todo el año. O que esa misma noche el diablo abría su mano y esparcia todas las moscas y mosquitos por el mundo.
Toda su vida la pasaba haciendo punto mientras leía novelas de amor o rezaba novenas, con las gafas de pasta colgadas de la punta de la nariz, mientras pasaba las páginas con la punta de las agujas a una velocidad endiablada sin dejar de mirar lo que estuviese leyendo, fuese rezo o diversión. Una madrugada la encontraron en su cama como si estuviese dormida, con la labor de punto caida en el suelo, una novela de Corín Tellada abierta y un viejo breviario del que sobresalía una estampa de la Virgen Santa María.


PARQUE DE SANTA MARIA
José Vidal llega como todos los días al final de la líena 4 en Parque de Santa María, sale del vagón, cruce el andén, sube y baja escaleras hasta llegar al otro lado de las vías para desandar de nuevo la vía 4 hasta Arguelles. Día tras día desde hace un mes recorre la línea 4 con la vaga esperanza de volver a ver a quella mujer que no le deja pensar en nada más. Tras decir la primera misa de la mañana y sacudirse de encima a las cuatro viejecitas que acuden a saludarlo, farfulla una excusa ante el sacristán y sale hacia la boca de Metro. Se toma un café caliente en el bar que hay enfrente y comienza su calvario interior. Día tras día saca su billete de la cartera, duda de entrar o no pero, al final, siempre lo hace y se pasa las horas muertas recorriendo la línea desde Parque de Santa María a Arguelles y vuelta de nuevo buscando la cara y la risa de aquella mujer con la que coincidió un día y que, en paenas el trayecto de cuatro estaciones compartidas, cambió su vida y por la que estaría dispuesto a lanzar todo por la borda. Y sigue mirando y sigue esperando y sabe que hasta que no la encuentre, no podrá dejar de recorrer sin sosiego esta linea 4.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Llegué planeando con ingrávida ligereza, entre las escasas nubes atravesadas por potentes rayos indicadores del camino, surcando el inmenso cielo azul esmaltado por la mas delicada mano del pintor y como bienvenida, los miles de besos y caricias de la brisa fresca del levante primaveral, con su dulce fragancia florida deslizándose por mi cuello, mejillas y labios que me recordó, una vez más, al aroma del paraíso.
No había tiempo que perder. Venía dispuesto a hacerlo. Afilé la hoja en mi delirio de rabia y la dirigí a mi espalda. Corte seco. Quemante desgarro. Un deslumbrante resplandor inundó mis ojos. Debilidad instantánea. Aquel inmaculado terciopelo alado cayó al suelo. Por primera vez sentí la pesante gravedad. Mi cuerpo se desplomó inconsciente sobre él y en ese lienzo blanco, un brochazo rojizo teñí.

…Negros días…

…Blancas noches…

No tiene perdón…Ahora seré yo quien irá a buscarlo y amistosamente caminaré a su lado, asegurándome de que esta vez se cumplirá realmente…
Allí estaba él asomado en su terraza a la caída de la tarde. Parecía inquieto, algo nervioso. El latido de su corazón crecía rítmicamente por momentos. Su mirada no dejaba de elevarse a lo alto como buscando algo. Faltaba ya poco. Alguien le dijo que esa noche iba a ser especial. Fuegos de artificio inundarían el limpio cielo estrellado.
Yo me encontraba preparado al igual que mis compañeros. Formábamos parte del tercer escuadrón de querubines encargados esa noche de realizar una de las misiones que más me encantaban, la de atrapar deseos que viajaban con ardiente querer en el chispeante resplandor de la estela meteórica con la cual jugaba en su fugaz caída veloz y que en su estallar final encerrábamos en nuestro corazón, produciéndose así el milagro de su mágica concesión. Pero claro, el por qué de su verdadero cumplimiento solo nosotros lo sabíamos…
Él en su quietud y absorto pensar me hacia llegar telepáticamente lo que más anhelaba. De pronto le recorrió una profunda melancolía y escepticismo haciendo que su visión se empañara por un tenue velo húmedo. Sus mirada cayó al suelo. Dio media vuelta y se fue a su hambrienta habitación, devoradora de su vida que, ávida de alimento, comenzaba a saborear su frágil cuerpo con el esponjoso masticar de su lecho.
Pero, ¿qué hace? me preguntaba atónito yo. ¡Ya veo como llega mi encomendada perseida!...No pude disfrutar al lado de mi estrella fugaz. Solo me detuve a contemplar como su hilo de fuego terminaba en fatal explosión desperdiciada.
Esa noche su sueño se convirtió en un extraño escenario por el que surrealistas personajes desfilaban al son de chirriantes aullidos: pudor mendigo...envolvente dulzura…egoísmo sublimado hasta bendito…semillas de riego onírico…
Me encolericé. Tomé la decisión de concedérselo pero para ello la solución iba a ser drástica al tener que ofrecer mis alas a cambio. Así es que, ya salido el sol, llegué planeando con ingrávida ligereza…
Y aquí estoy ahora, condenado a una mortal vida por mi aguardado. Mientras lo busco noto como mi cuerpo está en metamorfosis tras la disección de la alada represión angelical. Además creo que me estoy convirtiendo en metrosexual…o no, eso significa otra cosa. ¡Estos humanos y sus tecnicismos!... Dudo. Ronda por mi cabeza el pedir un deseo a mi querido amigo Asmel, donde quiera que se encuentre, o quizá intente ver alguna leónida. ¡Quién me lo iba a decir a mi!: el ángel desangelado, de concededor a anhelador. También siento algo en el estómago, una sensación de vacío insólita…Será mejor que vaya al súper y prepare un pollo verdulero que me dijeron que estaba delicioso. Iré rápidamente en metro…¡Vaya!, se me olvidaba que en esta ciudad está en construcción. Ya decía yo que no me acostumbraría a tantas “modernuras”…

relatosweb dijo...

Muy buenas...otro relato magnífico.

Como bien dices en la introducción del mismo, y con tu permiso, parasitaré esta idea a modo de proyecto donde manteniendo la estructura de 23 lineas word se recreen diferentes historias basadas en las paradas del metro madrileño...o de cualquier otra ciudad, que al fin y al cabo 'paradas son'...

Un saludo y feliz año