viernes, mayo 31, 2013

Cuanto maldito buitre

Esta escena no la he vivido pero me la ha contado un amigo, que sí ha estado implicado en ella. Me parece tan surrealista, es el reflejo del mundo en que nos toca vivir desde que estos buitres han llegado al poder, que quiero compartirla.
La empresa es de esas importantes a nivel nacional, una entidad puntera y que aparentemente está muy saneada, sin riesgos de pérdidas ni nada parecido. Al contrario, las ganancias afluyen a sus arcas como moscas a la miel.







Se convoca una reunión de empleados de nivel medio para elegir las vacaciones anuales. Presidiendo la mesa está un jefecillo de un nivel laboral discretamente superior al de los quince o veinte que se sientan ante él. Un amanuense va a levantar acta de lo acordado, para que no se dude de la legalidad de lo acordado y, un poco en la sombra y sin decir palabra, pero controlando todo, hay otro jefe, pero este jefe de verdad.
Se enumeran los parámetros que permitan elaborar el orden con el que optar a las vacaciones y se advierte que habrá dos personas que, de modo rotatorio, sustituirán a los que se vayan a la playa, que el negocio no da para más dispendios.
Los primeros afortunados van escogiendo los codiciados turnos, pero pronto se acaba el cupo de los elegidos y comienza a solicitar su turno vacacional el resto.







" Fulanito, ¿que turno quieres ? "
" Segunda quincena de octubre ".
Mirada ceñuda del jefecillo a sus notas, seguida de un silencio que se hace eterno.
" No, en esas fechas no te puedes ir ", Y el cuitado ofrece varias alternativas a las que la respuesta es siempre la misma " No, en esas fechas imposible ".
" Entonces, ¿ es que no tengo vacaciones ? "
" No, tu tienes vacaciones, pero es que en esas fechas no te puedes ir. No te negamos las vacaciones, simplemente que no te puedes ir cuando quieres. Pero nosotros te damos las vacaciones, lo que pasa es que tu no puedes disfrutarlas cando quieres  y, claro, tampoco te las podemos pagar porque si no te vas es por tu propia decisión, porque nosotros no te las negamos, que conste ".
Así uno tras otro hasta completar al resto de los trabajadores presentes. A todos las mismas respuestas y siempre bajo la atenta mirada del jefe superior, para tomar nota de algún desplante, de algún mal gesto.
Es como cuando te ponían la palma de la mano abierta contra tu boca y te decían que mordieses, sin lograr nunca dar el bocado. O como aquel otro juego de niño que me sacaba de quicio: " ¿ Tienes sed ?.
" Sí, dame un poco de agua " .
" Yo no te digo si quieres agua, solo si tienes sed ". Y así, lo repetían hasta la saciedad.
Y lo peor de todo es que no acogotamos a estos buitres.

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