domingo, mayo 26, 2013

Noticias de Lugo. Una agradabe sorpresa

Ayer tuve una muy agradable sorpresa al abrir el ordenador. Ya sabes, ahora todos tenemos guasa y facebú y en este me encontré un mensaje de una persona desconocida, pero cuyo apellido me era muy familiar, tal vez por traerme buenos recuerdos. José de Cora, del diario " El Progreso " de Lugo me pedía permiso para utilizar parte del material de mi blog en la que narraba batallitas de mis andanzas de crío por dicha ciudad . Una vez superada la estupefacción y el posterior sentimiento de engreimiento metí la mano en el socorrido baúl de los recuerdos y me encontré con esta nueva historia.


Tendría los siete u ocho años cuando un día, durante la habitual ronda de chateo por los aledaños de la Ruanova ( aunque entonces, en plena época del general Patas Cortas se llamaba la Ruanueva ) y si mal no recuerdo en el bar " Celita " a dos pasos de la Catedral, mientras yo me dedicaba a mi afición favorita de zamparte los maravillosos calamares a la romana, mi equivalente personal de la magdalena de Proust, el dueño de la fábrica de sifones le preguntó a mi padre si no le importaría que yo participase como mano inocente en el sorteo que iban a hacer en la emisora de Radio Lugo.







La fábrica de hielo, sifones y gaseosas estaba situada al fondo de la plaza del Campo, a dos pasos del colegio donde me desasnaron una pareja maravillosa, la señorita Asunción Trashorras y Maruja Teijeiro, de quienes ya he hablado en este blog y de las que conservo el más nítido y hermoso de los recuerdos. La fábrica estaba situada en la planta baja de la casa y se accedía por un gran portalón. Allí íbamos en verano a comprar el hielo para la nevera y me maravillaba ver la soltura con que manejaban los enormes bloques con un garfio y los cortaban en cuatro partes con punzones o como se los cargaban al hombro sobre un saco de arpillera, goteando agua por todo el cuerpo.





El día del sorteo mi madre me vistió como de domingo y me llevaron hasta la fábrica. Eramos un grupo de cuatro o cinco críos de mi edad, del que solo recuerdo a uno que, por cierto, odiaba con todas mis fuerzas porque íbamos juntos a la reunión de los niños tarsicios de la Adoración nocturna en una sala de la catedral donde había unos camastros cubiertos con mantas del ejército y él, no sé si por su aire angelical con la cabeza llena de rizos o porque era un pelota redomado, se llevaba todas las estampitas y los parabienes del cura que estaba al frente del cotarro. Para el que no esté al tanto eso de los tarsicios era un grupo de niños que se iniciaban en la adoración al Santísimo expuesto en nuestra catedral, pero creo que me duró poco el fervor o la paciencia.




Bueno, que me enrollo. Todos endomingados y al cargo de los organizadores del concurso, cruzamos la plaza mayor hasta llegar a los locales de la emisora: EAJ68- Radio Lugooooo, situadas en los altos de un edificio situado a espaldas del ayuntamiento.  Que emoción. Ahí era donde radiaban los maravillosos discos dedicados y de donde brotaban los capítulos de Matilde, Perico y Periquín. "Es el Cola Cao desayuno y merienda
 Es el Cola Cao desayuno y merienda ideal
 Cola Cao. Caoooooooooooooooooo ¡¡.
 Nos metieron a todo el grupo en un estudio. La locutora presentó el concurso, pusieron la cuña comercial de la marca patrocinadora y después, uno por uno de nosotros, tras lanzar nuestro nombre a las ondas, fuimos metiendo la mano en una de las dos saquetas preparadas con los boletos dentro para que nuestra mano inocente sacase el nombre del premiado que a continuación cantaba la locutora. Si mal no recuerdo, los premios eran del Bazar 0,95 de la plaza de España y consistían en unos balones de fútbol para los chicos y unas " Mariquita Pérez "  para las niñas, como es lógico, no era cosa de hacer mezclas. Y seguimos la ruta.



La siguiente parada fue en  " El Progreso " para la foto promocional que nunca llegué a ver. Después de posar, nos enseñaron las salas donde se imprimía el diario y solo recuerdo el olor tan rico de la tinta y que una de las niñas preguntó que donde vivía la familia Peludez, aunque no recuerdo la respuesta. Para mi vivían en la última página del periódico y donde no dejaba de visitarlos durante todas las fiestas de san Froilán.
Por cierto, recuerdo algo que oí contar a mi padre y a los amigos con choteo a la hora del chateo y que no sé si es historia o bulo. Al parecer durante las dichas fiestas, en el diario bailaron los pies de un par de fotos, lo que le costó un " puro " al periódico. En aquella que se veía un hermoso loto de vacas gallegas pusieron: " Las autoridades asistentes a la inauguración de la feria ganadera con el obispo don Antonio Ona de Echave ( al que los niños llamábamos don Antonio " cona sin chave ", vamos " coño sin llave " ) y en la que se veía
a las autoridades pusieron " Magníficos ejemplares de vaca gallega ganadoras de la feria ganadera de san Froilán ".


Pero sigamos con la historia principal. Cruzamos la calle Jose Antonio ( aunque todo dios la llamaba " El Progreso " ) porque llegaba el momento estrella del día: iba a  comer de restaurante, la primera vez en mi vida si mal no lo recuerdo. Aunque ignoro el nombre del local, estaba situado al lado del comercio de ropa de niños " Bambi " de mi prima Raquel Ferreiro, en cuya casa nos acogieron a toda la familia cuando se murió mi padre. Pero eso es otra historia.
De la comida no olvido el menú, yo que he sido siempre tan tragón. Ensaladilla rusa, tortilla francesa con patatas fritas y un yogur de la farmacia de " Rueda ", de esos que venían en un tarrito rayado de cristal.
Lo peor de todo fue al volver a casa: me dijeron que apenas se había entendido mi nombre por la radio. Pero yo tenía la tripa llena.

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