Valladolid. Años 70. Y IV

En el curso del 74 las cosas estaban ya muy deterioradas. La ciudad era un hervidero de personas moviéndose en todas direcciones con el único fin de ser libres. Los obreros de la FASA hacían huelga un día sí y el otro también y los estudiantes hacíamos lo mismo desde la Univerdidad, coincidiendo muchas veces pero sin llegar a mezclarnos, a fin de cuenta nosotros no éramos más que unos señoritos que jugaban a la guerrita casera. Manifestaciones multitudinarias, pequeños comandos, el hervidero de los cineclubs, las asambleas y contraasambleas, la agenda diaria estaba en plena efervescencia y por las noches oíamos " radio Pirenaica " desde nos llegaban todas las noticias sobre el cambio tan esperado.



Y en nuestra buhardilla del Caño Argales los amigos " faseros " se reunían en pequeños grupos para organizar movidas y debajo de los camastros había resmas de propaganda subvsersiva lanzadas a ciclostil para repartir en la menor ocación.
Un día nos convocaron a todos los estudiantes porque venía de visita a Derecho el ministro de Educación de turno, creo recordar que era Lora Tamayo. Desde el edificio de la Universidad hasta Derecho hicimos una doble cadena de estudiantes preparados para, en cuanto llegase la comitiva oficial, ponernos todos de culo. Pero allí no llegaba nadie, se ve que lo habían avisado. De pronto apareció un chucho, subió la escalinata de la facultad y se paseó muy digno entre la doble fila de personas que hicimos la mayor chacota del mundo.



Pero un día una persona, ya me gustaría saber quien fué, estrelló dos huevos crudos en la cara del rector, un cátedro de Gine al que llamábamos " el persianas " pues por algún motivo tenía los dos párpados a medio cerrar, como las persianas de una tienda. Un hombre atildado y visceral, que jugaba a eso tan manido de " ya os entiendo, teneis razón, pero ahora no es momento...." pero que ya no engañaba a nadie.
Eso provocó las cóleras del Régimen y se decidió el cierre inmediato de toda la Universidad hasta los exámenes de septiembre. Todos a casa, si no estamos juntos, no planteamos problemas. Esto fué el caos para muchos, yo entre ellos, que me vi de patitas en la calle pues cerraron la residencia donde vivía. Y ahora, que a nivel personal, las cosas me iban mejor que nunca, me veía obligado a volver a mi casa, en Galicia.



Pero Pilarina tomó cartas en el asunto, yo no me iba, su casa era la mía y desde ese mismo momento me convertí en uno más de la familia. Problema resuelto de una forma maravillosa y aunqe mi madre me reclamaba desde Galicia yo me hacía el tonto, viviendo en la más feliz de las sorderas.
Inmediatamente, los estudiantes reacionamos y se montó una universidad paralela con ayuda de alguno de los adjuntos comprometidos. En cada facultad, en cada curso, se organizaron equipos para preparar los temas y se repartieron las asignaturas para elaborar las lecciones. El sistema era sencillo: grupos amplios eleboraban los diferentes temas que pasaban a otros grupos más reducidos entre los cuales había profesores que comprobaban como estaban redactados. Después coordinaban todo para pasar el tematio a otro grupo más reducido que se encargaba de su reproducción y su posterior distribución. Solo se pagaban los costes de fotocopiadoras y nunca esos negocios trabajaron más que en ese curso.



Cualquier sitio era válido para reunirse: las buhardillas, los bares, los centros parroquiales, el Campo Grande y, al tiempo que se preparaban temas, se pasaban consignas o se hacían eco de los mil rumores. El general está muy malo, parece que va a cascar de un momento a otro y muchos miraban al rincón donde esperaba la botella de cava para descorcharla en ese momento. Pero aún tardó unos meses.
Vinieron los exámenes de septiembre, estoy seguro de que la mayoría de los profesores abrió la mano, pero yo pude terminar la carrera.
Y dos meses después Arias Navarro con su cara de monito triste nos dijo ha todos desde la pantalla de la tele en blanco y negro, pero que a nosotros nos parecía teñida de más vivo de los colores, " Franco, ha muerto "....." " al fin ", gritamos millones de españoles con la espuma del cava chorreando por nuestras barbillas.