martes, octubre 11, 2011

De la Ribera del Duero a Normandía y Bretaña. I



En la narración de las presentes vacaciones, dos semanas por Francia pretendo, más que aburrir a los demás con un recuento exhaustivo de lugares, dejar recuerdo de ellos para suplir la desmemoria propia. Perdona si canso.

Dia 1. 22 de setiembre
Salimos de casa bien desayunados y con destino a POITIERS. Buen tiempo en principio, pero se estropea al pasar por el Pais Vasco. Una vez en Francia se aclara el día y las autopistas están bien, pero nos toca pasar por montones de obras. Eso sí, en proporción, las autopistas son más baratas que las españolas.
Parada a media mañana en un area de servicio. Primera sopresa: son muy amplias, con mucho arboledo, mesas para sentarse y bien equipadas. Bocata de chorizo gallego y a seguir viaje hasta POITIERS. En total 745 km. que se hacen comodamente, al menos para mi, que no conduzco.
Buscamos el hotel. Esta fué la segunda sorpresa, pero desagradable. El hombre de recepción, creo que el único poco agradable de todo el viaje, nos miró con sopresa cuando vió que éramos tres adultos de buen tamaño los que habíamos hecho la reserva. Nos dió la llave y comprendimos todo al abrir la puerta. Un cuarto pequeño como un gallinero, con las camas amontonadas y sin sitio para poder moverse. El cuarto de baño más pequeño que una cabina de teléfonos.....pero no había otra cosa. Dejamos el equipaje y nos fuimos a conocer la ciudad.



POITIERS es una ciudad mediaval, situado en lo alto de una colina y, como es lógico, toca subir. Pero merece la pena con creces. Las calles empedradas, casas antiguas a los lados, placitas recoletas y rincones llenos de flores, hacen de la parte antigua una maravilla. Sobre todo al llegar ante Notre Dame La Grande con el sol de mediatarde dorando las piedras de su fachada. Y la sorpresa del interior, con la luz colándose por las vidrieras e iluminando las columnas pintadas de colores. Recorrimos el resto de la ciudad y cenamos frente a la iglesia. Típica comida bretona: galette rellena de carne y una crêpe dulce deliciosas.




Con la tripa llena emprendimos el descenso de la ciudad en busca del coche. Una advertencia, mis queridos niños: cuando dejeis el vehículo aparcado en una ciudad desconocida fijáos en el sitio donde queda u os tocará estar una hora dando vueltas hasta que lo encontréis como nos pasó a nosotros. Cuando ya nos veíamos durmiendo al sereno logramos encontrarlo. Vuelta al hotel, nos metimos en los catres y mal que bien dormimos toda la noche. Por la mañana ducha con el riesgo de quedarse empotrados en la cabina y en cuanto pudimos abandonamos ese lugar maldito. Pongo su nombre por si alguien se le ocurre buscar reserva en internet: Hotel Class.

2º día. 23 de septiembre



Desayunamos en las afueras de POITIERS, a la orilla del río CLAIN en una mañana maravillosa de luz, con el río cubierto por gasas de niebla. Seguimos viaje en direccion a CHARTRES, uno de los platos fuertes del viaje. Nueva sorpresa: se aparca en el centro de la ciudad, en medio de la zona monumental y es gratuito.
La catedral y sus vidrieras no me atrevo a describirlas, decir que son maravillosas me suena a pobre, pero es así, pero la altura de sus naves, la gracia de las líneas y el colorido de la luz que atraviesa cientos y cientos de vidrieras es preciso verlas.



Dentro de la catedral y en la parte posterior de la nave central, vimos a un grupo de gente descalza dando vueltas sobre un laberinto grabado en las losas del suelo. Se detienen en ciertos puntos, unos se arrodillan, otros miran al cielo. Es la llamada " milla de jerusalen ", la que han de recorrer los peregrinos para llegar a la Jerusalen Celestial. Internet siempre informa de todo y hay locos por todas partes. Visitamos la cripta románica cuyas columnas tan recias contrastan con la gracia de las que están en el nivel superior. Miro con disimulo, no esté Iker Jimenez escondido tras una columna. Rodeamos el contorno de la catedral y recorimos las murallas y allí, de nuevo aparece el laberinto recortado en el cesped del jardín. Bajamos a las orillas del EURE, un río manso y dimos un paseo por sus orillas, para trepar después las empinadas calles empedradas que llevan al centro de la ciudad.



Seguimos viaje por carreteras secundarias, a ambos lados campos cuidados como jardines y casas desperguidas que invitaban a entrar. Al tomar una curva en el camino apareció ante nosotros un explendoroso palacio cuyas piedras tenían el color del oro viejo por el sol del atardecer. Es el castillo de Diana de Potiers en la ciudad de ANET. Lamentablemente estaba cerrado pero recorrimos los alrededores e hicimos las fotos de rigor .



Seguimos viaje a VERNON donde habíamos reservado hotel. Gracias al navegador del coche, que si no todavía estamos buscándolo. En el hotel " Haut Marais " nos recibió una matrona muy complaciente y amable que nos dió acogida y este si tenía la habitación amplia y en el baño se podía jugar al tenis. En este ni en ninguno de los sucesivos hoteles nos pidieron documentación, la Visa hace milagros. Era tarde y estaba todo cerrado pero encontramos el " Paris-Page " donde cenamos muy bien y pronto a la cama. 380 km el segundo día.



3º día. 24 de septiembre
De nuevo el río EURE estaba cubierto de niebla y la mañana era de un azul límpido de auténtico verano. Recorremos el pueblo de VERNON después de desayunar en una " boulanguerie " unos cruasan recién hechos, no hay nadie en las calles y la niebla da un aire de película. Cruzamos el puente sobre el EURE y la niebla que envuelve al antiguo molino siruado al pié del castillo parece de cuento de hadas.



Coche hasta GIVERNY y allí primer baño de turisteo. Tras aparcar en las afueras del pueblo fuimos hacia la casa de Monet, donde había una cola tremenda para entrar. Pero mereció la pena con creces la espera. Millones de flores de todos los colores y un precioso jardín japonés con su estanque lleno de nenúfares. Y la casa estudio del pintor con unos grandes ventanales por los que entra el sol a raudales. Piensas en que al final de la vida se quedó ciego y no podía ver tanta belleza.





Coche hasta LES ANDELYS y allí nueva catedral, bonita como la mayoría y bocata a su sombra. Seguimos hasta las ruinas del castillo de Ricardo Corazón de León situado en una colina con los meandros del SENA al fondo y con un decoradod e fondo que formaban los altos farallones de piedra blanca. Otra maravilla. Más coche hasta ROUEN.



El hotel Varsan sitaudo en el mismo centro de la ciudad. Nos movimos siempre en hoteles de segunda pero, salvo el fiasco del primer día, todos resultaron muy bien. Salimos a callejear y la primera parada fué en el museo de Bellas Artes, gratis gracias al carnet de estudiantes de la Uni. Muy bien montado y con obra interesante, que se merece una visita detenida.



Recorrimos la ciudad: la catedral estaba ya cerrada, así que nos tomamos un tanque cervezorra bien fría en una terraza contemplando el bullicio de la gente. Torre del reloj, Palacio de Justicia y paseo hasta las orillas del Loira con puesta de sol incluida.



Cenamos bien en el "Whestham " sentados frente a la iglesia de St. Maclou y a la camita, temprano como las gallinas. Y cansados como monos.



4º día. 25 de septiembre

A las ocho de la mañana ya estábamos callejeando por ROUEN, en una mañana de domingo sin gente por las calles y con un tiempo delicioso, tipìco de un verano levantino.



Desayuno en cafetería frente a la estatua de Flaubert y allí el único timo de las vacaciones. Mas de 20 euros por tres cafés con leche y tres cruasanes. La catedral es una joya y la iglesia de St. Oven, otra. Creo que voy a tener que prescindir de adjevitos o temo repetirme. Nueva sorpresa, las iglesias están abiertas de diez de la mañana a seis de la tarde, sin trabas para recorrer hasta el último rincón y todas son gratuitas.



Salimos de ROUEN por la llamada carretera de las abadías para visitar parte de las principales. Ponemos la primera en el navegador del coche y nos lleva a unos 60 km. de donde queríamos ir. Como siempre, la culpa es nuestra por poner mal los datos en el aparatito. Vuelta atrás y nos encontramos que, para evitar un buen rodeo, hay que atravesar el LOIRA en un transbordador. Nos resignamos. Que raro, no hay taquilla. LLega el transbordador, subimos y pasamos el río. Gratuito tambien.





Pasamos el día recorriendo las abadías normandas : ST. MARTIN DE BOSCHERVILLE tiene una magnífica sala capitular cuyos capiteles son una joya, las lineas puras y limpias de las ruinas de JUMIEGES y de postre la de St. WANDRILLE, la menos bella de las tres, seguidas de un reposo en una simpática taberna donde una sidra bien fría nos dió ánimos para seguir.



Nos saltamos L´HAVRE donde estaba previsto ver su museo porque estábamos ansiosos de ver el mar y enfilamos hacia la costa. LLegamos a ETRETAT y buscamos el hotel Detective, donde habíamos reservado. Las habitaciones no tienen número, sino el nombre de un detetive. Nos tocó la de Arsenio Lupín, decorada con muebles de época y una cama enorme y antigua donde seguro que había nacido el susodicho detective. En un principio no encontramos el baño pero estaba oculto tras un perchero antiguo que se deslizaba sobre rieles. Bien todo.



Embalados hacia la playa para la puesta de sol y las fotos consiguientes. Cena tipica en un restaurante tipico de playa. Una nueva turistada. Un horror los mejillones con patatas fritas ( moules avec frites ), el enorme cuenco no se acababa nunca y dentro de las conchas había menos carne que en una momia egipcia. Pero la sidra ayuda a pasar todo, dos botellas se beben en un suspiro y como el sueño aprieta, vuelta rápida al hotel. La cama que parecía inhóspita resulta la mar de cómoda. Que alivio.

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