domingo, septiembre 18, 2011

Garbancito de Gomella



Como he contado en otros escritos, Gomella está lleno de personajes que harían las delicias de Cela y mi buen amigo Garbancito es el que me van contando de sus vidas.

" La virgen de las viñas " es una mujer enjuta y fuerte como un tronco de cepa que, a fuerza de años parece haerse fundido con la tierra que trabaja sin parar. Morena de pelo y renegrida de tez, curtida por todos los soles, endurecida por los fríos y los calores que se alternan estación tras estación, tiene la fuerza de un hombretón y toda su vida gira en torno al cuidado de sus tierras.
No se le conoce varón, nunca ha cruzado la menor palabra con los pretendientes que la han buscado por su capital, toda su vida ha sido cuidar las tierras de la mañana a la noche y de ahí le viene el apodo.

 Es la mujer virgen que solo se casa con sus cepas y sus uvas, que solo vive para que conseguir la cosecha más abundante con las uvas mejores de toda la comarca. Por eso a lo largo de todo el año, solo descansa el día de Navidad y el de la Patrona, a las ocho de la mañana se le ve enfilar hacia sus tierras en un coche viejo y destartalado y allí, en la viña, dirige con mano de hierro a un pelotón de siete u ocho temporeros, casi siempre rumanos y no permite la menor broma con ella, ni que nadie se popase lo más mínimo. Y así, día tras día, sin un momento de descanso, nunca ha conocido las vacaciones y su vida es espartana, sin el menor descanso.



Es la menor de cinco hermanos y en su casa se pasó mucha, mucha hambre. Su padre llamado " el manitas " era de una familia muy pobre y harto de pasar mil necesidades dejó el cuidado de las ovejas de los demás para dedicarse a cultivar un pedregal propio donde, con mil sudores y con ayuda de toda la familia, limpió de piedras el terrono hasta hacer aparecer la tierra y plantó viñas. Mucho trabajo y mucha hambre pasaron. Un día llegó al pueblo derrengado después de una más de las agotadoras jornadas en el campo y le dijo a su amigo Antonio que le había pasado una cosa muy curiosa y que no sabía si contársela al señor cura. Dice que estaba echando una siesta al pié de un chopo cuando por el camino de san Juan vió que se acercana un hombre muy alto con la barba muy blanca y que parecía estar bañado en la luz del sol. " Yo te digo que era Dios, Antonio, te lo aseguro ". " Pero ¿ tu habías comido algo ?, le contestó su amigo. " Un poco de pan con uvas ". " Pues entonces, no era Dios, eso era hambre ".
" El manitas " siguió en su empeño, trabajando de sol a sol y ese empeño lo mamó su hija. Ahorrando hasta el último céntimo fue comprando nuevas tierras y plantando cepas en los años en que los demás, cegados por el oro del cereal, se dedicaban a arrancarlas. Por eso cuando vino el boom del vino se encontró con sus viñas en plena producción mientras los demás tenían que partir de cero. Llegó la riqueza pero eso no cambió la forma de vida de la familia, la misma casa de siempre, el sofa de skay ante la tele y ni un solo cambio que indicase la prosperidad que había en la familia. Solo cambió la actitud de los agentes de los bancos que se deshacían en mil reverencias a su paso.




Y así siguen. " El manitas " controlando todo desde las lindes y su hija trabajando como una mula sin permitirse el menor reposo, ni a ella ni a sus obreros, tiene las viñas limpias como salones de baile.
Y siguen engordando las cuentas corrientes año tras año. Aunque ya hay sobrinos creciendo que, como pasa siempre, se encargarán de derrochar los sudores de los demás.

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