martes, febrero 08, 2011

Don Florito Milhomes


Don Floro Milhomes, Florito como le gustaba llamarlo mamá doña Flora Arceniega de Milhomes mientras cotorreaba con sus amigas en la tertulia del ropero de caridad instalado en los bajos de la casa del señor arcediano, ejercía de médico de cabecera en el consultorio que estaba a las traseras de la catedral, aunque su verdadera pasión era la de ser rata de archivo. Podía pasarse días enteros rastreando en viejos legajos en busca de algún dato perdido sobre otro personaje de segunda todavía más perdido entre el polvo de los pergaminos, pero lamentablemente su trabajo no le dejaba libre todo el tiempo que quisiera para entregarse a su pasión y se veía obligado a procurar vida a sus pacientes cuando lo que verdaderamete deseaba era rebuscar entre páginas muertas.
Don Florito andaba por la cuarentena y aunque muy alto, siempre daba sensación de poquedad por llevar su cabeza gacha como si buscase entre el polvo del camino no sé sabe bien que cosa. Prematuramente calvo, intentaba tapar el brillo de su cabeza distribuyendo con un poco de arte y un mucho de brillantina los escasos mechones de pelo que le quedaban. Los ojos de un azul tan claro que se dijesen blancos coronaban una nariz ganchuda que se asentaba sobre un bigotito muy fino que perfilaba todas las mañanas con esmero ante el espejo del cuarto de baño.
En invierno y en verano procuraba abrigarse bien porque todo el mundo sabe lo traidoras que son las corrientes de aire como se encargaba de repetirle su madre a diario. Por eso lo primero que se ponía al vestirse era una faja tubular de lana que le arropase los riñones y encima una camiseta de felpa de manga larga. En invierno porque le hacía entrar en calor y en verano porque así se aislaba de los ardores del estío. Abrigo cerrado de arriba abajo de octubre a mayo y de allí a finales de septiembre chaqueta de punto, la cabeza siempre cubierta todo el año al salir de casa con una boina vasca para no permitir al sol pasearse por su piel.



Vivía en casa de sus padres porque todavía no había encontrado el momento de emanciparse y no había buscado novia porque estaba seguro de que ninguna mujer sabría hacer las sopas de ajo tan bien como su madre. Su padre don Perico Milhomes regentaba una librería de arte sacro donde vendía devocionarios y libros de vidas de santos en los soportales de San Tadeo y era poco más que una sombra, se diría un ectoplasma que revolotease bajo el dictado de su mujer y por más que uno hiciese esfuerzos de memoria no se podría atribuirle forma humana.
Por el contrario doña Flora Arceniaga de Milhomes era toda una mujer de carácter o más bien se diría que un sargento de carabineros portugués hubiese tomado cuerpo en un alma femenina. Alta y bien plantada, con la cabeza coronada por una rodete de pelo trenzado, parecía que todo su cuerpo se hubiese asentado en el pecho que siempre llegaba a los sitios medio metro antes que el resto del cuerpo, que se asentaba sobre unas piernas tan extremadamente delgada que se dirían patas de gallina.
Así transcurría la vida de Don Florito, entre las sopas de ajo que cada noche preparaba con amor su madre, a las que añadía un huevo de gallina pinta para darle más fuerza, sus mañanas en la consulta y todo el tiempo restante rebuscando en los archivos parroquiales datos sobre oscuros personajes para escribir premiosos libros que le publicaban gracias a los buenos oficios del obispado y que nadie leía jamás, pero que hacían bulto en las estanterías del cuarto de estar de las amigas de su madre.
Pero no se crea que esta afición menoscababa su entrega a su tarea sanitaria. Médico lento pero concienciudo, procuraba buscar el mejor remedio en cada caso y cuando algo se le atascaba, se empecinaba para encontrarle solucion. Por ejemplo, tenía el caso de doña Hermelinda, una viejecita muy pulcra que era compañera de cotorreo en las obras de caridad en las que participaba afanosamente su madre. Doña Hermelinda una solterona que rondaba los ochenta años y era tan menudita que apenas si destacaba su cuerpo sobre la camilla en que la estaba explorando, eso sí, pudicamente tapada con la sábana blanca hasta la barbilla, mientras don Florito iba toqueteando entre los pellejillos para no herir el pudor de la paciente.
Desde hace un par de meses doña Hermelinda tenía unas subidas de presión sanguínea que no tenían explicación en una persona como ella, comedora moderada, que no había probado más vino que el de misa y que nunca había hecho ningún exceso. Análisis de todo tipo, electros y las mil perrerías que se le habían ocurrido a don Floro no habían aportado nada. Un día más, mientras la exploraba el bueno del médico interrogaba a la paciente por si se saltaba alguna regla o había abusado de la sal. Nada de nada. Todo como es debido.
De pronto la viejecita, con la sabanilla subida hasta el mentón para ocultar su rubor soltó un carraspeo seguida de una pregunta: " Don Florito, hijo, ¿ el uso del sexo sube la tensión ?. Es que, sabe usted, hace unos meses que don Nicomedes el vecino del segundo derecha ha enviudado y desde hace un tiempo nos entendemos los dos" dejó escapar muy suavecito.
Esa tarde Doña Flora y doña Hermelinda rezan angustiadas el rosario en el sofá que hay en la sala de espera de la UVI atisbando la aparición de algún médico que salga a dar información sobre el estado del maltrecho corazón de don Florito.

2 comentarios:

Embrujo mis palabras de loca dijo...

holaaa cal ohhh que bonita historia el medico aun no habia encontrao el momento de emanciparse hayyy si hay muchas personas asi que no saben volar del nido esa sopita de ajo jaajjaa yo me las hago que estan de buenaaaaaa y una entra en caló aunque sea en el estomago jajajajjaa y bueno y lo de la viejitaaaaaaaa AY/ POR DIOSSSSSSSSS pa el amor pa el sexo no hay edad jajaja el otro dia no suelo ver la tele porque solo hay porqueria los programas basura, y como no sea el tenis el deporte en general los documentales de animales y lugares, bueno haciendo zapin resulta que veo un juicio de un hombre que queria separase de su mujer que ella con 50 años no queria hacer mas el amor decia que era una cosa asquerosaaaaaa pa matarlaaaaaaaa jajajaa si eso no tiene edad ni identidad si eso da ganas de vivir y soñarrrrr jajajaa pobre hombre no me extraña que busque lo que necesita fuera de su casa jaajjaja feliz finde besitossssssssssssssssssss

Embrujo mis palabras de loca dijo...

hola cal buenos dias espero que te encuentres mejor anoche vi una entrada donde te encontrabas mal y quise saber de ti por que llorabas y sentias rabia, y cuando quise entrar me di cuenta que la habias borrao o quizas la tienes en un blog privao bueno solo queria decirte que si necesitas hablar con alguien que sabe guardar con cerrojo lo que le cuenten o hablen nunca saldrá de su boca, bueno te dejo toooo el cariño del mundo pa que te sientas mejor que las lágrimitas de un hombre son perlas que caen al mar pa poderlas curar que tengas un bonito finde si quieres mi dire te la doy vale, no suelo hablar en msn con nadie pero si lo necesitas te agrego y hablamos besitossssssssssss puees eliminar este comentario si no te agrada vale ? no me molestaria en absoluto