Le hermosa joven

La hermosa joven, poco más que una niña, delicada como una porcelana de Sajonia peina sus rubios cabellos de oro que hacen empalidecer de envidia a los rayos de sol. Y con su mano blanca y suave como la piel de un armiño mueve lentamente el peine de plata y corales haciendo que la luna desde su rincón deje caer lágrimas como perlas al no poder competir con su encanto.
La hermosa joven, poco más que una niña, delicada como una porcelana de Sajonia, entreabre sus labios rojos como maduras cerezas del Jerte dejando asomar el brillo de su sonrisa y entorna sus parpados para que la luz de sus ojos no oscurezca la luz del día. Mueve y mueve el peine deslizándolo sobre su melena y los dorados cabellos que caen al verde cesped se trasnforman en miles de diminutas margaritas que brillan como estrellas en una noche de agosto. Y el cercano río modera la rapidez de sus aguas para no alterar el idílico paiasaje.
La hermosa joven, poco más que una niña, delicada como una porcelana de Sajonia, apoya sus manos que se dirían dos dulces tótolas su regazo y deposita el peine sobre el vestido de gasa y encaje de color marfil que envuelve su cuerpo como si fuese una nube. De sus labios sale un suspiro que hace que el viento se quede en suspenso.



La hermosa joven, poco más que una niña, delicada como una porcelana de Sajonia vuelve la cabeza en dirección a una voz que le dice " basta por hoy ", da un salto brusco dejando caer el peine al suelo, se despoja de un tirón de la rubia peluca dejando asomar su pelo teñido en mil colores, suelta la cremallera de un costado y el vestido de gasa se desliza dejando asomar unos vaqueros raidos y una blusa negra que moldea sus breves pechos. Enciende un pitillo, dice adios al equipo que rueda la escena, se pone una chupa de cuero y el casco y montándose en la moto se pierde petardeando por el reseco camino que conduce a la ciudad.