sábado, septiembre 11, 2010

Los amantes


La Luna llena, esa luna de fábulas y de cuentos orientales, cuya tonalidad se ha ido desvaneciendo a medida que la noche llega a su fin, parece que se hace la remolona para esconderse tras los montes que se levantan a un costado de casa. Pero ha de darse prisa porque por el levante viene empujando con brío el Sol naciente que emerge bañando de rojo los montecillos tras los cuales estaba oculto. Primero se colorea el paisaje de un tono rosáceo que baña los campos de olivos y almendros que nos rodean y poco a poco se va intensificando la luz hasta que un halo de fuego parece encender el cielo. Y las estrellas, que durante toda la noche han sido faros en los que buscamos el recuerdo de los seres queridos, se hacen invisibles a nuestros ojos.



Día a día el Sol persigue a la Luna y cuando uno llega la otra ha tenido que abandonar su lugar el cielo que está sobre nuestras cabezas. Por eso, en cuando despunta el alba, todas las golondrinas abandonan los nidos, iniciando su baile frenético con el que trazan invisibles arabescos en el aire para alimentarse de todos los insectos que encuentran a su paso. Y las abejas que incansablemente han ido de flor en flor para hacer acopio de su alimento cuando cometen la imprudencia de interferir el vuelo de una golondrina, acaban en el buche de una de estas.



Se me ha ocurrido pensar que entre el Sol y la Luna se ha establecido un código para poder comunicarse que permanece así a lo largo de siglos y siglos. Por eso los girasoles se orientan hacia el Sol, el cual graba en sus pétalos el mensaje que quiere que llegue a la Luna. Cuando las abejas se mueven afanosas de pétalo en pétalo, con sus patas copian los mensajes allí grabados. Y cuando en su camino de vuelta a la colmena son tragadas por las golondrinas, estas interiorizan en su ser el mensaje del Sol. Al llegar al amanecer, con su alocado vuelo, trazan en el cielo un inmenso mensaje en Morse para que la Luna pueda leerlo antes de irse a dormir.
Otro día cavilaré como hace la Luna para enviarle mensajes al Sol. ¿ Tal vez podría ser a través de las gotas de rocío ?.

2 comentarios:

relatosweb dijo...

bueno bueno con las reflexiones astroplanetarias, eres un crack para ir enlazando unas cosas con otras, jajaja.

gracias por el post como siempre. quieras o no, anima para seguir escribiendo 4 líneas; y la historia verídica aunque el pollo que montó ella fue de 3 pares y, los abueletes que la cobijaron (con desconfianza incluida) unos fenómenos a los que esta pareja sigue visitando y llevando algún presente.

Anónimo dijo...

buena reflesion entre el sol y la luna fenomenal varelilla