viernes, noviembre 06, 2009

Declaracion de amor


He copiado este mensaje del cartelón colocado en una ladera de la colina a cuyo costado pasa la autovía que viene del aeropuerto. " Marcianita tailoviu ", tal como suena fonéticamente para que la interesada lo entienda directamente. Pienso en el esfuerzo del enamorado que diseña y pinta el cartel, lo mete en el coche con cuidado para que no se estropee, trepa penosamente monte y fija la pancarta con pedruscos al suelo para que no se la lleve el viento.
" Marcianita, tailoviu " es la sorpresa que su amado ha preparado a su amada cuando, después de recogerla en el aeropuerto a donde llegó procedente de Ecudador o de Bolivia o vaya usted a saber de donde, la traiga en el flamante vehículo que acaba de comprar de segunda mano camino de la casa donde van a poder empezar una lucha en común, tras tantos años de separación. Y es que la emigración es dura, muy dura aunque se nos haya olvidado a los españoles, ahora que somos ricos de medio pelo y no recordamos a nuestros paisanos que, maleta de cartén en mano, recorrieron Amércia de cabo a rabo o se pudrieron en las buardillas de París y trabajaron como bestias en las acerías alemanas.
Al hilo de esta frase recuerdo una entrevista que hicieron un día a la grandísima actriz y mejor mujer que es Juana Ginzo, alguién fundamental en la radio de mi infancia y adolescencencia, para quien no pueda conocerla. Una mujer transgresora que en la Espaa franquista se casó con un amigo de su hijo y a la que preguntaron porque iba todos los años a Nueva York y ella respondió que lo hacía para aprender de las personas, pero que ella no iba a los sitios pijos de la ciudad, sino que habitaba en aquellos barrios donde se podía oir a una vecina " niño, no te asomes a la vindos que te puedes caer a la estri ".

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