sábado, enero 10, 2009

LA PLUMA Y LA PALABRA SIEMPRE AYUDAN


En los confines más orientales allende el mar Mediterráneo se haya el reino de Aldehabarán tan pequeño y tan perdido entre paises vecinos que ha pasado desapercibido a la voracidad de los poderosos, lo que le ha permitido sobrevivir hasta nuestros días sin que apenas ninguna influencia extraña haya podido cambiar su forma de ser. Su territorio es como una larga bufanda de tierra que colgase desde Armenia al norte de Turquia para terminar bañándose en una pequeña franja del mar Caspio.

En su suelo nunca se ha hayado petróleo o gas natural y carece de cualquier mineral apetecible para las grandes potencias, lo que le ha permitido permanecer anclado en el sí mismo disfrutando de una vida lo más bucólica que pueda imaginarse. Tampoco tiene un gran valor estratégico por lo que nunca han sufrido invasiones ni han padecido guerras de rapiña.
Sus habitantes se pueden considerar felices y los más ancianos resgitrados en el libro de los records con gran frecuencia provienen de su territorio. Desprecian el alcóhol y el tabaco y se alimentan de los productos que da la tierra y de sus enormes rebaños de cabras que carecen de dueño porque la propiedad privada siempre se ha considerado un delito entre ellos. Es un reino sin rey donde nadie manda y todo fluye sin problemas porque se rige según un código no escrito que se transmite de padres a hijos desde la más remota antiguedad y con la leche de los pechos las criaturas maman como comportarse el día de mañana. hacerlo un hombre o una mujer.
Uno de cada diez habitantes se dedica a cultivar una planta, el path, que es como una amapola de color amarillo que sirve de alimento y de euforizante que mascan todos los habitantes a partir de su paso de la adolescencia a la edad adulta. En el centro del pueblo, a falta de templo, se alza un altar donde todos los días los cultivadores del path disponen grandes canastos con la planta recién cortada para que pueda ser consumida por todos los adultos. Cada uno toma su ración diaria, la trocea finamente con su cuchilla y la mezcla con un poco de miel y la guarda en una bolsa que tanto hombres como mujeres llevan colgados a su pecho. De allí van tomando pequeñas porciones que introducen en la boca y las van rumiando lentamente todo el día, lo que ha producido una deformidad en su fisonomia pues tienen el carrillo derecho dilatado como si llevasen una anranja dentro. Cuando sienten que el path ha perdido el guspo lo escupen con fuerza, sembrando las cunetas de restos de hierba masticada que rapidamente se comen las aves, lo que explica su vuelo un tanto errático y bobalicón, como si también estuviesen medio drogadas.
El otro diezmo de la población se dedica al cuidado de los baños pues en todas las aldeas han canalizado un riachuelo que pasa por entre todas las viviendas y con sistemas de zanjas y balsas no hay casa sin agua limpia. Un complicado sistema de hogueras en la acometida del pueblo hace que el agua fluya cálida por unas cañerias de barro cocido en cuyos poros crecen minúsculas plantas aromáticas.
Un tercer grupo mucho más numeroso, tres de cada diez, se dedica a la educación de los niños pues desde que cumplen su segundo año de vida abandonan el hogar y se integran en comunas infantiles donde se les inculca el complicado y antiguo sistema de vida, donde todas las personas son iguales y no se distingue de hombre o mujer, de sano o tullido. Y la diferencia entre los sexos nunca la han conocido, de tal modo que cualquier cometido, salvo el parir, pueda hacerlo cualquier persona. Así crecen y pueden relacionarse en libertad y en plan de igualdad y el día de mañana los hijos que tengan serán parte de la comunidad, con lo que no tendrán que preocuparse de educarlos ni de dejarles nada en herencia.
Otro diezmo se dedica al entretenimiento de todos los demás. De entre los niños integrados en las comunas se busca a aquellos más diestros y ágiles para formarlos como saltimbanquis y acróbatas. Y como payasos, porque la diversión y la risa son los pilares en las que se basa gran parte de la convivencia.
Un séptimo grupo se dedica la alimentación de todos los demás y aquí se apiñan los que se dedican a cuidar los inmensos rebaños de ovejas y cabras o a cultivar huertas y viñas pues, aunque no preparan vino, las enormes uvas de Aldehabarán, doradas como el oro viejo y grandes como huevos de paloma, son el manjar preferido de niños y grandes. Este mismo grupo teje el lino y el algodón y carda la lana para vestirse durante los meses de invierno pues cuando hace buen tiempo apenas se cubren con prenda alguna.
Hay otro grupo, tal vez el más importante, lo integran dos de cada 10 personas y en él se entremezclan los contadores de historias con los magos pues desde tiempo inmemorial la palabra es el hilo conductor de su historia y saben que la mejor medicina es saber escuchar y dejar que el afligido cure su enfermedad sacando fuera todas sus miserias. Los cuentacuentos con sus palabras y los magos con sus masajes y sus pócimas de hierbas que solo conocen ellos alivian los males de los demás.
Y por último, el diezmo final es aquel al que nadie quisiera pertenecer. Lo integran aquellos que no saben querer. Más de una mujer a punto de parir que sabe que a su hijo le corresponderá pertenecer a este este grupo hubiera querido ahogarlo con su propio cordón al nacer, pero la fuerza de la tradición es tan grande que nadie es capaz de rebelarse contra ella.
Aquellos que van a formar parte del grupo de los no saben querer son apartados de los demás niños en recintos especiales donde el sol y la luz del día apenas tiene acceso, las palabras son órdenes y el contacto físico es imvoluntario. No hay sonrisas ni afecto y nunca conocerán lo que es querer y, sobre todo, sentirse queridos para que nunca puedan reclamar este sentimiento. Cuando se los considera capaces de valerse por si mismo son conducidos a lo largo de la noche, para que nadie pueda verlos, hasta un valle sombrío que hay en las Montañas Negras en plena cordillera que limita con Armenia. Allí en una hondonada rodeada de riscos inmensos que apenas dejan pasar la luz del sol, entre nieblas perpétuas se va a desarrollar su vida, donde crecerán como sombras sin contacto unas con otras. Sus voces tienen que competir con el fuerte viento y por las noches, entre las ráfagas de aire sus gemidos llegan a donde duermen los niños felices para recordarles que, si se salen del camino justo, pueden acabar emprendiendo el camino del valle que se extiende al pié de las Montañas Negras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad esque es bonito y haces trasladarse a uno a ese mundo maravilloso por supuesto a los grupos que si que saben escuchar .Esto encuanto al relato pero aver si utilizas la pluma y el tintero

cal_2 dijo...

menos mal.....ya te habia puesto falta, pequeño. Y bendito sea el que me envio pluma y tintero

redondeado dijo...

humm... ¿tiene que existir el grupo de los que no saben querer... para recordarle a los niños felices dónde pueden acabar si se salen del camino? ¿Y sus madres lo saben antes de que nazcan? Qué duro.

De todas formas me ha gustado, hace pensar, como todo lo que escribes.

cal_2 dijo...

digamos que habia que buscar un contrapunto a tanto idilio...y gracias por tu comentario. A mi me sucede lo mismo con lo tuyo, redondeado