domingo, enero 20, 2008

Soñar


De siempre he sentido una gran curiosidad por lo que sueño. Salvo en raras excepciones siempre sueño bonito y cuando me despierto todavía consigo atrapar retazos de las últimas imágenes soñadas. Lo que más me maravilla es que aquello que en la vida real me parecería algo inadmisible, en el sueño lo hilvano con total naturalidad. Además tengo la sensación de que sueño en color, en el viejo tono de las películas en cinemascope de mi infancia y, como ya he puesto en alguna otra parte de mi blog, durante las horas de sueño he hecho las mejores fotografías de mis viajes. La pena es que los científicos japoneses, que inventan tanta tecnología punta,  no hayan conseguido crear un aparatito para dejarlo toda la noche sobre la mesilla y conectado a nuestra cabeza con el que poder grabar nuestros sueños....O tal vez es mejor así, para no darnos un susto al ver lo retorcidos que podemos llegar a ser.
Durante muchos años he tenido un mal sueño que se repetía periódicamente coincidiendo con las épocas de mayor tensión nerviosa y que ahora que ya no trabajo ha desaparecido por completo. Imagino que todos tendremos nuestra pesadilla favorita, como si fuese nuestro sueño de cabecera. El tema de mi sueño es que estaba profundamente dormido y de repente me encontraba totalmente paralizado luchando por extender el brazo y encender la luz de la mesilla. Sabía que estaba dormido y sabía que era un sueño, pero no podía moverme ni gritar pidiendo ayuda. Por más intentos que hacía no podía alcanzar el interruptor de la luz, con las manos y la garganta agarrotada, luchando por gritar pidiendo ayuda. En el sueño soñaba que estaba dormido y que todo no era más que un sueño, que se pasaría al despertar. Todo mi empeño era moverme y despertar para salir de esa angustia. escapar de ese terror a un peligro desconocido. Cuando finalmente conseguía despertarme de verdad y encender la luz sentía que un sudor helado cubría mi frente y me dolía la garganta atenazada por la angustia. Y un miedo enorme a dormirme de nuevo porque sentía el sueño agazapado esperando a que me durmiese de nuevo para atraparme en sus garras.
Pero desde que no trabajo la angustia ha desaparecido y con ella los malos sueños. Ahora son más amables. Por ejemplo, lo que recuerdo de la pasada noche. Estaba en una tienda de electrodomésticos con mi amiga Mariví que, aunque en la vida real es como la ratita Presumida, en mi sueño se había transformado en una doble de Penélope Cruz recién salida de un quirófano de un cirujano plástico brasileño: con unos enormes morros siliconados, unas pestañas superlargas llenas de rimmel y con unos pechos a punto de reventar. La tienda se encontraba totalmente a oscuras y al acercarnos al mostrador el dependiente nos iluminó la cara con una linterna porque dijo que así se ahorraba energía. Mariví compró un HJ-323 a pilas para su hijo porque le era imprescindible para la asignatura de Lengua y al salir de la tienda nos caímos en mitad de un río en el que nos pusimos a nadar contracorriente. Como no queríamos que se mojase la chaqueta, nos la pusimos del revés pero esto enlenteció nuestra marcha. Así que ella se sacó unas aletas del bolso y pudimos alcanzar la velocidad adecuada hasta llegar a la plaza de san Marcos en Venecia. Cuando estábamos a punto de tomar un café en el Florian escuchando un cuarteto de cuerda... sonó la puta alarma del movil.
Claro, si aplico el libro de interpretación de los sueños a esto, vaya usted a saber que sale de ahí. Pero bueno, me da igual, me lo suelo pasar muy bien mientras duermo. Y eso es lo que cuenta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que bonito es recordar los sueños verdad? es un mundo paralelo donde todo vale y donde la naturalidad es la principal herramienta... yo soy de los que suelo recordar bastante lo que sueño todas las noches... la lástima es no animarme a escribirlos porque hay para escribir un libro jajaja

Alvaro dijo...

Somniem! es clar que sí, somniem constantment, sempre! (Llach)
Bonitos sueños, he descubierto este blog por casualidad (o no), me gusta. Mis pesadillas más recurrentes siempre tienen que ver con el ejército y una nueva llamada a filas. En mis mejores sueños me encuentro en algún rincón del casco antiguo y de repente decido que quiero ver la ciudad desde arriba, volar por encima de los tejados de una ciudad que duerme es una magnífica experiencia (debe ser, vaya!)