viernes, octubre 26, 2007

Esquema para un melodrama


La noche es fría, viene el aire húmedo del mar que lo cala todo. Tania se sopla las manos y patea el suelo con fuerza, aún a riesgo de caerse de las altas plataformas. Pero no logra entrar en calor, su exígua minifalda no tapa nada y esta jodida torera de charol le da más frío todavía. Es tarde y el aire se cuela por el callejón entre la vieja fábrica de harinas y un garaje semiderruido. Apenas pasan coches por la avenida contígua y por mucho que intente poner posturas insinuantes no se detiene ninguno. " Perra noche, joder " se oye una voz grave que contrasta con su físico de mujer. Piensa que tendrá que irse de recogida sin conseguir apenas un puto billete en toda la noche. Lleva más de cuatro horas esperando y tan solo la abordó un viejo baboso apestando a alcóhol y tabaco que le ofreció diez euros por una mamada a pelo. Al final logró sacarle quince y esa fué toda la ganancia. No están los tiempos para hacerse la estrecha.
Sacude la melena caoba, se pasa la mano por la frente y aparta el pelo que le cae sobre los ojos. Saca un cigarro del bolso, le da unas caladas y piensa que es hora de irse a la cama con su hombre. Que coño pinta aqui pasando frío.
Baja al trotecillo la pendiente para ir hacia su coche. De pronto oye un chirrido en el asfalto de la avenida, la deslumbran los focos de un coche y da un par de pasos hacia atrás buscando la protección de la pared de la fábrica, mientras se cubre la cara con sus manos morenas.
Del coche, un deportivo plateado, baja una pareja de gente guapa. Ella, apenas una cría, se deja caer con desgana sobre el capó del coche y parece ausente, como si no le importase nada de lo que suceda a su alrededor. El, vaqueros ajustados de marca, cazadora de ante y andares de chuleta se dirige hacia Tania lentamente, como si pensase cada paso que da. Se detiene ante ella, se abre de piernas y coloca los brazos en jarras, el cigarillo en la comisura de los labios como un personaje de telefilm de pacotilla. La mira de arriba abajo, contempla su cuerpo moreno con ojo crítico y alarga su mano hasta rozarle un pecho.
" ¿ Cuanto quieres por un rato de juerga con mi chica y conmigo?. Tengo buena polla.... ¿y tu ? ". Y baja su mano lentamente del pecho hacia los muslos....Tania aparta la mano y dice que la deje tranquila, que se marcha ya.
El tío de un revés le cruza la cara y Tania siente el sabor de la sangre en los dientes. " Puto maricón, negro de mierda, a mí no me hace un feo nadie, ¿ te enteras ?". La tira al suelo y comienza a patearle con saña. La cria sigue ausente, sin mirar lo que está sucediendo.
Tania se levanta, intenta huir, se enreda con las plataformas y cae de nuevo al suelo. Siente un dolor inmenso en la espalda y después nada, no siente nada, no puede moverse, yace en el suelo como un muñeco sin vida. A su lado esta el cabrón con una barra de hierro en las manos riéndose de ella. " Sigue haciendo la carrera, negraza, si puedes ". La escupe, tira la barra al suelo y se mete en el coche con su chica, arrancando con un acelerón.
Tania intenta moverse, pero el cuerpo no le responde, del cuello hacia abajo no siente nada. Grita, pero solo le contesta el viento. Se abandona al vacío en espera que se haga de dia. De pronto un contacto calido y humedo en su mejilla hace que abra los ojos. Un caniche le está lamiendo la cara y junto a ellos, con espanto, la mira una mujer muy mayor envuelta en una bata de casa y con una toquilla por los hombros.
"Espera, que pido ayuda " y oye el roce de las zapatillas contra el suelo de la viejecita que se aleja. Al rato brama el sonido angustioso de una sirena que se acerca. Todo se vuelve confusión a su lado. Voces, ruidos, gente que la rodea. " Con cuidado, ya sabeis como hay que pasarla a la camilla, que tendrá la columna jodida ".
En la ambulancia la trasladan al hospital, no entiende nada de lo que esta sucediendo con ella, solo comprende que le han jodido la vida. Y empieza la locura de las exploraciones, las sondas, los goteros pero nadie le explica lo que le va a pasar.
Finalmente le dan el diagnóstico. Tiene destrozada le tercera vertebra dorsal y le ha seccionado la medula, con lo cual no hay esperanzas de recuperarse jamás. Estará toda la vida atada a la cama, a la silla de ruedas, dependiendo de los demás para lo más elemental, hasta para comer necesitará de la ayuda de otras personas.
Y está sola. Pedro, su hombre, ha salido de naja.
Ahora solo espera los momentos en que las auxiliares entran a cuidarla, a lavarle la cara, todo el cuerpo y, si no están muy apuradas de tiempo, hasta a maquillarla un poco. Y el gran momento del día es cuando la bajan al gimnasio, por lo menos ve caras nuevas por los pasillos. Pero le quedan demasiadas horas para rumiar todo lo pasado. La chabola de Catagena de Indias, las peleas con los otros pillos en la calle, las palizas de los sucesivos tipos que vivían con su madre. El hambre, sobre todo, el hambre y la falta de afecto, el tener que disimular ante todos el ansía de ser mujer. El viaje a Madrid, sus trabajos miserables durante el día y el dinero fácil que ganaba por la noche....
Después de una mañana agotadora de rehabilitación, la dejaron en un rincón a la espera del celador que la devolviese a la planta. Está cansada, aburrida y pasea la mirada distraida a su alrededor hasta que, de pronto, siente un sobresalto al ver una chiquilla sentada cerca de ella. Recuerda su rostro, su imagen perezosa sobre el capó del coche, su aire ausente.
Es fácil entablar relación en la sala de espera de los hospitales, solo hay que preguntarse por las respectivas miserias y dejar que la otra persona se explaye. Está aqui para rehabilitarse también, pero ella ha tenido más suerte, solo le fracturaron dos costillas y el tobillo derecho. Ahora ya está casi bien, sólo le quedará una pequeña cojera, pero se encuentra llena de rencor hacia el pijo que la machacó una noche que no encontró otra persona en la que desahogar su furia de alcóhol y coca. No sabe como, pero desea vengarse del tipo. La denuncia en comisaria no sirvió para nada, no había pruebas ni testigos y se rieron de ella.
Esa noche, Tania no puede dormir pero esta vez no es pena quien la mantiene despierta, su cabeza está en ebullición haciendo planes para conseguir su deseo de venganza. No ve el momento en que la bajen de nuevo al gimnasio para encontrarse con la chiquilla. Esta no la recuerda e ignora que Tania quiere usarla para conseguir el único deseo que la hace vivir, vengarse del macarra que destrozó su vida.
Las dos están solas y poco a poco se van entrelazando los afectos, muchas tardes se acerca Mónica a visitarla en su habitación, se hacen confidencias, le da la merienda, la peina con cuidado, la maquilla y hasta un día prepara todo un tejemaneje con ayuda de una auxiliar para teñir de caoba su melena de nuevo.
Y mientras hacen mil y un planes, cada uno más descabellado que el otro, para acabar con ese tipo. Tania teje los hilos de la tela de araña poco en poco y lo que en ella es deseo de muerte, en Mónica es solo de un escarmiento. Se hacen inseparables y, al fin, llega del momento de dejar el hospital y enfrentarse al día a día.
Y a las noches. Más de una, después de maquillar y vestir de modo llamativo a Tania, Mónica empuja la silla de ruedas por los bares de copas y pronto se hacen muy conocidas. Siempre riendo, siempre observando las caras de todos los tíos que pululan en la noche a la espera de su presa.
Al final siempre recalan en " Sin nombre ", un antro medio destartalado y mal iluminado. Una noche siente que algo la inquieta, como si tuviese el mal muy cerca, gira la silla de ruedas con ayuda del mecanismo que se conecta a su boca y lvé al tipejo a su lado, soltando risotadas. Siente su garganta reseca, los músculos a punto de estallar con la tensión y le hace una seña a Mónica para que se fije en él. Mueve la silla hacía un rincón, muy cerca de las escaleras que bajan a los servicios y espera con paciencia como una araña a su presa. Ahora solo hay que esperar.....
Todo se precipita, el tipo avanza bromeando hacia las escaleras, taconeando con sus botas de vaquero, y cuando el macarra comienza a bajar, hace un movimiento brusco con la silla de ruedas, le da un empellón y se oyé el estrétipo de un cuerpo que cae por las escaleras. Gira la silla, se aparta con presteza y se da cuenta de que nadie se fij en ella. Chillidos, se encienden las luces y voces piden que se llame a una ambulancia. Al final de la escalera, en la puerta del water hay un hombre muerto, se ha fracturado la nuca con la caida....Tania sonrie tranquila, llama a Mónica y las dos se miran profundamente. Al fin, todo ha salido bien.

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