jueves, junio 28, 2007

" West side story "


Cuando tenía 14 años nos fuimos a vivir a una pequeña ciudad gallega donde pidió traslado mi padre después de su ascenso porque como él decía, " siempre es mejor ser cabeza de ratón, que cola de león ". Eso fué a principios del verano, poco después de haber hecho el examen de reválida elemental en Lugo y se produjo un cambio radical en la fomra de vivir. La ciudad sesteaba al pié de la colina donde vigilaba la torree del castillo y se extendía perezosamente abrazada por el lecho del río. Fué un verano de río, de baño y de vida en la calle.
Como nuestro padre era lo que pudiéramos llamar la máxima autoridad militar local, teníamos acceso gratis a todos los cines del pueblo y desde muy pronto le saqué todo el jugo posible a ese privilegio. Había tres salas funcionando pero como una estaba lejos del centro, en el barrio de la Estación, dediqué toda mi atención a los otros dos que, desgracia o casualidad, estaban cada uno situados estratégicamente en mitad de las calles que llevaban desde el Colegio de los Escolapios a la Caja de Reclutas, en cuya planta alta teníamos la vivienda.

Y me tragué todas las pelis posibles en un cine de provincias de finales de los 60, sin orden ni discernimiento. El caso era no perderse un día de cine. Todo por la cara y sin soltar una peseta. Así me pasaba de una peli de el Santo, el enmascarado de Plata, a las comedias americanas de Doris Day, o a las de vaqueros del Jon Wayne, las argentinas de Luis Sandrini, o las de ese calvo que una prima mía llamaba Bil Yurner y que era un malo guapísimo, o las españoladas o una muy curiosa que recuerdo, colombiana, en la que un cirujano loco que tenía un laboratorio entre pantanos transformaba panteras en personas o algo así y que no sé si era muy oscura porque lo exigía la trama o porque la copia era funesta.....pero como no costaba nada, tan contento.
Un año en fiestas, me ví durante toda la semana, alternativamente, " Rebelion a bordo " con un Marlon Brando explendoroso que la pasaban en el " Capitol " y " El mayor espectáculo del mundo " en el " Teatro Lemos " en la que me emocionaba cada vez que oía hablar a James Stewart....y que nadie me jure que la voz quebrada y dulce que nos acostumbramos a oir toda la vida no era la suya propia, sino la de su doblador porque eso no se puede creer.
El " Capitol " era un cine coqueto situado en la calle del paseo, El Cardenal que tenía una cafeteria muy fina en su parte delantera y a donde iban las señoritas elegantes a tomar café con leche y tostadas bien acomodadas en las butacas de terciopelo granate para poder despellejar a todos los que pasaban por delante de los ventanales.
Había un chiquito rubio con cara de pillo vestido con una chaquetilla blanca ajustada y que llevaba colgado del cuelo un cajón lleno de chucherias, que serpenteaba entre las filas de butacas durante el descanso para ofrecer su mercancía. Yo me gastaba toda la propina en cacahuetes y en unos caramelos triangulares de limón deliciosos y nunca he vuelto e encontrar otros que supiesen tan ricos....Comía los caramelos con calma, chupándolos lentamente para que durasen el máximo tiempo posible y después iba pelando los cacahuetes pero, en lugar de comérlos iba guardando los granos en el paquetito de papel blanco para comérmelos después en casa. Y así, a lo largo de la semana, mientras aprendía a teclear en una vieja máquina Underwood de la oficina de mi padre, iba royendo grano a grano lentamente para que durasen eternamente....
He de confesar una cosa, aunque todavía me da verguenza pensar en ello. En la oficina de mi padre había una enorme caja de caudales amarilloverdosa de la cual no recuerdo de que modo llegué a conocer la combinacion: NILO, dos vueltas a la derecha y otra a la izquierda, girando con una llave grandota y se abría el arca..... más de una vez la abrí para sacar dinero con el que pagar las golosinas. Nunca sé que pensaría mi padre de eso al descubrir su falta, pero imagino que le echaría la culpa a mi hermano mayor, que para eso era el tarambana de la familia por aquellas épocas .
El otro local era el " Teatro Lemos ", un edificio enorme, gris y medio destartalado donde alternaban las películas con los espectáculos de revistas o aflamencados y las obras de teatro, generalemente de Alfonso Paso, que pasaban de tourne por provincias. Y allí vi " West Side Story " y me emocionó en gran manera descubrir el musical. El sábado y el domingo me vi los dos pases seguidos de la peli y por la noche soñaba con bailar como Russ Tamblin.
Y vi a un Antonio Machín ya decrepito cantanto sus boleros con una compañia de revistas donde todos eran de su misma generacion, en un teatro casi vacío y en donde los aplausos sonaban a palmadas para matar moscas.
Como tenía entrada libre a todas las pelis, no me ponían ni reparos para pasar incluso a las 4R-gravemente peligrosas y que estaban prohibidas para los menores de 18 años, lo cual me permitía darme el pote en el recreo del colegio, porque nadie más de mi clase podía entrar a verlas. De este modo fuí a ver " Fedra " y " Explendor en la hierba".....sin lograr compender a que se debía tanto escándalo porque no se veía nada, carne me refiero, que es lo único que entonces podía escandalizar. Lo peor de todo es que por las noches tuve algún desahogo a consecuencia de las pelis. Pero, pecado sobre pecado, no me atreví a confesarlo antes de ir a comulgar, con lo cual comulgué en pecado mortal más de un domingo y así iba engrosando la bola de pecados que me llevarían rodando a las calderas de pedro Botero y de las miles de comuniones que esperaba hacer de los 14 a los 70 años ( una por dia, 365 dias al año, uno más en bisiestos ) se rompió la cadena y así me encuentro ahora , mayor y empecatado hasta los tuetanos......pero feliz de haberme tratado a mi mismo toda la vida

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