miércoles, noviembre 01, 2006

MARE CAGARE


Mare Cagare en realidad se llamaba Mary Carmen, pero dudo que jamás alguien la hubiese llamado así. Mare es el nombre que le daban en su casa y el apellido se lo pusimos los niños de la Barrida Militar con la hijoputesca habilidad que se tiene a esa edad para poner motes a los demás. Cuando nos mudamos a vivir allí, tendría más o menos siete años y la recuerdo como una niña esmirriada, con la carita de rata llena de churretones enmarcada por unas trenzas muy apretadas como colas de lagartija, vestida con un delantal muy viejo y remendado, una braga llena de agujeros y los calcetines siempre caidos.
Vivía en una casa media en ruinas cercana a la Muralla Romana de la que solo guardo la imagen borrosa de un portal lóbrego con suelo de pizarra, unas ventanas sin cristales y cubiertas con papeles y una huerta al lado. Nunca pasamos al interior, pero de allí siempre salían voces aguardentosas: Mareeeeeeeeeeeeeee........
Pero Mare nunca hacía caso a los de dentro, se pasaba el día en la calle jugando con los demás críos y dudo que fuese ni un día a la escuela. Todos le dábamos órdenes y recibía más palos que una estera por parte de los demás niños, se reía cuanto más fuerte le pegabas o le tirabas de las trenzas....despues te sacaba la lengua, se echaba a correr y cuando estaba cerca de casa nos hacía la burla mientras nos tiraba cantos.
Con ella aprendimos a " ir a la prea " en las tardes de verano, a una huerta enorme que estaba en el callejón que bajaba hacia el barro de putas. Se trepaba por los huecos que había entre las lajas de piedra que formaban el muro, pasábamos con cuidado sobre los cascotes de vidrio que lo coroban y nos dejábamos caer al otro lado para aterrizar sobre una hierba muy alta e ir a robar manzanas o ciruelas primerizas, todavía muy verdes y que mordías a pesar de la sensación de grima que provocaba en la garganta al tragar los mordiscos, siempre con el miedo de que alguien gritara que venía el dueño o que se acercasenn los perros que andaban sueltos por la finca. Por la noche, después del atracón de fruta verde, la tripa no paraba de doler pero no te quejabas en casa, para que no se enterasen de lo que habías hecho por la tarde.
Y llegaba San Juán con la hoguera. Desde el mes anterior, todas las tardes después de salir d ela escuela, buscábamos madera vieja y neumáticos deshechos, junto con tapos y todo aquello que pudiese arder. Y la víspera íbamos a la carboneria a comprar un cesto de piñas para ayudar a que prendiese mejor. El fuego tenía algo mágico y cuando veías subir las llamas nos poníamos todos locos de contento. Había que esperar a que se hiciesen rescoldos para saltar por encima, con riesgo de quemarse la pierna o, lo que era todavía peor, los zapatos.
Jubábamos a la " billarda " con un palo grueso que había que golpear sobre otro pequeño, afilado por los dos extremos, batearlo en el aire e intentar llegar más lejos que los otros críos. O al " guá " con chapas de refresco que íbamos a buscar a las traseras de los bares de putas y que se rellenaban con cáscara de naranja.
Y a los médícos. También jugábamos a los médicos. El sitio idóneo es una rincón que había en el patio interior del pabellón de oficiales, que estaba a resguardo de las miradas de todas las vecinas que podían asomarse a colgar la colada. Por eso sé que Mare llevaba las bragas remendadas.
Las pacientes eran siempre Mare Cagare, y otra niña, la hija del Capitán Fuertes, que vivía con sus padres y una tía solterona que cuidaba a un gato atigrado enorme que comía todos los días su platito de bofé. Les bajaba las bragas, les tocaba por todas partes y les daba pellizcos en las nalgas para ponerle inyecciones de penicilina. No sé que pasaba, pero cuando jugábamos a los médicos sentía un calorcito muy rico en la parte baja de mi vientre y una sensación de algo prohibido que no debían saber los mayores.
Pocos años después nos mudamos de casa y perdí la pista a las dos niñas. Mare Cagaré se perdió en el olvido y de la niña de los Fuertes supe que se murió muy joven de una leucemia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres Un Cerdo marrANO Y UNA MIERDA DE ESCRITOR, YO SI QUE ME CAGARIA EN TU MADRE