lunes, agosto 07, 2006

Seis cines


La primera imagen que conservo del cine va unido, como no podía ser de otro modo, a una de las múltiples regañinas de mi madre. Imagino que tendría unos 5 ó 6 años y todavía vivíamos en la casa del Parque. No sé como conseguí el dinero, ni como se me ocurrió la idea, pero una tarde de Nochebuena crucé la ciudad hasta el cine Vitoria y me metí a ver una película de la que solo recuerdo que era de Tarzán, una cualquiera de las protagonizadas por Jhonny Weissmuller ( pero esto, como es obvio, lo aprendí mucho más tarde, cuando ya iba de " leido " ). La sala del cine era larga y angosta y, en contra de la habitual, el acceso a las localidades estaba situado a los lados de la pantalla, mucho más estrecha de lo habitual. El Vitoria se consideraba el peor cine de la ciudad, porque solo tenía butacas de madera y nunca ponía películas de estreno . No sé a que hora terminó la película pero había ya oscurecido y cuando llegué a casa era tarde y estaba toda la familia reunida para cenar y preocupada porque el " Sochantre " no llegaba....El " Sochantre " era yo y el nombrecito me lo encasquetó mi abuela debido a que , según ella, siempre protestaba por todo y me metía con mi hermano mayor, su preferido, porque por algo había sido " sietemesino " aunque, como se encargaba siempre de recordar, había nacido cuando mis padres llevaban más de un año casados, no fuera que los malpensados se pusiesen a echar cuentas con los dedos.
Cuando era niño, todos los domingos se producía el mismo ritual. Después de la misa en San pedro, íbamos a la casa de la abuela María....bueno....de Doña María o abuela a secas y teníamos que jugar a las cartas con ella a cambio del duro que nos daba de " paga " todas las semanas y que era el talismán que nos permitía comprar la entrada para el cine de la tarde. Nos sentábamos alrededor de la camilla, le dábamos todos los papeles de plata que habíamos podido reunir, los alisaba con sumo cuidado frotandolos con su uña sobre el cristal de la mesa para añadirlos a una inmensa bola de papel de plata que estaba formando y con la cual, parece ser, se podía bautizar a más de un chinito infiel. Después jugábamos al " burro " o a la " brisca " un buen rato y, en cuanto podíamos escapar, bajábamos corriendo las escaleras de dos en dos, con el duro bien apretado en la mano.
Y es que había que llegar pronto a la taquilla del cine que queríamos ver esa tardey ponerse a la cola, porque muchas veces no se podían conseguir las entradas si uno se retrasaba. Se formaba la cola, mirando con cuidado que no se colase ninguno delante y fijándonos si los que ya habían sacado la entrada, también traían en la mano el programa. Aunque no consegúia ir todos los domingos, porque un duro no daba para mucho y más de un día mi hermano me convencía para que, con mi paga, fuese a un kiosko de la Ruanueva para cambiar los " tebeos " y me tenía que quedar sin " peli".
La entrada era siempre para " silla ", tres filas de asientos de madera abatibles de las cuales, lógicamente, la más codiciaca era la primera pues te podías apoyar sobre el palco y ver lo que sucedía abajo, en " butaca ", porque el precio de esta la hacía prohibitiva para nosotros. Y detrás de todo estaba " gallinero " o " puleiro " que eran una serie de bancos de maderacorridos donde era impensable sentarse porque allí iba lo peor de lo peor y uno era un niño de buena familia.
En eñ " España " cuando la película era de las de mucho nombre, se ponían sillas plegables en las escaleras de acceso a la localidad y esto llevaba unido que, si en mitad de la peli tenías muchas ganas de mear, no se podía salir.....pero la solución era facil: se sacaba la " colilla " por la pernera del pantalón corto y se meaba allí mismo por lo que, al encenderse las luces, se veían nos charcos sospechosos y malolientes.
Aunque casi tan importante como la película era el reparto de anuncios del " descanso ". Después del soporífero " No-Do " en el que Paco " el rana " estaba inagurando pantanos o pescando salmon es de 5 kilos en el Sella o las púdicas chicas de la seccion Femenina hacían tablas de gimnasia bien protegidas sus partes íntimas con unos horribles " pololos " se encendían las luces amedias y pasaban unas transparencias con anuncios y comenzaba el reparto: esta para mi, para ti....y te sentías tan feliz como propietario de " Bolsos Montaña " o de " Corseteria Insua ".
Y comenzaba la película, casi siempre maravillosas superproduciones en technicolor de películas americanas en las cuales, como las copias estaban tan deterioradas, la imagen estaba toda rallada, como si lloviese hasta tal punto que al principio me creía que todas las pelis las rodaban bajo la lluvia.
El reparto de las peliculas durante la semana era siempre el mismo: sabado, domingo y lunes eran las funciones de " estreno " y en ocasiones dado el éxito se prolongaba durante semanas. Los martes y los miércoles había " Reestreno preferente " y en esas funciones se reponían pelis más antiguas o las españolas que tenían menos gancho. Y los jueves en el " Central Cinema " ponían sesión " Féminas " que no sé muy bien porque se llamaban asi, a no ser porque ese día se llenaba el cine de "chachas" que iban en pandillas o, en caso de ir con su novio, se sentaban en la " fila de los mancos ", siempre con el riesgo de que el acomodador lanzase una ráfaga con ls linterna para descubrir actitudes poco honestas....
Aunque para mí el cine que más me gustaba era el " Gran Teatro ", un edificio inmenso de cuatro pisos de alto donde no solo ponían películas sino que en San Froilán venían compañías de teatro o espectáculos de variedades. En cuanto abrían las puertas traseras a las cuatro de la tarde comenzaba la carrera subiendo escaleras a la carrera para conseguir los mejores sitios. Y en ese cine fuí por primera vez a butaca, un domingo de Ramos en que fuimos con mis padres a ver " La dama y el vagabundo "...que maravilla porque te sentabas en una butaca mullida y no había que pelearse por el asiento.
Y ahí vi por primera vez en mi vida una obra de teatro de verdad.....una función de Arthur Miller sobre Marilyn Monroe donde la actriz Marisa de Leza vestida con unas mallas de color carne parecía talmente ir en cueros y se echaba al suelo mientras agitaba una cabellera de color platino....la verdad es que cada día había más descaro y las cosas no eran como antes, Señora Asunción.......
Y estaba el cine " Kursaal " ya fuera de murallas que era muy grande y siempre en penumbra que recuerdo como una inmensa sala de tonos marrones y a la que una noche de fin de año fuimos a esperar a mi hermano mayor a la salida de la función de tarde porque se había muerto nuestro tío Perucho ya había que ir esa misma noche en tren.
Y dejo para el final el cine más elegante, " el Paz " que inaguraron mucho despues y que estaba situado justamente al lado del más pobre de todos, el cine " Vitoria ". Este cine era el colmo del refinamiento porque tanto el patio de butacas como las localidades de arriba eran con verdaderas butacas de verdad, nada de asientos de madera y allí estrenaban las mejores películas y antes de comenzar la función los acomodadores rociaban con colonia todo el cine. Todo el marco de la pantalla estaba rodeada de una filigrana de luces de neón que, antes de empezar la función, viraban del rosa pálido al verde claro y se iban apagando muy suavecito hasta que aparecían las primeras imágenes en la pantalla.
Por eso, la magia del cine, ese apagarse lentamente las luces mientras brotan las imágenes en la pantalla y se encienden todos los sueños, nunca podra ser superada......

No hay comentarios: