lunes, abril 17, 2006

YO TAMBIEN " PITE "


El primer recuerdo que tengo de Valladolid, ciudad en la que después fuí tan feliz, es el de un amanecer de octubre a finales de los años sesenta, asomado al balcón de mi tía Carmiña, en la calle Azucarera, en el que las vías del tren aparecían con un fantasmagórico tono azul contrastando con el rojo del sol que hacía su entrada triunfal. Todavía medio adormilado después de pasar todo la noche en el " expréss ", acostumbrado a los cielos grises de Galicia, la impresión que me produjo ese cielo fue muy grande. Atrás quedaba Santiago y mis veleidades de irme a misiones a redimir negritos , manía de la que me sacaron los consejos del superior del colegio y los lamentos de mi madre.
Pero ella se volvió a Galicia y yo me quedé encerrado en el Colegio de Huérfanos, un inmenso caserón del XIX con los techos altos e inhóspitos, donde no me quedaba más remedio que vivir si quería estudiar, pues la pensión que nos había quedado era muy escasa. El camino hasta la facultad era largo y ya desde los primeros días comencé a hacer el recorrido con un compañero de curso llamado Fernando, un chico muy amigable, del que solo recuerdo sus gafas y una maraña de rizos castaños coronando su sempiterna sonrisa.
Un día me invitó a acudir a un piso de estudiantes donde se reunían los chicos para charlar, estudiar y pasar buenos ratos. Y fuimos los dos juntos un viernes a media tarde, porque es cuando se hacían las reuniones con merienda incluida. Era en un segundo piso de una casa moderna, trasera a la iglesia de la Santa Cruz, que te acogía con su ambiente cálido al que se llegaba a través de un pasillo muy largo iluminado con luces ténues colocadas sobre recios muebles castellanos. Al final del pasillohabía dos puertas y de la derecha salía un ruido de risas, charlas y musica. Entramos y me vi abrazado con fuerza contra el pecho de un cura, alto y delgado como un " quijote " y que reía y soltaba " tacos " sin parar. De pronto todo el mundo me conocía, personas a las que no había visto nunca, sabían de mi y me consideraban una de las maravillas de la naturaleza. Se preocupaban por mí, conocían mis estudios, mi origen.....más adelante, al ver como se trabajaba alli con los nuevos, comprendí que todo lo que me había sonsacado Fernando camino de la Facultad se lo había comentado al resto, para hacerme sentir mejor.
Me enseñaron parte del inmenso piso: la biblioteca, las salas de estudios......y la capilla...porque también había una pequeña capilla interior. Pero había una parte grande del piso a la que no se podía pasar, a la que solo tenían acceso los iniciados.....
Pronto me vi atrapado en una telaraña de amabilidad, todas las tardes iba a estudiar, acudía a los retiros, a las charlas con los curas y a las nueve de la noche salía corriendo para llegar a la cena del colegio. Todos mis ratos libres eran para ir allí.
Y sin saber muy bién como me encontré solicitando ser miembro numerario. Vamos, que yo también quería " pitar "y formar parte de esa organización maravillosa y que tan bien me había acogido. Queria " pitar " como socio numerario de la Obra, lo que llevaba implícito mi renuncia al sexo y tal vez, si un día lo querían los Superiores, hasta ser ordenado sacerdote. Un dia, a finales de noviembre, me encontré con que era el " farolillo rojo " de la Residencia y ahí empezaron todos los problemas, la luna de miel fué muy breve. Lo más importante de todo era pasar el farolillo de mi furgón de cola a otro maravilloso universitario, porque eso era imprescindible, que tenía que ser un universitario con muy buenas notas y si, además de era de una buena familia, miel sobre hojuelas.
Y allí me teneis rastreando las listas de notas en la facultad para ver que compañeros de curso eran suceptibles de ser invitados y seguir la rueda. Porque los compañeros del Colegio que eran de carreras de menor rango ( magisterio.... ) no tenían acceso....esos eran " oblatos ", obreros y debían ir a reuniones con personas de su mismo nivel, pero nunca mezclarse con nosotros.
Y pronto empezaron las " correcciones fraternas ".......vamos, que te reñían por todo: eso si, con el mayor cariño, porque era por mi bién, pero siempre estaban corrigiendome. Era malo ir a un cine solo, o hablar con chicas en el bar de la Facultad, o reírrse en los pasillos o confesarse con un cura que no fuese " de la casa ". Así que cada dos por tres se me acercaba uno de ellos, me cogía con suavidad del codo y me metía en uno de los despachos....a corregirme fraternalmente. Por cierto, en todas las habitaciones había una foto de una dulce abuelita sonriente con su collar de perlas al cuello. Era Tia Concha....no entendía, tia Concha...como podía ser tia de todos ellos, hasta que me enteré que era la hermana del " Padre " y todos sus demás hermanos eran además nuestros tíos....
Lo peor de todo es que no traía a nadie a las reuniones de los viernes, la presión era continua porque no dejaba el jodido farolillo a otra lumbrera de mi Facultad. Así que la vida se me iba en estudiar, dar vueltas por los pasillos, intentar rezar con gran fervor y poco más. En la capilla había una rosa tallada en el altar, imagen que se repetía por todas partes. Un día pregunté que significaba y se me respondió que era a causa de el " Padre ": por lo visto, en pleno fragor de la guerra civil estaba entre las nieves del Guadarrama ( o sería en Somosierra, vamos por un monte cercano a Madrid ) y le entró la duda de si debía de seguir adelante con su misión o no. Y se encontró una rosa fresca sobre la nieve. Esa era la señal de que debía de seguir. Lo que más me chocó entonces es que ese " milagro " ya lo tenían en cuenta entonces para presentarlo como prueba cuando se solicitase su beatificación....y todavía gozaba de plena salud.
Bueno......recuerdo el sonido de la campanilla de media mañana. Eso indicaba que todos debíamos de congregarnos en la sala grande y dejar el campo libre. De pronto se había la puerta contigúa, se desplegaba un gran biombo al que se veía avanzar con unos pies de mujer asomando por abajo. Eran las oblatas, las chicas de servir que nos iban a hacer la limpieza y a las que no se podía ni ver, ni hablar. Y entonces se comprende que medio piso estuviese clausurado y que a esa zona no se pudiese uno ni acercar.
En la única comida a la que fuí invitado, se me ocurrió pedirle el salero a una de las mujeres....Dios¡¡, miradas de todos, me sisean que no diga nada. El director hace sonar su campanilla, sale otra oblata con su delantal almidonado, cofia y guantes y se le pide un salero. Se lo entrega al director, este se lo pasa al de su lado y así de uno en uno hasta que llega a mis manos....Esa tarde las correcciones arreciaron.
Y había que ducharse con agua fría por aquello del sacrificio..... Una mañana de enero en Segovia, en una casa de Ejercios al pié de la sierra, nos teníamos que meter bajo la ducha de agua helada. Entr´´e no muy decidido en la cabina, abrí el grifo y sentí que salía hielo por las cañerias. Me apreté contra la puerta, me puse a dar grititos como si me estuviese helando y a pura penas me mojé la cabeza para disimular a la salida. Imagino qe como yo, harían la mayoría...
Y al llegar semana santa nos tocaba ponernos cilicio por mor de más sacrificio corporal....me dieron el mió, me lo colcoquéalrededor del muslo lo más flojo posible pero aquello era intolerable pues al menor movimiento en la silla notabas como se clavaba en las carnes. A los pocos minutos me fuí aun servicio, me encerré dentro y el cilicio fué desague abajo. Me imagino que en algún sitio se habría quedado atrancado y no quiero ni pensar si un fontanero se lo encontró al reparar algun atasco.
Corrían aires de libertad, estabamos al rebujo del Mayo francés y a pesar de tanto control, en esa época todavía pensaba, asi que les dije que me iba y abandoné la Obra....aunque ellos no me abandonaron a mi pues fueron dos años más de visitas a mi colegio, llamadas, cartas y amenazas hasta que al cabo de ese tiempo me dieron por perdido.
Y me fuí sin pasarle mi farolillo rojo a nadie.
Lo mejor de todo es que Fernando, el amigo que me introdujo, dejó el Opus unos meses más tarde y era tal su empeño proselitista que, más adelante, intenta con todas las fuerzas hacerme militar en el PC ..... pero eso ya no lo coniguió, estaba escamado del fichaje anterior..... tengo un gran recuerdo de él y todavía guardo por algún sitio una postal que me mandó unas navidades......Saturno devorando a sus hijos, de Goya.

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