sábado, abril 21, 2018

Milán cinco noches, cuatro días





Volamos de Alicante a Bérgamo con la tan odiosa como frecuentada compañía Ryanair. El vuelo reunió todas las características ya sufridas por todos, así que no me explayo. Llegamos a primera hora de la tarde al aeropuerto de Bérgamo, pequeño y cómodo y, nada más salir al exterior están los transfer hacia Milán. 5 euros el trayecto. No es preciso reservar pues la oferta de compañías es muy amplia y todas cobran lo mismo. La llegada en Milán puede ser a la estación Central o a la de Cadorna y conviene saber con antelación cual es más conveniente de acuerdo al alojamiento planeado para evitar rodeos, como en nuestro caso.









La llegada a la estación central de Milán no pudo ser más deprimente. Una noche fría con niebla, sacos de dormir sobre cartones en los huecos del edificio esperando sus ocupantes nocturnos. La estación, un feo e inmenso edificio faraónico en donde tomamos el metro a Cadorna.
Nuestro apartamento estaba a cien metros escasos de esta estación. Una casa antigua reconvertida en apartamentos para turistas. Una habitación amplia con cocina en un rincón y buen cuarto de baño por 600 euros. 
Buscamos en Google maps un sitio cercano para cenar y nos fuimos a la Osteria da Salvatore en via Magenta, 29. Un acierto con comida muy sabrosa y a un precio razonable. Una sopa deliciosa para combatir el frío de fuera, dio paso a la bisteca milanesa de rigor. Buen vino y un camarero colombiano, muy amable. 





Día 1
Comenzamos el recorrido por la cercana y muy bella iglesia de santa María de Gracia donde teníamos reserva para visitar Il Cenácolo, la maravillosa obra de Leonardo da Vinci. 
La iglesia tiene una fachada muy sencilla pero, una vez en su interior, se admira la grandiosidad del templo en la que la enorme linterna de la cúpula atribuida a Bramante nos hace sentir como enanos. Llevamos las entradas reservadas previamente y hubo que canjear la reserva en la taquilla. Conviene hacerlo así pues si se va a taquilla directamente es muy fácil no encontrar hueco disponible. También hay gente que las revende ante el templo pero a precios disparatados. El horario es muy riguroso y se entra en pequeños grupos, con un sistema de compartimentos estancos hasta que se accede a la sala. Esta es muy grande y la iluminación muy suave lo que permite admirar cómodamente el fresco pues se dispone de 15 minutos para empaparse de cada detalle y no hay gente que estorbe. Hay que agradecer que la pared del antiguo refectorio de los monjes sobre la que está pintada la obra no sucumbiera a los bombardeos americanos en la segunda guerra mundial y acordarse del descerebrado que corto un fragmento de la obra para abrir una puerta que comunicaba la cocina con el refectorio del convento.





De allí callejeamos hasta la cercana basílica de san Ambrosio, una maravilla construida con materiales pobres, imperando el ladrillo. La entrada es espectacular, franqueada por las dos torres. la más alta o " de los canónigos " y la más baja y antigua o " de los monjes ". En su interior destacan la cripta, mereciendo una visita tranquila para disfrutar de cada detalle.
El recorrido hasta llegar a la pinacoteca de Brera es un poco largo pero permite disfrutar de las calles de la Milán antigua. La pinacoteca, situada en la primera planta del palazzo, contiene una maravillosa colección de pintura, admirablemente colocada lo que permite disfrutarla con comodidad, de la que no sé con cual quedarme: si con el " Cristo muerto " de Mantegna o con " los desposorios de la Virgen " de Rafael o con la maravillosa " Cena de Emaus " del Caravaggio ". En el centro del patio está colocada una escultura de una Napoleón idealizado por Cánova que parece salido de un catálogo de obras porno.




Frente al palazzo, saliendo a la derecha hay una cafetería en la que reponer fuerzas. Comida sabrosa, personal muy amable y, lo que es más raro, nada cara.
De allí, siempre callejeando llegamos al teatro alla Scala, cruzamos las concurridísimas galerias Vittorio Emanuele donde están todas las tiendas de moda que harían las delicias de más de uno para desembocar en la plaza del Duomo. La impresión al ver la fachada de la catedral de un color dorado por el sol del atardecer es indescriptible. Decidimos visitar las terrazas vía ascensor pues a estas horas no estábamos para subir 250 escalones a pie. Los controles militares de acceso son muy rigurosos. El recorrido por las terrazas es muy interesante y uno parece estar en medio de un bosque de agujas de piedra. Las vistas de la ciudad son espléndidas y con el sol del atardecer todo adquiría un color especial. La gran terraza central era un hervidero de gente tomando el sol, a pesar de estar a mediados de enero.  



Cenamos muy cerca del apartamento en un lugar que, a priori, era muy sugestivo: Osteria della vía Apia 2, en vía vincenzo Monti 27. Buen servicio, buen pan, buen vino del Piamonte  una comida de diseño cara y no muy sabrosa.

Día 2
Salimos temprano para visitar el Duomo, aprovechando que a esa hora hay menos gente. El acceso es lento por los sempiternos controles militares pero, una vez traspasada la puerta, la sensación que produce es de tal grandiosidad que uno se siente como una hormiguita ante el inmenso bosque que parecen formar las columnas o la gran belleza de las enormes vidrieras. A la derecha del altar mayor llama la atención la escultura de san Bartolomé, una figura inquietante pues el santo murió desollado y le cuelga la piel de los hombros como si fuese un manto. Bajo el suelo de la catedral se pueden visitar los restos de la primitiva edificación del templo, pero no pudimos entrar en la cripta de san Carlos Borromeo. 





Cruzamos la plaza hasta el cercano Palacio Real que alberga el muso del Duomo. Discrepo de todo lo que dicen las guías, pues su contenido me pareció muy interesante pues es tener a la altura de los ojos todas las obras de los canteros de la catedral realizadas a lo largo de los siglos. En el recorrido hay una parada en la pequeña iglesia de san Gottardo in Corte con la bella tumba de los Visconti.
Pasamos por alto la cercana iglesia de iglesia de san Bernardino alle ossa, a pesar de las recomendaciones, pero todavía teníamos en mente la macabra visita a la cripta capuchina de Palermo. Seguimos en busca de la pinacoteca Ambrosiana.  





Situada en un palacio del XVII, su recorrido es un laberinto de subidas y bajadas con obras de bastante menos interés que los de la pinacoteca de Breria, pero que no deja de merecer la visita. El enorme cartón de Rafael como boceto del célebre cuadro " la escuela de Atenas " está en reparación y nos encontramos con una sala vacía. Pero el final del recorrido entramos en la magnífica biblioteca Ambriosiana, una maravilla donde se pueden admirar muchos grabados de Leonardo y, sobre todo, un cuadro de Caravaggio  " el cestillo de frutas ". Contigua a la pinacoteca está la iglesia del Santo Sepulcro, cuya cripta merece una buena visita. 
Hicimos la " turistada " del viaje parando a comer en una de las terrazas del café Dante, en la vía de este nombre. Un sándwich club enorme, muy caro e incomestible... pero pudimos descansar un rato sentados y al abrigo del frío de la calle.




De allí caminamos hasta el cercano castillo de los Sforza, un enorme complejo enclavado en medio de la ciudad. Se accede al gran patio de armas y desde allí se pueden visitar las distintas dependencias. Lo más interesante tal vez sea la Pietá Rondanini de Miguel Angel, toda una joya. Hay diversos museos y el recorrido es cómodo y el precio de entrada muy barato. Pintura, escultura, sala de música... Tras el castillo se extiende el enorme parque Sempione que termina en el arco de Triunfo, de una gran frondosidad aunque nos fuimos pronto porque había una gente un tanto rara en los alrededores.




Repetimos cena en la Osteria da Salvatore y resultó todo tan bien como la primera noche.

Día 3
Iniciamos el recorrido por lo que había sido el principal aliciente de nuestro viaje: la maravillosa exposición que sobre una veintena de obras de Caravaggio  se ha montado en el palacio Real. las entradas las compramos a través de internet y nos dieron una gran clavada pues nos cobraron como cinco veces más del precio de entrada pero fue el único modo de tenerlas aseguradas. Y mereció plenamente el robo pues el montaje de la exposición era perfecto, con una gran información de las obras, así como de los procesos de restauración, etc. A pesar de haber mucha gente pudimos disfrutar de todas las obras a nuestro antojo. Maravilloso Caravaggio ¡¡. tan solo una cosa nos sorprendió porque en lugar del cuadro de santa Úsula había una reproducción fotográfica a gran escala.




Cambiamos de ámbito. Tomamos la línea 1 de Metro hasta la estación de Sisto Marelli. de allí, a unos diez minutos caminando se encuentra el Hangar Bicocca Pirelli, una antigua fábrica reconvertida en un centro de arte actual. Una maravilla. Una exposición central "Take i´m you " en una espacio enorme con los montajes más dispares con telas, vidrios, libros...y todo participativo. Después la sorprendente exposición de Lucio Fontana, en medio de un inmenso hangar con distintos ambientes en la que la luz juega papel primordial. Fue ir de sorpresa en sorpresa.









Por último un montaje permanente " I sette palacci celesti " de Kiefer que solo puedo definir como maravilloso y apabullante, con las siete inmensas torres grisáceas en medio de un enorme hangar.
Vuelta en metro al centro y comimos en las traseras de la Scala. Frente a esta se encuentra la galería de Italia donde se había montada una exposición sobre Caravaggio y sus epígonos. Y aquí estaba la santa Úrsula que no vimos en la exposición del palacio real. La galería tiene una gran obra permanente y el edificio es enorme y sorprendente con rincones muy bellos, en especial su recoleto jardín. 





De vuelta a casa hicimos un par de paradas. La primera en la piazza degli Affaire donde está la Bolsa y en cuyo centro se encuentra la polémica estatua del dedo índice que parece que nos está mandando al carajo a los que por allí andamos.
La última fue en la iglesia de san Mauricio en vía Magenta. Toda una sorpresa que no puede perderse con sus paredes totalmente cubiertas de frescos perfectamente conservados que parecen a modo de las viñetas de un cómic.
Hoy, totalmente agotados, no tuvimos fuerzas para salir a cenar. Así que bocata y a la cama.

Día 4
Cogimos el metro en plaza Cadorna hasta la estación cercana i Navigli. estos son dos largos canales que atraviesan parte de la ciudad por los que se podía transportar materiales desde los cercanos lagos del Norte a Milán y que, gracias una vez más al ingenio de Leonardo de Vinci, cumplían su objetivo a la maravilla. Hoy día es una zona para turistas con restaurantes por todas partes aunque, dado que era invierno y temprano, todo estaba cerrado. El cielo gris y la niebla confirieron aspecto un tanto mágico a la zona. casas coloristas, gente amable y conversadora y rincones atractivos como el callejón de las Lavanderas. Imagino que este paraje en una noche de niebla sería el ambiente idóneo para representar " Il tabarro " de Puccini. 










A unos diez minutos caminando se encuentra la Basílica de san Eustorgio. Su sencilla fachada no hace presagiar las bellezas que encierra. La iglesia románico lombarda es muy bella y en ella dicen que están enterrados los primitivos restos de los Reyes Magos. Su altar mayor es un hermoso conjunto de mármol con doce bustos en plata de obispos y tras el ábside hay una sencilla pero bella sala capitular con frescos. Cuando creíamos haberlo visto todo, apareció el sacristán diciendo que faltaba lo mejor, que pasásemos por caja a pagar los billetes para poder visitarlo. Un acierto. Hay unos restos bajo la iglesia de una necrópolis romana,  pero la verdadera maravilla está en la paerte trasera del templo: la capilla de los Portinari de estilo renacentista coronada por una cúpula bellamente decorada con frescos y, sobre todo, el maravilloso enterramiento en mármol de san Pedro de Verona, de una delicadeza y belleza que no se como describir, como no sea diciendo que impresiona. 






De allí nos dirigimos hasta el corso de Porta Ticinesi en uno de cuyos lados está el recuerdo de las mujeres asesinadas por violencia de género, un memorial lleno de encanto donde se entremezclan las cruces de madera con muñecas tipo Barbie. Tras la puerta está la basílica de san Lorenzo, la más antigua de Milán que contiene unos mosaicos muy interesantes y frente a ella se encuentran la columnata romana del siglo III.     








Ya en el centro comimos en la cafetería de la Galería Italia, frente a la Scala. Camareros muy finolis y unos sándwich maravillosos. A pocos pasos, en vía Manzoni 12, se encuentra el palacio Poldi Pezzoli, un hermoso edificio que alberga una colección de arte privada. Tiene una buena pinacoteca, así como colecciones de relojes, bronces, imaginería, etc. distribuidas en las diversas y hermosas salas del palacio. Una tabla muy curiosa representa a san Julián dándole mulé a sus padres espada en ristre. Llama la atención la fuente de mármol, con peces de colores incluidos, al pié de la escalera, en el interior del palacio.









Muy cerca se encuentra la casa degli Omenoni en cuya fachada destacan los ocho atlantes de piedra. Después nos acercamos a la piazza dei Mercanti, muy próximo al Duomo, un hermoso espacio medieval rodeada de muy bellos palacios, destacando la logia degli Ossi. 






La iglesia de santa María presso san Sátiro contiene un par de joyas: uno de ellos es la sacristía y otro el falso coro, el precursor de los trampantojos ambas de Bramante. Paseamos por el corso Vittorio Emmanuele donde están muchas tiendas de moda. La basílica de san Carlos Borromeo y la de santa Babila estaban cerradas. La intención de recorrer toda esa zona que nos faltaba, la parte " pija " de la ciudad la abandonamos porque era mucho el frío reinante.
Nos dimos una cena-homenaje en una Ostería. El dueño, un hombre mayor charlatán y entometido vestido con chaqueta de maitre, pantalones de tenista y arrastrando las pantuflas al caminar, nos sirvió una cena inmejorable con embutidos y quesos sicilianos y un enorme chuletón de ternera acompañado de espinacas y regado por un buen vino de la Toscana. Del precio mejor ni acordarse.

Día 5






Madrugamos para iniciar la vuelta. Metro desde Cadorna a Estación Central. Llegamos muy justos de tiempo y al ir a tomar el bus nos dimos cuenta que los de esa zona iban al aeropuerto de Malpensa... Los nuestros salían de la parte opuesta. Carrera al trote bordeando el inmenso edificio arrastrando el troler para llegar justo por los pelos al que nos correspondía. Viaje de una hora con niebla y lluvia. Aeropuerto de Bérgamo y vuelta a casa con Ryanair.
Nos dejamos bastantes cosas en el tintero sin ver ( fundacion Prada, la ciudad moderna, etc... ) pero no es cosa de matarse ni de agotar todo en un viaje. Siempre se ha de pensar en volver.


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