sábado, mayo 26, 2012

Sigue la cadena

Sonia, la primera Sonia de la historia es una niña, apenas en el comienzo de su adolescencia, alta y desgarbada como una corza, lleva unas enormes gafas con aro metálico que solapan unos hermosos ojos verdes llenos de vida, y la cabeza coronada por una melena ensortijada como si fuese una escarola rubia. Sonia es " rara ", es diferente de las otras niñas de su edad, los médicos le han puesto una etiqueta. " Es una Asperger, ¿ sabe usted ? ", me comenta la madre al poco de conocerla. " Pero es muy buena y muy obediente, solo tiene el problema que cuando alguien le gusta, se rie sin parar. Pero a lista no la gana nadie ".
 
 


La madre, con el mismo aspecto de corza como la niña, pero esta herida, se expresa con tristeza. Es nueva en el pueblo y me cuenta que ha venido en busca de refugio a casa de un hijo, porque su antiguo marido se portaba como una mala bestia y ahora están empezando a vivir de nuevo en el lugar, intentando olvidar broncas y palos.
De pronto Sonia da un grito de excitación y comienza a reirse sin parar, dando saltos como un potrillo. Se ha fijado en que en la pared de la consulta está el retrato de Juancho y me dice que es su compañero de clase, que quiere ser su mejor amiga porque es muy bueno. " El mejor de todos ", añade en una pausa entre las risas. Y que le gusta mucho, es feliz cuando puede acompañarlo en el patio porque desgraciadamente están en clases diferentes. Las despido y al abrir la puerta de la sala de espera, Sonia comienza a reir totalmente descontrolada porque lo ha visto a él. Sentado en silla de ruedas, está Juancho que, acompañado de su madre, esperan a entrar en la consulta. Salen unas y pasan los otros y, a través de la puerta cerrada, todavía nos llega el eco de la risa de Sonia.



Juancho es un viejo amigo de la casa, es de esas personas que producen una ternura especial a todos los que lo conocen, no hay nadie que entre en la consulta que no suelte una exclamación de alegría al ver su foto pegada en la pared. Juancho necesita la silla de ruedas para mover su cuerpo, pero su cabeza vuela más rápida y más lejos que el más estratosférico de los cohetes interplanetarios. Tremendamente vital y alegre, se expresa con una inmensa ternura y aunque los dolores de las piernas sean insoportables, nunca se borra la sonrisa de su rostro. Su mayor felicidad es pasarse las horas muertas dibujando el campo de futbol del Barça y lleva siempre la camiseta de Messi bajo la ropa, como si fuese una segunda piel. Cuando le hablas, gira la cabeza hacia ti y en ese momento parece que eres la única persona que existe en el mundo para él.
Tiene doce años y en el cuerpo de niño también está despertando la vida. Una sombra de bozo rubio apenas oscurece su labio superior y una pelusilla prolonga las patillas hacia abajo. La voz se quiebra en gallos cuando le pregunto por la niña que acaba de salir. " Una pesada, es una pesada, me confiesa, que no me deja en paz y en cuanto me pilla solo en el patio del colegio, empuja la silla y me lleva al trote y cualquier dá nos estrellamos contra la pared". " Ya, pero tu le gustas ", añado. " Noooooooo, que a mi la que me gusta es otra Sonia ", me dice mientras baja la voz mirando de reojo a su madre para que esta no se entere, mientras una sonrisa pícara curva sus labios. Su madre, que las pilla al vuelo y que desde que nació pelea como una jabata por él y que si le dijesen que subiendo a gatas hasta la luna serviría para algo, seguro que lo hacía.




" ¿ Y le escribes cartitas ? ", le pregunto en plan cómplice. " Claro y nos hablamos por el internet. Es que es muy guapa y ya tiene tetitas " añade riéndose como un conejo.
La madre que, aunque aparantemente no se ha enterado de nada, no ha perdido detalle le dice a Juancho que hay que irse, que la gente está esperando fuera. Cuando se abre la puerta, Juancho se pone rojo como un tomate y me señala a la niña que está esperando a entrar . " Esa es la que me gusta " , me dice en voz apenas audible.
Entra la segunda Sonia de la historia acompañada de su padre. Ahora, tal como se están poniendo las cosas, cada vez es más frecuente que el padre en paro acompañe a los hijos a la consulta, mientras la madre saca unas perras trabajando en el campo. Esta Sonia es totalmente distinta de los dos anteriores. Aún siendo de la misma edad que la otra Sonia y Juancho, esta ya tiene aspecto de mujer. Como dice un amigo mío, por aquí a las niñas les salen las tetas antes que los dientes. Masca chicle como desmayadamente, lleva un piercing en la lengua y se ha pintado las uñas de pies y manos de azul cobalto. Pantalones caidos y sucios y una camiseta corta que deja ver el otro piercing que lleva en el ombligo y unas chanclas que chacoletean al caminar completan su atavío. Responde a las preguntas con su indiferencia, como si no existieses para ella. O peor, como si fueses una puta mierda. A duras penas responde a lo que le pregunto con monosílabos y meneos de cabeza y solo parece animarse cuando le insinuo que Juancho está por ella.
" Ná, ¿ ese ? es un nano, a mi quienes me gustan son los tíos del Insti, que están muy cachas. Paaaaso de pequeñajos ".
Se van. Sigen entrando personas. Todos los días es lo mismo. Y la cadena sigue.

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