domingo, enero 15, 2012

Como estrenar bien un regalo de Reyes



En memoria de don Manuel María Parga y Puga conocido como " Picadillo " gallego gordo y feliz, gastrónomo ilustre y político comprometido con los obreros.

Pues resulta que los Reyes Magos me trajeron un regalo al que le tenía ganas hace mucho tiempo. Me fuí el siete de enero con Félix y Alfonso a la sección de cocina de Ikea en Murcia y allí me estaba esperando una hermosa cacerola de hierro fundido de color azul, de esas que pesan más que las deudas de la comunidad valenciana y se me ocurrió que la mejor manera de estrenarla era preparando un buen guisote. Después de comprar rematamos la faena haciendo una cola inmensa en la cafetería para comer un codillo de cerdo al horno entre otros miles y miles de personas que habían tenido la misma afortunada ocurrencia de ir a un centro comercial coincidiendo en que era sábado y principio de las rebajas.
Así que el viernes tempranito, llegué al pueblo donde trabajo y después de poner el ordenador en marcha para ver la tarea diaria y antes de comenzar a trabajar, crucé la callé y entré en el mercado del pueblo donde un hortelano de Villena pone su puesto con todas las verduras que ha recogido el día anterior en su huerto.



Hice acopio de un buen puñado de cada una. Habas tiernas, ahora que están blanditas, guisantes frescos, tres alcachofas, una " mada " de acelgas, zanahorias, una coliflor, coles de Bruselas ( sí, ya sé producen pedos en cantidad ), unas cebolletas, unos puerros, judías verdes planas, un pimiento rojo grande y pimientos verdes, de esos que llaman italianos y unos champiñones. A todo esto añadí un puñado de espinacas muy tiernas que me había regalado el día anterior mi amiga Lola y que había recogido una a una con cariño y orgullo porque eran fruto de la primera cosecha recogida en su flamante huerto.
Me pasé toda la tarde cociendo las verduras por separados, cada una en su cazuela, unas en agua y otras al vapor. Un poco coñazo, pero no muy laborioso. Guardé cada variedad en su correspondiente tapper y, una vez frías, las metí a la nevera hasta el momento de cocinar todo.
Después preparé un caldo con unos huesos de jamón, otros huesos de pata de cordero, el inevitable hueso de caña de ternera, zanahoria, puerro, cebolleta y un manojo de perejil arrancado de la maceta que está en la porcheta, más fresco imposible. Cubrí todo con de agua, añadí un poco de sal y lo dejé hacer a fuego lento, espumando de vez en cuando. Añadí dos huevos cuando aún el agua estaba fría y los dejé cocer. Y es que, como aquí no disponemos de agua de la traida hay que aprovecharla bien porque sale casi tan cara como la comida.



Y hoy, un domingo con un sol radiante entrando por la ventana, me puse a la tarea.
Un chorro de aceite en la cazuela ( mira que es bonita ). Cuando estaba templado sofreí una cebolleta, un puerro y un pimiento verde y un trocito del rojo, todo bien picado. Añadí ajo picado y dejé pochar todo junto a fuego muy lento. Pizca de sal y una vez pochado añadí unos trocitos de carne de pata de cordero ( la que cubría los huesos del caldo ) y el jamón que aproveché de los huesos. Una vez todo dorado, se cubre con el caldo bien colado y calentito. A cocer, espumando de vez en cuando.
Mientras esto se hace, me puse manos en la masa para preparar las verduras. Se baten unos huevos y se van pasando harina y huevo batido friendo por tandas los manojitos de coliflor, las coles de bruselas, las judías verdes troceadas, las pencas de las acelgas también troceadas, las acachofas cortadas en gajos y se van dejando escurrir en una fuente con papel de cocina, para que absorban el aceitorro.
Cuando el caldo con la carne ya está en su punto ( una hora escasa a fuego lento ) añadí las verduras fritas, las zanahorias cotadas en daditos, los guisantes y las habas tiernas, los champis troceados, las espinacas y las acelgas picadas finas, unos espárragos de bote troceados y, hala, a cocer todo junto a fuego lento una media hora. Al final, añadí los dos huevos cocidos muy picados.
Y ahora, a esperar que le guste a los amigos jejeje.



PD. No contaba con que los amigos con los que iba a comer son vegetarianos, así que en cuanto nombré al inocente cordero que había metido su pata en el suiso, torcieron un poco el morro y comieron la menestra un poco por obligación. Pero yo ya había estrenado mi regalo de Reyes.
Por cierto Luis y Yolanda, estos estupendos amigos, se han metido también a hortelanos y en esta última foto podreis comprobar sus productos. Para que veais su tamaño he recurrido al manido uso del bote de refresco comparativo, método de honda raingambre en internet cuando uno quiere hacer alarde de tamaños propios para envidia de ajenos.

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