viernes, diciembre 16, 2011

Las cigueñas se movilizan


El Paseo del Prado amanece en sombras y un extaño ruido, que los más avezados relacionarían con el crotoreo de las cigueñas, consigue ahogar el ruido de los tubos de escape de los vehículos que circulan a esas horas tan tempranas. De pronto saltan todas las alarmas y los teléfonos de emergencia empizan a echar humo.
Posadas en las ramas de los árboles del paseo se han ido concentrando bandadas y bandadas de cigueñas que parlotean entre sí echando el cuello hacía atrás y entrechocando sus picos. Arboles, cornisas y estatuas aparecen cubiertas de cigueñas y la mayor concentración se produce frente al misiterio de Sanidad. Los funcionarios que están dentro no se atreven a asomarse a las ventanas y aquellos que han de empezar su turno a las ocho ni se acercan a las puertas del ministerio ante la actitud amenazante de las aves.



Pero no solo hay cigueñas. En cuanto comienza a clarear un poco más el día se divisan bandadas de gaviotas con las alas tintadas de azul claro y algún núcleo de buitres carroñeros y de quebrantahuesos. Incluso hay quien cree haber visto en medio de las aves a algún destacado mandatario de la conferencia espiscopal. Nadie se explica lo que sucede pero la alarma se ha generalizado y tanto en la plaza de Cibeles como en la de Atocha comienzan a concentrase montones de coches de bomberos, ambulancias asistidas o no asistidas, equipos de emergencia ciudadana y toda la parafernalia que se suele monatarse en tales situaciones. Sirenas de vehículos que llegan, destellos de los focos de los vehículos y un enjambre de periodistas que, sacudiéndose las legañas, meten ante las narices de todo aquel que parezca tener alguna responabilidad en tal movida un micrófono reclamando información, porque el pueblo tiene derecho a saber.



Pasan las horas y la situación permanece estacionaria. Nadie se atreve a adentrarse por las calzadas del Paseo ante la actitud amenazante de las aves. Ya han tenido que ser asistido dos bomberos y tres policías municipales por los picotazos de las cigueñas, mientras en los centro de emergencia se reciben llamadas desesperadas de las personas que habitan los edificios de la zona y que no se atreven a salir. Una mujer ha parido en el portal y ha sido asistida por la portera, que presume de haber sido partera en su pueblo, en una aldea perdida del Bierzo pero, según los informativos, tanto madre como niña evolucionan sin riesgo, ya en su domicilio.
Los primeros políticos locales que han llegado a la zona se pelean con los autonómicos o los nacionales apra acaparar su ración de publicidad televisiva pero, como suele ser habitual, tienen poco que aclarar a la población angustiada. En las proximidades del museo del Prado, los turistas que han pagado la entrada para entrar en la deseada exposición de arte ruso montran su bronca particular al ver rechazado su deseo.



De pronto salta la noticia de que se ha preentado en el puesto de mando un prestigioso ornitólogo, mastr de alguna universidad norteuropea, que presume de conocer el lenguaje de las aves y que presume de poder servir de ayuda ante el caos creado. Don Felicísimo Palomo de la Encomienda, un hombrecillo enjuto con cara de petirrojo y que cuando habla sacude con energía los cuatro pelos que cubren su frente despejada, pide que se le equipe adecuadamente ante de adentrarse en la zona de peligro. Un traje guateado de color carmesí, casco de bombero, enormes gafas de soldador y unos grandes guantes de amianto ocultan su cuerpo y le dan un cierto aire de extraterrestre. Se adentra anadeando en medio de las aves y a poco deaaparece entre la nube de plumas que ocultan el horizonte.
Pasan las horas, comienza a cundir el desliento y los comentarista de radio y televisión van por la enésima descripción del parto cuando reaparece don Felicísimo, maltrecho y con todo su uniforme cubierto de las cacas de las aves, que le confieren un aspecto tornasolado.



El pobre se deja caer derregado sobre un banco del extremo del paseo, se saca el casco y los guantes trabajosamente y, tras un periodo que a los que le rodean les parece eterno, comienza a explicar la situación, no sin que antes de que inicie su perorata, los responsables políticos ordenen cerrar micrófonos por si hay algo que procede ocultar a la población alarmada. Don Felicísimo saca un papel arrugado de su bolsillo y comienza a leer:
" Las colonias de cigueñas de todo el Estado, alarmadas ante el alarmante descenso de la natalidad española y temiendo por su futuro laboral, acordaron concentrarse ante el Ministerio de Sanidad para plantear una serie de reivindicaciones que consideran precisos para evitar una ERE en el sector:
- Eliminar en el sistema educativo la asignatura de educación sexual a fin de que aumenten los embarazos indeseados.
- Así mismo, retirar todos los fondos dedicados para promover campañas de uso de preservativos y dedicarlos a otros en los que se realicen cuñas publicitarias en las que se cuente como vienen los niños de París en el pico de las cigueñas.
- Promover periódicos apagones de luz nocturnos para que la gente pueda dejar el mando a distancia a un lado y dedicarse al dulce fornicio.
- Retirar la ley del aborto y endurecer las penas de carcel a toda mujer que lo ponga en práctica, personal de ayuda, et.
- Instaurar de nuevo los premios de natalidad como en las doradas épocas franquistas.
- Controlar la fabricación de condones para que todos ellos lleven unos diminutos orificios en su extremo y que sean fabricados con materiales que s epuedan digerir, a fin de evitar la creciente muerte por asfixia de aquellas cigueñas que buscan su comida en los vertederos de las ciudades.
- Cancelar los permisos para que operen las compañias de vuelos de bajo coste con procedencia de París.
Concluye diciendo que hasta que no reciban respuesta satisfactoria a sus reivindicaciones, no piensan levantar vuelo ".



NOTA DE ULTIMA HORA: Es medianoche y todo el paseo está a oscuras, solo iluminado por las ráfagas de los reflectores instalados en las proximidades. Se ha cortado la luz en la zona y comienzan a escasear las noticias y las peticiones de ayuda angustiosa de las personas aisladas en los edificios públicos a medida que se descargan las baterias de los móviles. Los helicópteros que han intendado acercarse con ayuda han sido rechazados por las vaes. Seguiremos informando.

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