lunes, octubre 24, 2011

ANIMALITOS



I. La abeja se está volviendo loca, no hace más que dar vueltas y más vueltas en torno al esplendoroso plantel de dalias y por más que intenta libar el polen sus antenas rebotan contra algo duro que no reconoce y sus patitas no se apoyan en una superficie muelle como está acostumbrada cuando hace su cotidiana tarea, sino que resbalan sobre la superficie de la planta. Desesperada, maldiciendo como un carretero ( ¿ como maldecirán las abejas ? ), emprende el vuelo de retirada a su colmena a sabiendas de que las demás abejas se van a reir cuando vea que llega con su buche vacío.
Como la pobre abeja no sabe leer es imposible que se entera de que ese letrerito que rodea el tallo de una de las flores pone " made in China "

II. El caracol no entiende porque le cuesta tanto deslizarse sobre esa inmensa superficie de cesped tan verde y brillante que se extiende ante él. Su cuerpo, acostumbrado a moverse por los terrenos más abruptos, sufre con los pinchazos de esas malditas hojas verdes y está visto que sus sentidos le engañan pues a él, que tanto le gusta la humedad, no la nota por parte alguna. Poco a poco, sudoroso ( ¿ sudarán los caracoles ? ) va dejando un rastro de baba que se seca rapidamente.
Y es que como el pobre caracol tampoco sabe leer no se entera del letrerito que en una esquina pone " Manufacturas Green House. Vilanova i la Geltrú ".



III. La rana se aburre soberanamente en el estanque. Eso de pasarse horas y horas con el culo dentro del agua y el resto del cuerpo al sol cansa al más pintado. De vez en cuando se espabila y pilla alguna mosca despistada o de un gran brinco se
sumerge en el agua del estanque dibujando una efímera pirueta en el aire, que ya las quisiera hacer Esther Williams. Pero pronto se cansa de hacer de rana y vuelve a su piedra favorita a dejar pasar las horas.
A veces mira de modo cansino como se mueven los peces que viven entre las piedras del estanque y en alguna ocasión se ha visto tentada de entablar conversación con alguno, pero tiene la vaga sospecha de que los peces son tremendamente aburridos, nadando siempre uno tras otros sin sentido. Hasta que un día tiene una idea. No es por nada y aunque suene a falta de modestia, le rana opina que croa como una mezzosoprano y que podía dedicarse a la canción.



Consigue llamar la atención de uno de los peces que se acerca a ella y rapidamente todos los demás van detrás. La rana les explica que podrían formar un grupo musical, ella como solista mientras los peces hacen de coro y se mueven con alguna coreografía vistosa. Después es cosa de buscarse representante que los promocione y ya se ven en una enorme pecera camino del festival de Eurivisión donde está segura de triunfar.
Ya tiene hasta el nombre. Se llamarán " Paula Anka y las carpas colorás ". Esto promete piensa, mientras se zambulle de nuevo en medio de los peces que salen huyendo cada uno a esconderse bajo su piedra favorita.



IV. " Eh, tú, chucho " es un perro mil leches que desde siempre ha dado tumbos desde que dejó la camada hasta encontrar lo más parecido a un hogar en la entrada de la tienda de cortinas " La persa elegante ". Su dueño deja que dormite en un rincón fuera del local, pero que está a la protegida del sol y de la lluvia. Todas las tardes le trae una bolsa con las sobras de la comida y de vez en cuando hasta le trae un hueso envuelto en una hoja de periódíco y se lo pone en el alcorque del serbal que languidece en la acera para que lo roa allí y no manche los baldosines de la entrada.
Todos los días a una hora fija, se levanta lentamente, sacude los lomos y rasca con las patitas en el suelo antes de comenzar su paseo. Va hasta el siguiente árbol de la acera, no es cosa de manchar en el que come, levanta su patita, deja su rastro y se pasea muy digno a lo largo de la calle haciendo paradas cada poco, primero olisquea el rastro por si es de alguna perra casquivana, después deja el suyo encima, vuelve a olisquear y prosigue su paseo imperturbable, procurando llevar su rabito en alto lo más dignamente posible. Lo único que le amarga el paseo, es pasar cerca de ese maldito gato rayado que se despereza cuando lo ve acercarse y que no le tiene el más mínimo miedo.



Lo malo son los fines de semana, que la tienda está cerrada. Pero " Eh, tú, chucho " es un perro de recursos y las tardes de los sábados se deja caer por las proximidades de la iglesia cercana y siempre hay alguna vieja que le hace una carantoña al entrar en la iglesia o le da un azucarillo que saca de su bolso.
" Eh, tú, chucho " sería feliz si un día alguien se lo llevase con él a casa.



V. El osito de peluche, vestido con su cazadora de plástico, sueña con su sesera de algodón en ser un piloto de un " caza " de la primera guerra mundial, aunque tampoco le importaría lo más mínimo acompañar a " Indiana Jones " en alguna de sus correrías. Mientras, se contenta con dormitar al sol en el salpicadero de un coche. " Y si este, al menos, fuese de carreras ....", piensa con nostalgia

1 comentario:

pequeño dijo...

que potito que potito je je je