martes, junio 14, 2011
Así es " Fidelio "
Vamos a ver. La acción sucede en la tétrica prisión de Estado situada en Sevilla un año cualquiera del siglo XVII. Tras el tatachán de la obertura se encienden las luces del escenario y vemos como una cándida doncella plancha la ropa sobre el potro de tortura, por suerte en ese momento sin ningún ajusticiado encima. En el decorado, aparte de cadenas y más cadenas colgadas como serpentinas de feria, hay un garrote vil y otros instrumentos de tortura, tambien sin ocupantes.
La doncella canta su amor por un doncel que todavía no ha hecho aparición en escena pero que, por los gorgeos que emite, nos hace pensar en un dulce y encantador efebo. En lugar de este el que aparece es un cojitranco llamado Jaquino que la requiere de amores una y otra vez chocando con la obstinación de Marcellina, ante la desesperación de aquel porque hasta hacía poco le otorgaba sus favores pero que ahora, encandilada por Fidelio, hace caso omiso a sus reiterados intentos de aproximación.
En esto sale a escena el padre de la susodicha llamado Rocco, carcelero pero de buen corazón, papel encomendado a un bajo que, como pasa casi siempre, es un señor de casi dos metros de altura. Vozarrones, trinos y requiebros se alternan hasta que se abre la puerta de la fortaleza para dar paso al tan ansiado galán.
En lugar de un jovencito adorable vemos salir a una tanqueta que ha sido vestida por su peor enemigo, algo así como un cruce entre camionera alemana y carabinero portugués. Y no digamos nada del pecho que no consigue disimular. Abre la voz y, en lugar de la voz de un tenor oimos a una dulce señorita. Pero nadie parece darse cuenta y los otros tres reciben al galán sin percatarse de que es un travesti. Este trae en las manos unas cadenas que ha llevado a reparar al herrero y el bajo, usease el carcelero, dice con admiración que bueno es el rapaz que consigue los insdtrumentos de tortura a mitad de precio que él.
Y se enzarzan los cinco a cantar, cada uno con su texitura de voz y explicándonos el problema que le aflige, trenzando trinos y más trinos llenos de armonía. Esto es lo que se llama concertante. Y ahora vamos a explicar porque hay un travesti en la función. Resulta que Fidelio es una mujer llamada Leonora que se ha introducido de tapadillo en la carcel en busca de su marido que al parecer está sepultado en la más profunda de las mazmorras. Fidelio gracias a sus encantos y maquinaciones ha llegado a hacerse indispensable para el carcelero y su hija, los cuales beben los vientos por ella.
Y ahora hace su aparición el bellaco Don Pizarro, que no es más que el jefe del cotarro, el que manda en la prisión, personaje malo, malo donde los haya y que, entre sus multiples bellaquerías, ha encarcelado a Florestan porque este un día le había cantado las cuarenta en copas ante la Corte. Y para redodendear su maldad le ordena a Rocco que cabe una fosa en lo más hondo del penal, donde enterrar a Florestán después de acogotarlo. Rocco responde que es malo pero honrado y que él cavar, cavará la tumba pero que de dar mulé al prisionero, nada.
Fidelio/Leonora maquina el modo de descender a las proximidades de la prisión y para ir abriendo boca consigue que todos los presos con delitos menores salgan de las mazmorras al patio de la carcel para entonar un canto a la Libertad y a la Justicia. Tachín, chin, chín.
Suena la música, se callan los cantantes y sale un batallón quer diríamos de soldaditos de plomo y se ponen a hacer trenzados sobre el escenario como los soldados de Toy Story.
Descanso, te tomas una botella de agua y tes canapés resesos y que pagas como si te la hubieras montado con la Noemi Campbell y de nuevo al asiento apra la segunda parte de la función. Más tatachín y se hacen las luces, es un decir porque la escena está en la más tétrica de las penumbras y nos enteramos que allí pena y perece un condenado al que solo alimentan a pan y agua para que se consuma poco a poco. Resulta que sí, que es Florestán, el amado preso por lo que nos cuenta su amada que ayuda a Rocco a cavar la fosa. Dicen que no se pude ver nada...pero ellos sí que ven lo que pasa. Y después de un aria maravillosa del tenor, el bueno de Florestán, lo vemos que está reluciente como un lechón. Pues eso, Fidelio/Leonora le da u trozo de pan, se reconocen, cantan el gorigori y hace su aparición el malísimo para dar mulé a su prisionero.
Pero Fidelio/Lenora saca una pistola que tiene oculta y Pizaro sale piés en polvorosa, se oyen los clarines desde las almenas de la prisión anunciando la llegada del ministro del Rey y con él la venida del buen orden. Se descubre el pastel, FIdelio/Leonora cuenta su secreto, todos se abrazan con el coro entonando loores al valor de la mujer y el ministro manda a galeras al malvado don Pizarro.
Fidelio, que ya es Leonora se abraza con Florestán y la jovencita Marcellina se queda con un palmo de narices al ver que su amado es mujer y se ha quedado compuesta y sin novio. Bueno, no tanto, porque sale tambien Joaquino que decide quedarse con las sobras y se abrazan los dos tan ricamente. Mas cantos al Derecho, la Justicia y la Libertad y todos elevan sus cantos al Señor.
Y se acaba.
Pues a pesar de que el libreto parece el guión de un mal melodrama de Hollywood, la magia de la ópera es tal que una música maravillosa unida a un conjunto de cantantes sublimes y una gran orquesta guiadas por un director genial hacen que olvides todos los sinsentidos que he intentado describir.
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1 comentario:
Despues de esto, no se si ir a verlo o partirme de risa. Es lo bueno de como escribes
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