martes, abril 26, 2011
Y luego....pasa lo que pasa
La peluquera feliz sube hasta el cielo para rizar las pestañas de las estrellas entre risas constantes.
La peluquera feliz se agacha para hacer la manicura a las margaritas del campo.
La peluquera feliz coge en su regazo al perrito de lanas para hacerle la permanente.
La peluquera feliz pone mechas a las señales de trafico del camino.
La peluquera feliz corre atolondrada de su casa al supermercado y de allí al colegio de los niños, siempre ajetreada, siempre sin tiempo para nada.
La peluquera feliz baña, cuida, alimenta y atosiga a sus cuatro hijos por turnos o todos a la vez.
La peluquera feliz no es tan feliz cuando uno de sus hijos hace atchis o tiene moquitos y corre desesperada en busca del médico para que la tranquilive y le devuelva la felicidad.
La peluquera feliz hace un quiebro a su marido cuando este se arrima en la cama y la requiere de amores.
La peluquera feliz rechaza el preservativo porque mata la poesia que brota del amor.
La peluquera feliz se saca de encima a su marido con una risa cascabelera y le promete que todo llegará cuando se opere.
La peluquera feliz atiende solícita a su marido cuando vuelve de la clínica tras hacerse la vasectomía, le prodiga mimos y cuidados que casi hacen que olvide a los hijos.
La peluquera feliz, entre tanto, rumia y rumia que con su marido ya no se siente tan feliz como antes y cuanto más se sentiría si pudiese encerrarse en un nido sola con los hijos.
La peluquera feliz, a la semana de la intervención y en medio de la comida, le da una carta de un gabinete jurídico a su marido en la que le plantea el divorcio, pero sigue llamándole cariño.
El marido de la peluquera feliz no entiende nada. Y tiene que irse.
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