lunes, marzo 14, 2011

Paulita, la mosca viajera


Paulitaa es una mosca de lo más común, molesta todo lo que puede, pica calvas y zumba alrdedor de la cara a las personas de la casa que intentan prolongar el sueño los domingos por la mañana, vamos lo que se dice una auténtica mosca cojonera. Viva de reflejos, está siempre con las patitas colocadas en permanente estado de alerta yesquiva como ninguna los manotazos que intentan ahuyentarla y ahora, con la calor apretando de verdad, se siente de lo más feliz.
Ni canta indolente como la cigarra ni se afana a recolectar el fruto para alimentarse en el invierno, pero desde que nació en medio de una boñiga de vaca en la pradera cercana revolotea todo el día aunque en su fuero interno le gustaría volar lejos, muy lejos porque le aburren las moscas que la rodean, siempre hablando de lo mismo, del número de huevos que han puesto, de lo gordas que se crían sus hijas o de lo finas que son sus patas. Un aburrimiento.
Solo era feliz charlando con su amiga Toñi, haciendo planes para viajar y ver otros mundos las dos juntas pero, por desgracia, ya no es posible. Toñi tuvo la mala idea de meterse en el monedero de una solterona del pueblo, una de las hermanas Cornejo, el día en esta que lo abrió para echar una moneda en el cepillo de la iglesia y para cuando volvió a abrirlo al cabo de un mes o dos, la pobre Toñi se había quedado seca.
Pero aún así entre vuelo y vuelo, Paulita no deja de hacer planes. Ya en alguna ocasión se ha metido en el coche de casa y ha ido hasta la cercana ciudad pero, una vez allí, le ha dado miedo y se ha quedado dormitando dentro del vehículo hasta volver a su ambiente. Cada vez que el conductor abría la ventanilla para crear un corriente y que se perdiese la mosca pesada, Paulita se agazapaba en un respaldo del asiento.
Hasta que un día, más cansada de la chachara de las demás moscas, decidió que tenía que buscar nuevos rumbos. En su continuo revolotear un día se dió cuenta de que en la vecina casa había mucho trajín, las personas iban y venían hasta el coche llevando bultos y más bultos, por lo que dedujo que esta vez el viaje iba para largo. Aprovechando que estaban las puertas abiertas se coló de rondón y se acomodó a la espera de que pusiesen el motor en marcha. El viaje fué muy largo, por lo que de vez en cuando revoloteaba para no perder práctica mientras importunaba un poco a los ocupantes del coche, hasta parecieron llegar al destino.



FINAL
Aparcaron el coche, se bajó la gente y comenzaron a vaciar el maletero. Paulita se frotó las patitas con satisfacción y salió a explorar. Fuera todo estaba blanco, de un blanco que jamás había visto hasta ahora y hacía un frío tan cortante que le cortó el resuello. Se sintió entumecida, intentó emprender un corto vuelo y cayó en picado estrellándose contra la nieve del suelo.

OTRA OPCION
Aparcaron el coche, se bajó la gente y comenzaron a vaciar el maletero. Paulita se frotó las patitas con satisfacción y salió a explorar. Fuera había una luz tan blanca que la dejó ciega de momento, soplaba una brisa cálida que hizo que agitase sus alas con alegría y emprendió el vuelo. Al fondo divisó una gan masa de agua azul que se deshacía en estruendos de espuma contra la arena. Se posó en el borde de un vaso pringoso y dulce, bebió unas gotitas y una euforia invadió su cuerpecillo. Esto era la gloria, pensó mientras se adormilaba.

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