jueves, octubre 07, 2010

El velorio de Juanjo


Juanjo lleva así un buen rato, pero no puede saber cuanto tiempo ha pasado desde que se encuentra en esta situación hasta ahora totalmente desconocida para él. Nada de sentir que su alma sobrevuela su cuerpo, ni de haber atravesado ese tunel con luz azulada y un resplandor algodonoso al fondo. Nada de eso, pero el caso es que ni puede moverse, ni respirar, ni parpadear. No sabe como ve y oye, pues ya no tiene vista, ni oido. Todo le resulta extraño, pero ha perdido hasta la capacidad de sorprenderse.
Las imágenes que puede ver a través de la ventanilla le llegan distorsionadas porque el cristal que cubre su cara no está bien limpio y unos tallos de claveles rosas, ( ¡¡ pero no recuerdan que siempre odié las flores de tonos suaves ¡¡ ) interfieren su visión. Ve rostros que se agachan hacia él, como si quisieran echarle su aliento, unos llorosos, alguno que esboza una sonrisa de satisfacción que le parece maligna, pero todos efímeros que desaparecen en un suspiro.
La única cara que no desaparece de su campo de visión es la de su cuñada. Joaquina, esa maldita puta gorda que tan mala vida le dió a Juanjo en vida y que ahora lo llora desconsoladamente arrellenada en el butacón más cercano a él, como si quisiese presidir todas las penas. Esa verruga gorda como un garbanzo de Fuentesauco en la mejilla derecha a la que más de una vez le hubiese gustado darte una dentellada, ese bigote de carabinero portugués que siempre brotó con renovada fuerza tras cada poda, su pata renca, sus ubres de vaca, todo en ella siempre le desagradó.... Juanjo se fija en que la jodida gorda levanta la nalga derecha, esa nalga que parece la grupa de un elefante y lanza un pedo largo, muy largo e imagina que silencioso pero lleno de aroma. Cuando los que están cerca de ella hacen un mohín de asco, ella pone una sonrisa de conejo, se tapa con dos dedos la nariz haciendo mohines de gatita boba y con la otra mano me señala a mi, como si ya me estuviese descomponiendo.
El cabrón de Mohedano. Tampoco podía faltar ese para seguir riéndose de mi ahora que no puedo defenderme. Como me gustaría darle un puñetazo a través del cristal para ver como se comía un par de dientes y con ellos esa sonrisa de hiena con la que me contempla. Siempre ha sido lo mismo desde que nos conocimos. Cuando mozos me robaba las novias y después, cuando coincidimos dando clases en el mismo instituto, durante los claustros era esa mosca cojonera que disimulaba su mala baba bajo ese aire de mansurronería y que no dejaba pasar ocasión de darme un zarpazo. Y él sigue ahí fuera y yo encerrado en esta caja de mierda.
Vaya. No estoy solo aquí dentro. Han dejado dentro una mosca y la muy cabrita no para de zumbar y de darse golpes contra el cristal. No siento que se pose sobre mi cara, pero juraría que sus patitas recorren mi cara con total desfachatez porque ha notado que no puedo espantarla. Pues lo tienes claro, bonita....me temo que te vas a quedar aquí conmigo para los restos.
Martita, tu tambien has venido. Eres muy cría para andar por estos andurriales pero cuanto me gusta que estés por aqúí. Tal vez tu me aprecies un poco. Tu viejo profesor. Nunca me he atrevido a darte las gracias por las bellas imágenes que me has proporcionado mientras yo luchaba por meter en tu mollera y en la de los otros zangalotinos las mínimas nociones de pensamiento filosófico. A medida que iba desgranando conceptos a los que no prestaba atencíon ni el aire, tu ibas deslizándote en tu pupitre al tiempo que entreabrías las piernas y te subías la falda escocesa pra dejar entrever esas braguitas blancas que escondían mil promesas, imposibles de aceptar a pesar de morirme de deseo. Bueno, al menos tu cara de pena es sincera. Ojalá me enseñases esa nube blanca de algodón antes de desaparecer.
Esto se mueve. ¿ Que pasa ?. Han tapado el cristal y no veo nada. Ha sido todo muy breve, seguro que no han dejado pasar los dos días de velorio que pedí para cuando se terminase todo. Desde niño, cuando nos contábamos historias de aparecidos en la cocina de la abuela, he tenido terror a la catalepsia y a despertarme vivo dentro de la caja. Mierda. Seguro que es culpa de esa puta de Joaquina que ya no quiere perder más tiempo aquí.
Y ahora, ¡¡¡¡ que calorrrrrrrrr ¡¡¡¡¡. Mosca, pobrecita, creo que nos van a freir a los dos juntos.

Cuando unos días después lanzaron las cenizas de Juanjo al mar, inexplicablemente en una día tan sereno, una brusca ráfaga de viento empujó gran parte de ellas a los ojos de su cuñada, dejándola cegata y más de uno juró después que el silbo del aire sonaba a risa.

7 comentarios:

El oso blandito dijo...

Gracias por retornar!!!!

cal_2 dijo...

toy esperando que te desatasques.....que lo de chanquete ya ha sido ahce mas de un mes. Besazos

relatosweb dijo...

Joder, qué chulo. A lo 'Buried' pero desde el más allá.
El final, vengativo jajaja por puta y mala la Joaquina.

Respecto al ron, me acercaré al carrefour y, si antes nos me ha dejado ciego las cenizas de Juanjo, lo compraré y cataré.

Gracias por el post, eres incondicional. jodío

alejandra dijo...

Me ha gustado mucho.. muy bueno

relatosweb dijo...

Respecto al post 1º que te he enviado, te he mentido jajajajaj. tardaré en catarlo (pero lo haré, prometido) porque 43 eurazos no sé qué me da... con lo bueno que está el teresita por 12 e incluso el areucas (nacional, canario) muy rico tb.

cal_2 dijo...

Querido " Relatos " sé que el Zacapa es mogollon de caro pero es una maravilla. Si un dia tengo la suerte de tenerte cara a cara prometo que brindaremos con él. Mientras, que Santa teresa te ampare:)
Y gracias a todos los demas por vuestros comentarios

Anónimo dijo...

desde el hospi muy bueno como todo lo que haces mamom