jueves, agosto 19, 2010



Cuando los rayos de sol de la tarde hacen retroceder a los últimos coletazos de la tormenta, te sorprende oir de nuevo su risa, notar la calidez de su mano apoyada en tu hombro, ver una chispa de alegria en su mirada y notar como la vida vuelve a asomar en sus ojos. Entonces comprendes que ese es el mejor regalo que puedes conseguir en la vida. Y todo eso te lleva a considerar que los negros nubarrones no han existido jamás y que olvidas rápidamente ese mal sueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿No hay título???
Esta noche me sentía un poco "triste", no sé, nada raro me ha pasado, nada particular, solo nostalgia, recuerdos y el consecuente bajón y tristeza anímica. Entonces de dije, claro... voy a leer.
Luego de perderme un buen rato en tu blog, me encuentro o me encuentran estas líneas, y sí... tienes razón, cuanta razón, a veces nos quedamos "enganchados" a los nubarrones y sin sentido alguno.

PD: Que bonita foto, ilustra "perfectamente" esas lineas.