jueves, junio 17, 2010

Va de moluscos


Verdaderamente parece que estoy en la higuera pues, aunque llevo unos años viviendo en esta tierra, no me entero de como se montan aquí las cosas. Tengo por cierto que esta situación no es exclusiva del Levante y que en los demás sitios pueden suceder cosas parecidas o incluso peores, pero a medida que me voy enterando de lo que se cuece en la vida diaria no salgo de mi asombro.
Hay como una inmensa tela de araña tejida de amiguismo y compadreo, donde cada uno de los infinitos hilos es una persona instalada en un puesto más o menos de confianza y que a su vez está relacionada con otra,la cual ha colocado a otras cuatro y estas, a su vez, han echado mano de sus contactos para ampliar la red con parientes y amigos. Así hasta límites insospechados. Una gran pirámide que se va ampliando hasta la base, en la que cada capa está integrad por personas que sirven de colchón a los de arriba y se apoyan en los de abajo, procurando no moverse mucho para poder chupar más y más de la teta de la vaca.
Son como esas piñas de mejillones que están firmemente afianzadas en la roca y que abren sus valvas para dejar pasar el agua del mar, depurando su mierda con cada embate de las olas y absorbiendo todo aquello que es suceptible de ser aprovechado. Nadie se suelta de la roca porque eso conlleva perder el puesto él y todos los que de él dependen. Callados, soportan chorreos de los que están en la capa superior de la pirámide mientras patean a los que están debajo. Y siempre callados, sin el menor atisbo de crítica pues su pitanza y la de su marido o de su ex o la la suegra o la de los primos dependen de su silencio. Si un día un mejillón se desprende de la roca es para desplazarse hasta otra más segura o más rentable e inmediatamente tirar de sus amigos que lo siguen para suplantar a los que formaban la tela de araña de su antecesor, bien por caer en desgracia o, la mayoría de las veces, por escalar a una zona superior y más productiva. O con más poder.
Y cuando llega el momento de votar, botan como pelotas lo más arriba que pueden, a piñón fijo dejando a un lado sus ideales y escrúpulos pues si no sale elegido el que los acomodó toda la pirámide se desmorona como uncastillo de naipes batido por el viento. Se teje una red de comensalismo que va encenagando todo y lanzan tinta como los calamares para ocultar sus miserias y confundir a los demás.
Y los que no estamos enganchados a la roca miramos para otro lado. No censuramos el mal hacer de todos estos con la vaga esperanza de convertirnos en mejillones y engancharnos también a una roca para no soltarla más.
Lo más jodido de todo es que me encantan los mejillones. Eso sí, depurados y en el plato.

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