domingo, abril 04, 2010

" Señorita....¿ le gusta Mina ? "


Adelina junta sus rodillas y con la mano alisa los pliegues de su falda para que sus piernas queden bien tapadas, pues ya se sabe que los chicos no hacen más que atisbar para ver todo lo que puedan en un descuido. Quita un mota imaginaria que ha creido observar sobre su regazo y levanta los ojos mirando con disimulo a su alrededor. Da un sorbo al vaso de gaseosa, aunque apenas tiene burbujas y está caliente, pero no quiere beber coca-cola porque sus amigas le han dicho que en ella los chicos pueden echar algo para que las chicas pierdan el control y hacerlas unas perdidas. Suena un disco en el pik up y se deja llevar por la ensoñación, mientras oye como Mina desgrana lánguidamente su canción.
"... supiste esclarecer mi pensamiento,
me diste la verdad que yo soñé,
ahuyentaste de mi los sufrimientos,
en la primera noche que te ame,
hoy tu playa se viste de amargura
porque tu barca tiene que partir
a cruzar otros mares de locura
cuida que no naufrague....."
Todavía no sabe bien porque ha venido al guateque, a pesar de que sea en el salón del casino, con lo bien que está en su casa sin tener que preocuparse de miradas o de los cuchicheos de las que dicen ser sus amigas, pero esta harta de oir decir a sus tías que le va a suceder lo mismo que a ellas, de tanto escoger novio, al final quedará para vestir santos. Da un nuevo sorbo al vaso y lo deja sobre el velador haciendo un mohín de disgusto. Una voz a su lado, muy cerca de su oido derecho, hace que se sobresalte y pegue un respingo.
" Señorita, ¿ no me oye ?, le preguntaba que si le gusta Mina ". El chico que ha dicho esa frase, un hombre más bien, espera solícito su respuesta manteniendo su cuerpo semiinclinado para estar a su altura. Adelina se vuelve sobresaltada hacia la voz y se da de bruces con una sonrisa que parece de un actor de películas.
" Sí, me gusta claro, pero soy más de Karina " responde Adelina en un hilo de voz que se enreda por entre el collar de perlas cultivadas que le prestó su madre. El hombre se pone frente a ella y le tiende una mano pidiéndole que baile con él.
" No, no puedo bailar, me duelen terriblemente los pies, no he parado en toda la tarde ", miente Adelina sabiendo que él conoce su mentira, pero se siente paralizada y teme que, si se levanta, no pueda dar ni dos pasos por el salón. Desde los rincones, los ojos de hiena de sus amigas atisban todos los detalles de la situación y comienzan a despellejarla sin piedad.
" Lo lamento, responde el hombre, otra vez será " y dandose la vuelta se encamina hacia la salida, no sin antes lanzar una mirada retadora hacia el coro de arpías del rincón, que cacarean llenas de alegría.
Adelina se levanta, comprueba con la mano que el collar de perlas está en su sitio, recoge el bolso plateado que le dejó su madre, por nada del mundo quisisera olvidarlo en el casino y busca ella también la salida procurando no oir las risitas de suficiencia que brotan del rincón. Sale a la calle y aunque es agosto se echa la rebeca por los hombros, por si refresca, que ya sabe que el relente es traidor.

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