jueves, julio 16, 2009

¿ Que te parece ?



No sé si habré contado esta historieta en alguna parte de mi blog, pero como hoy ha tenido una segunda parte, la retomo.
I. En mis épocas de medico de guardia en una clínica burgalesa, durante los primeros años de ejercicio profesional, me avisaron en mitad de la noche para que subiese con urgencia a una habitación donde un enfermo estaba agonizando. Lo habían operado de próstata un par de días antes pero al parecer no podía remontar la intervención en parte por la edad y en parte por lo cruentas que eran esas operaciones por aquellos años.
Era plena noche y al entrar en la habitación me vino encima un olor fuerte mezcla de ambiente mal ventilado, orina y sudor. Me salió al paso la hija del paciente pidiendo que hiciese todo lo posible por él, que se les moría. Pobrecita ilusa, no sabía que allí no se contaba con ningún tipo de ayuda, salvo la que pudiese darle el sanitario de la planta o yo.
Me acerqué a la cama y allí, apenas iluminado por la tenue luz de un piloto, agonizaba un abuelo. Tenía la nariz afilada, la frente cubierta de un sudor frío y abría la boca desesperado como buscando oxígeno, del mismo modo que boquea con ansia un pez abandonado en la playa. Eché la ropa de la cama hacia atrás para explorarlo y me encontré con un cuerpecillo enjuto metido en un pijama de rayas, como esos de los presidiarios. Tenía toda la ropa manchada de sangre, así como la sábana bajera. De pronto pegúe un respingo. Desde la bragueta del pijama me miraba un rostro barbudo. La hija me aclaró que como lo habían operado de la próstata le habían puesto ahí la estampa de un capuchino muy milagroso para que ayudase a su padre. Era la imagen del padre Leopoldo de Alpendaire, un capuchino granadino que estaba camino de los altares. Pero en breve el paciente se rindió y dejó de respirar. Solo me quedó dar el pésame a la hija y prepararle la notita con la que mandabamos a todos los pacientas fallecidos por si tenían alguna problema en la vuelta a casa, ya que los buitres de las funerarias tenían espías en todas partes para no perder clientela. Era algo así como " don fulano de tal abandona la clínica en estado preagónico a petición de la familia ".

II. Esta mañana, con más de 30 años por medio, una abuela me dijo en la consulta que quería comentarme una cosa y que no se atrevía. Que me parecía mucho a una persona pero que no me lo había dicho por miedo a molestarme. Al pronto pensé que una vez más me compararía con papa Noel o con Sean Connery ( lo cual era mucho más apetecible para mí ), pero me dijo que era idéntico al padre Leopoldo de Alpendaire y que para ella eso era un tremendo elogio pues tenía mucha devoción por él y sus milagros. Me quedé sin respuesta, ya solo me faltaba que me comparasen con un fraile pero en cuanto llegué a casa busqué su imagen porque en mi memoria solo quedaba un rostro muy barbado. Y ahora pregunto ¿ me parezco ?. ¿ Tendré que afeitarme la barba ? ¿ tal vez darme un retoque en la nariz ?. Opina tu.

2 comentarios:

Miki - Jaen dijo...

No imagine que podria salir esta comparativa, veo entonces que no soy el unico que le vino a la cabeza :-). Para mi, en tu posicion, seria un verdadero elogio la comparacion, PERO.. CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO (jajaja). Llamalo devocion, fervor... el que se le tiene por estas tierras y la cercania ... a mi me gusta llamarlo "costumbres", ya que cada dia 9, desde que tengo uso de razon, me recuerdo haciendo este viaje con mis padres y todavia a dia de hoy y si el trabajo me lo permite me escapo por alli y ya aprovecho para tapear un poco por la Alhambra, el Albaicin, Calle Elvira, la Chana.... (GGGRRR, ya se me hace la boca agua...)
En definitiva, SIGUE COMO ERES Y NO CAMBIES "NI POR DENTRO NI POR FUERA" :-P

cal_2 dijo...

dios mio.......pues es verdad¡¡¡. Y viejo que soy ya para cambiar por dentro....por fuera, imposible deter el tiempo:). Besos Miguel