miércoles, junio 03, 2009

Lo siento, pero toca historia triste


Pedro abandona el despacho de la notaría en compañía de su hermano y de la abogada que ha llevado su caso desde el principio. Nota que Angel, su hermano mayor, no quiere dejarlo solo en estos momentos pero a él lo que más le cuesta ahora es hablar con la gente y se busca una disculpa que no convence a nadie para salir huyendo de ese manto de compasión que parece ahogarlo. Gana el portal de la calle y siente el peso del llavero en el bolsillo del pantalón. Mete la mano y sopesa las llaves de su casa, unas llaves que hace casi tres años no tenía en su poder.
Han sido tres años de peleas contínuas, de acuerdos rotos antes de llegar a firmarlos, de denuncias en comisaria, de comparecencias en los juzgados, unas veces como acusado y otras como demandante. Finalmente parece haberse terminado la tortura. Han estado codo a codo los dos ante el notario pero Amalia no respondió a su saludo cuando llegó y en todo momento miraba al frente como si él ya no existiese.
Después de muchos intentos, Pedro ha conseguido conservar la casa donde fueron tan felices en un principio a cambio de cederle todo los demás bienes y, lo que es más doloroso de todo, la custodia de los mellizos. Amalia arrambló con todo lo demás. Ella y los malditos abogados que han sido los verdaderos beneficiados del desastre en que se había llegado a convertir su vida en común. Pero al menos le ha quedado su hogar, harto ya de vivir a salto de mata en hoteles y en apartamentos amueblados. De este modo tendrá un sitio confortable donde acoger a los mellizos las contadas fechas que le concedió el juez.
Aunque tiene mucha prisa por volver a casa, decide controlarse e ir andando desde la notaría. Ya volverá mañana o pasado a recoger el coche. Durante el camino, en su cabeza bullen mil proyectos, piensa que tendrá otra vez que comenzar practicamente de cero pero ahora ya será desde la perspectiva de la calma. Tan pronto apura el paso, como lo ralentiza mezclando el ansía de llegar con el miedo a hacerlo.
Finalmente se acerca al portal, se equivoca con la llave pero una vecina que arrastra a un niño berreando camino de la guarderia le abre la puerta. Prefiere subir andando los dos pisos para demorar un poco el momento de enfrentarse al pasado. Segundo A. La vieja puerta espera.
Esta vez sí acierta con la llave a la primera. Abre la puerta y tantea buscando las luces del vestíbulo. Un olor acre y raro parece flotar en la vivienda. Las paredes desnudas dejan ver las siluetas del espejo y de los cuadros y la suciedad se hace más patente. La primera habitación a la derecha es la de los niños. Menos mal que está todo ordenado pero el armario empotrado del fondo apenas si tiene colgadas un par de camisas. El olor se ha adueñado de él.
Enfrente está el dormitorio donde tantos años durmió con Amalia. Una mesilla volcada y la otra con los cajones abiertos, muestran la nada. El colchon de matrimonio está rajado y deja asomar sus tripas. Un cuchillo al lado de las patas de la cama revela la causa.
En la cocina el olor se hace insoportable. Una nube de moscas zumban sobre la pila de platos y cubiertos sucios que cual torre de Pisa se mantienen en un equilibrio inestable. Al pié del fregadero el cubo de la basura deja asomar restos de comida mohosa. Abre la ventana y pone en marcha el estractor y con un paño de cocina intenta espantar la nube de moscas que protestan ruidosamente.
Le queda el cuarto de baño. El lavado rajado en dos con un martillo reposando en la jabonera. Desde la taza del water lo mira un rostro. Su rostro. Se acerca y allí, desde el óvalo blanco de la taza del retrete, asoma su retrato, la foto de la boda que siempre había estado sobre la cómoda del dormitorio.
Pedro no puede más. Se baja los pantalones y se sienta en el retrete, notando como el borde de la foto raspa su nalga. Hace fuerza para que toda la rabia se descargue sobre los restos de su vida pasada, apoya los codos sobre las rodillas y una mezcla de lágrimas y de mocos ahoga sus sollozos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

joder macho si que es triste pero bonito

libre albedrío dijo...

Con dos cojones.........