sábado, octubre 25, 2014

El ladrón de blogs

 

Carlos se frota los ojos, nota que le cuesta ver con claridad la pantalla de su ordenador y siente la cabeza embotada, cambia la mirada al reloj que tiene sobre la mesa y piensa por enésima vez que ya es hora de que abandone lo que se trae entre manos y largarse a dormir. Oye la respiración acompasada de Susana desde el dormitorio contíguo y nota una punzada de envidia pues sabe que mañana va a estar como un zombie cuando se encuentre en el bufete. Coge el paquete de tabaco y se da cuenta que no le queda ninguno. A su lado, el cenicero rebosa de colillas.
Deja las gafas a un lado y se se levanta cansinamente en busca de un cigarro. Rebusca por los escondrijos habituales pero no encuentra ninguno. Entra en el dormitorio y mete la mano en el bolso de Susana. Hurga entre pañuelos, llaves y los mil objetos aparentemente inútiles que atestan el bolso de su mujer. Suerte. Hay un paquete de " Fortuna " con tres cigarrillos dentro. Vuelve más tranquilo al estudio y se sienta de nuevo ante la pantalla del ordenador.





Se sirve el poco café que queda en la cafetera, le añade un poco de azúcar y lo toma lentamente, saboreándolo al mismo tiempo que el cigarro que acaba de prender, mezclando el placer con el regusto amargo que dejan ambos en su paladar. Fija la vista en el techo en busca de un poco de descanso para sus ojos fatigados y piensa que tiene que acabar como sea con esta obsesión, no puede pasarse las horas muertas ante el monitor y se da cuenta que cada vez este lo tiene más agarrado de los huevos.
Se concentra de nuevo en la pantalla y pulsa con el ratón en búsqueda de nuevas páginas. Tiene que encontrar nuevas ideas, nuevos relatos para incluir en su blog y se siente seco, no acuden ideas brillantes a su mente con las que satisfacer a todos aquellos, amigos o curiosos, que entran en su página buscando otra entrega original, o al menos divertida que haya podido incluir. Se ha acostumbrado al halago y ya no sabe vivir sin él.



Por eso ha pensado que si él no puede parir nada nuevo, siempre podrá parasitar las páginas de otros que, como él, expongan sus escritos a la curiosidad de todos. Pero ha de tener mucho cuidado, por nada del mundo quisiera que su buen crédito se pudiera perder si los demás se enteran que ha robado todos los últimos relatos que ha colgado en la red. Para conseguirlo, se pasa las horas muestras rastreando páginas de los lugares más dispares. De Finlandia a Uruguay o Nueva Zelanda, siempre puede aparecer algo original que manipular y colgar después como suyo. Recurre a nuevas direcciones, se vale de traductores, esto de Internet es una auténtica mina sin dueño alguno al que rendir cuentas.
Levanta la vista y siente como se va colando la luz del nuevo día por el ventanal de su estudio. Un velo de tono rosa lechoso está bañando los cristales de la habitación. Una noche más que no ha dormido, pero esta ha merecido la pena pues ha encontrado un autor birmano que piensa puede darle muchos momentos de gloria entre su corrillo de amigos. Y escribe en francés, lo cual es una ventaja para él.







Se levanta lentamente, se despereza y se acerca al lado de la cama donde sigue durmiendo su mujer con un sueño plácido, a juzgar por la leve sonrisa que deja entrever . Se para un momento, roza con suavidad un mechón que cuelga sobre su frente, siente el calor que desprende, desearía haberlo compartido y se da cuenta que ha perdido una noche más. Se desnuda y entra en la ducha. Antes de salir para el trabajo, ya vestido, deja un beso sobre su frente y esta deja escapar un ronroneo inconsciente.
Ya en el coche, Carlos piensa en que el día será largo y teme quedarse
 
dormido sobre la mesa del despacho como le ha sucedido en varias ocasiones los pasados días, pero cuando esta noche se siente de nuevo ante el ordenador tiene la certeza de que recibirá nuevos mensajes que hagan engordar su orgullo. ¿ O tal vez no haya nada ?.

2 comentarios:

Muchacho dijo...

Esto es muy triste.

cal_2 dijo...

Sí, puede ser triste. O tal vez, no. Y pede ser irreal. O tal vez, no...