miércoles, noviembre 19, 2008

El Blasillo


El pasado domingo hemos hecho la primera excursión con Blasillo y sus padres. Bueno, ya veremos si es Blasillo o Amanda, que todavía no se le ha hecho ni la primera ecografía y a lo peor tenemos que cambiar de idea posteriormente....Blas, ya me gusta, me recuerda al tierno pastorcillo del Forges que con su cabeza rapada de niño de postguerra y sus pantalones sujetos con un tirante de cuerda deja caer una lagrima mientras mira a las estrellas. Pero Amanda también tiene su encanto, me trae a la memoria la canción de Victor Jara que sonaba continuamente en nuestra buhardilla allá a principios de los 70, cuando intentábamos ensayar un embrión de comuna entre amigos y que acabó como suelen terminar estas cosas.
El caso que hoy día, se trate de Amanda o de Blasillo, no es mucho más grande que la uña del pulgar de su madre, pero ya empezamos a pensar en él como si fuese una persona. Nos acompañó en la comida que compartimos los cuatro, hablando de la educación de los hijos y elucubrando sobre la vida que le espera entre trago y trago de un Mendoza alicantino e imagino que parte del arroz tan sabroso que nos sirvieron le habrá llegado a él para que se vaya haciendo a la idea de la tierra en la que le tocará nacer, tierra de sol y arroces. Por la tarde, bien acomodado en su nido materno, nos acompaño a un recital de arias de Puccini y quiero creer que se emocionó con los gorgoritos de una Mimí agonizante o con los bramidos de una Turandot enfurecida en el concierto al que fuimos al auditorio de Murcia.
Así, desde su principio, que vaya aprendiendo que música, comida y buenos amigos son excelentes pilares para afianzar la vida que le está esperando. El amor que se lo busque él. Y que tenga suerte.

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