domingo, mayo 11, 2008

Nuestra casa


El coche avanza bajo la lluvia, la carretera parece una larga cinta de plata que serpentea suavememente hacia el valle y de pronto me invade la sensación de que vuelvo al hogar, las gotas de lluvia picotean en el parabrisas y a través de la ventanilla abierta penetra el aire cálido de la tarde y el olor a tierra mojada, Todo el monte está cuajado de arbustos de retama que, por lás ráfagas de aire cálido sacuden sus ramas reventando de flores amarillas. Ante mí, todo el cielo está cubierto por un inmenso entoldado de nubes que viran desde el azul más intensointenso al negro, pasando por toda la gama intermedia de grises y al fondo se abre a modo de una inmensa pantalla de cine en la que se siluetean las montañas que están cercanas a casa, coronadas por penachos de nubes blancas que ocultan al sol del poniente y que dejan entrever rayos de luz que a modo de gigantescos dedos de dioses parecen buscar casas y viñedos que hormiguean en el valle. Y allí, en medio, espera nuestra casa. Al fín siento que esa casa es el hogar.

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