El señor Vicente es un artesano a la vieja usanza, cachazudo, honrado, trabajador, detallista. Es de esas personas de edad indefinida que parece estar siempre distraido, como si estuviese en su planeta particular, las gafas a medio caer sobre el lomo de la nariz, pero sin perder detalle de nada.
Nos está haciendo una serie de mejoras en la casa y no para un momento de trabajar desde que llega por la mañana temprano hasta la puesta de sol. A veces hay que discutir mucho con él para que entienda alguna mejora, pero cuando la acepta no para hasta que la vea perfecta.
Como con la piscina. Le pareció magnífica la idea de la estrella en el fondo. La estrella que simboliza a " nuestras chicas " como dice Alfonso, nuestras madres...
La otra tarde, cuando remató de hacer unas jardineras a lo largo de la linde con la casa de los vecinos, se quedó un largo rato observando su obra en busca de alguna falta y finalmente, con voz satisfecha y con cara de niño travieso, se volvió hacia su ayudante y le dijo:
" Mira, han quedado suaves como la nalgita de una niña ".
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