miércoles, abril 10, 2013

" PEDRO ". ALGUNA VEZ TE CONTE. VII


Debido al " parón técnico " al que me he visto obligado en contra de mis deseos, tiró del cajón de los escritos no visitados y subo este escrito del verano del 2007, a la espera de poder poner algo nuevo. Aquí sigo.



" Pedro " era un perrillo sin raza, un " mil leches " con el lomo negro y una mancha blanca en forma de estrella que le cubría parte de la cara, el rabo medio cortado y un poco renco, a consecuencia de alguna pelea con otro perro más guerrero que él.
No tenia dueño, pero se hizo el perro de todos. Todos los días hacía su ronda callejeando y haciendo sus habituales paradas porque siempre le caía un poco de comida de una casa u otra del pueblo. La última parada la hacía ante la Confitería de los Tallón donde se plantaba quieto, hasta que le daban un par de rosquillas de anís. Y es que " Pedro " supo buscarse la vida desde el día que apareció en la Plaza Mayor.
Nadie sabía de donde vino, pero una mañana amaneció enroscado como un ovillo en la puerta de la iglesia y tan pronto el sacristán la abrió para la primera misa del día, se coló dentro de la iglesia, recorrió toda la nave y se puso muy quietecito a un lado del altar mayor. Salió el párroco somnoliento y celebró la misa ante las cuatro beatas madrugadoras de cada día. Al terminar, " Pedro " se desperezó, se levantó con calma y, tras sacudirse un poco, salió de nuevo a ocupar su puesto a la puerta.
Y así, cada vez que oía los toques a misa, hacía el mismo recorrido. Se quedaba muy quieto en su rincón y al terminar la celebración salía de nuevo a la plaza. De vez en cuando hacía la ronda por las casas de alrededor en busca de algo de comida y se volvía a hacer la digestión en su sitio habitual.
Pero los días más divertidos para él eran los de la Semana Santa o en la fiesta de la Virgen de Agosto, en los cuales era uno más de la comitiva y se colocaba siempre tras los curas y el párroco, entre ellos y la banda de música desfilando solemnemente o triscando como una cabra según el tipo de música que sonase.
" Pedro " desapareció tal como llegó al pueblo, sin que nadie llegase a saber de su paradero. Para recordarlo se hizo una estatua de escayola en el parque del pueblo que, como es habitual, una mañana apareció pintarrajeada. Pero todavía cuando las beatas entran a misa de siete, después de santiguarse ante al altar mayor, miran hacia el rincón del altar de Santa Inés con la esperanza de encontrarlo allí.

3 comentarios:

xaby dijo...

es verídico este relato? Es una historia preciosa. Vaya fidelidad la de los perros, me ha gustado mucho.
Muaks!

cal_2 dijo...

Si, la historia es real y sucedió en mi pueblo. Existe una horrible estatua que se levantó tras una de las habituales visitas del tenor Alfredo Krauss, que acudía aquí con frecuencia, al preguntar que era de " Pedro "

Anónimo dijo...

Me alegra volver a leerte, aunque sea en versión diferida.
Espero que el parón técnico sea breve.
Una bonita historia que me lleva a pensar en lo fácil que es "reconocer" a los animales y lo dificil que es "reconocer" a las personas.
Abrazo